41. De noches frías y labios que se tocan

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Lo observé mientras sentía una terrible inquietud recorriendo mi cuerpo. Como si fuera un prisionero apunto de saber el veredicto del jurado.
Él me observó y se levantó de su cama. Se quedó de pie justo frente a mí. Mi corazón latía como loco.

— Emery, complicas demasiado las cosas— dijo muy serio.
— Lo sé, lo siento— dije apenado.
— Yo no. Me alegra que me digas qué sientes. Es decir, duele pero la verdad puede doler a veces, ¿No? Eso y otras cosas.
— De verdad lo siento si te ofendí.
— No, realmente no dijiste nada que no tuviera un poco de razón— dijo—. Porque sí, mis padres son un desastre y yo pude hacer algo pero no lo hice. No soy como ellos, eso te lo juro... pero también soy parte del problema. Así que no me justificaré por eso. Sin embargo si hay algo que sí puedo decirte es que jamás te dejaría por otra persona. No soy así. Eres lo único en lo que he pensado y también me asusta no saber qué pasará, principalmente porque siento que un día te darás cuenta de que eres mucho para mí y te irás.
— No siento que soy mucho para ti— dije—. De hecho creo que no soy suficiente. Sólo me tengo a mí mismo.
— Y yo también— dijo—. Pero a comparación tú tienes muchas habilidades que hacen que brilles sin importar dónde o qué hagas. Y me agrada que seas así pero... siento que no hay nada que haga que yo sea digno de ti. Me gusta pensar que el amor que siento podría ser suficiente pero... ¿Y si no lo es?

Entendí que mientras yo me sentía inseguro de mí mismo, él estaba igual.

— Sí es— dije, él me observó—. Sí es suficiente. No quiero nada más que a ti. Soy totalmente feliz con eso y...

Me abrazó. Se sintió bien. Como si hubiera logrado atravezar una tormenta. Lo abracé torpemente. Pude sentir la calidez que emanaba de él. Escuchaba su respiración junto a mi oído. Una extraña sensación de inquietud y nerviosismo recorría mi cuerpo. Al mismo tiempo me sentía a salvo. Como si nada malo pudiera pasarme.

— Emery, todo me gusta de ti— susurró—. Absolutamente todo.
— ¿Y por eso me elegiste?
— Yo no diría que te elegí porque no era una competencia. Eras, eres y serás mi única opción siempre.
— ¿Estás completamente seguro?
— Total y absolutamente— dijo.
— Pero tienes 17 años.
— Creo que hay cosas que en veces sabemos las personas sin importar qué edad tenemos... y yo sé que en mi cabeza no existe otra personas que no seas tú.

Me separé un poco y lo miré un tanto avergonzado.

— Yo también me siento así— admití con timidez.
— Lo sé— dijo—, de otra forma no me hubieras buscado en medio de la noche.
— No podía esperar para mañana. Así que lamento despertarte. Creo que mejor debería irme...
— No. Quédate.

Lo observé con detenimiento. Parecía muy serio.

— ¿Qué?— dije confundido.
— Quédate aquí conmigo.
— ¿Ahora?
— Sí— dijo—. Ahora, aquí, conmigo.

Sólo pude observarlo. Sonrió.

— Emery, sólo quiero que duermas conmigo. Nada más. Es una noche bastante fría— dijo.
— Lo sé— dije—, no estaba pensando en las cosas raras que dijo tu madre...
— ¿Y planeas contarme algún día qué te dijo? Porque si voy a hablar con ella para que deje de molestarte necesito saber qué pasó.

De ninguna manera iba a decirle de qué hablamos.

— No hace falta que hables con ella— dije—. Así está bien.
— ¿Seguro?
— Sí. En realidad creo que le agrado. De una forma muy extraña pero sé que le agrado.
— De acuerdo. Pero si te causa molestias, sólo dilo.
— Estoy bien, gracias.

Nos miramos.

— ¿Entonces?— preguntó.

Respiré profundamente y dejé de pensar en todo porque entonces sólo me detendría a mí mismo y no haría lo que de verdad quería hacer.

— Me quedaré— dije muy nervioso—. Contigo.

Sonrió. Se acercó a su cama.

— Ven— dijo y me extendió su mano.

Así que la tomé sin dudarlo. Aún cuando mi cabeza me decía que todo era una locura. Y no dejó de repetir eso mientras me internaba entre sus sábanas y me acomodaba entre sus brazos. Pero no me sentía asustado. Me sentía amado. A salvo. Como si todo estuviera perfectamente bien y quizá por primera vez en mi vida así eran las cosas.

— ¿Estás bien?— me preguntó.
— Muy bien— dije aún sintiéndome nervioso—, ¿Tú estás bien?
— Mejor de lo que pensé que sería compartir la cama con alguien.
— ¿Jamás hiciste eso? ¿Con tus padres al menos?
— No, te repito que ellos son unos terribles padres.
— Lamento eso.
— No deberías. Aunque apuesto a que tu abuelo sí dormía contigo.
— Cuando era pequeño. También si me enfermaba se pasaba toda la noche a mi lado hasta que me sintiera mejor. No me imagino mi vida sin él.
— Pero te irás a la universidad en unos meses.
— Quiero que él vaya conmigo pero dice que es mejor así. Sé que quiere darme mi espacio pero... yo no sé si necesito uno. Es decir, sé que hay algo que debo hacer pero...
— Te asusta alejarte— dijo—. No quieres dejar todo esto atrás para empezar de nuevo.
— ¿Es una locura que me asuste?
— No, yo creo que es normal— dijo—. También pienso que si no quieres irte, no lo hagas. Quédate con tu abuelo.
— Debo ir a la universidad, mi abuelo y yo tenemos un plan— dije.
— Pero podrían cambiar el plan— dijo.
— No, es nuestra única opción.
— No es cierto— dijo—. Podrías quedarte en esta ciudad y trabajar conmigo. Tengo muchas ideas sobre cómo hacer grande el negocio que quiero. Y quizá un día no muy lejano si tú quieres... podríamos de verdad casarnos.
— ¿Por qué siempre hablas de casarte? ¿Eso no te asusta para nada?— pregunté.
— Asusta si no estás seguro pero yo lo estoy.
— ¿Seguro de qué?
— De que eres el amor de mi vida— dijo muy tranquilo—. Sé que no hay nadie más allá afuera para mí que tú.
— Pero eres joven, eso podría cambiar— dije—. Tal vez en diez años más aparezca alguien que de verdad sea el amor de tu vida y descubras que te precipitaste al elegirme...
— Ya te dije que no te elegí, jamás tuve ninguna otra opción. Sólo eres tú y creo que así va a ser para siempre. No hay nadie más, así se siente. ¿Tú no puedes sentir eso? ¿Entiendes siquiera tus propios sentimientos?
— Honestamente no— dije—. Estoy perdido, no sé qué ocurre y cuando creo que entiendo algo se siente como si fuera demasiado bueno y empiezo a creer que estoy en medio de un sueño. Todo lo que siento ahora es que me siento muy cómodo aquí, contigo. Creo que por fin entiendo a todas esas personas que decían que no había nada mejor que dormir con la persona que amas porque... me siento a salvo. Protegido. Como si nada malo pudiera ocurrir. Y no quiero que termine nunca.

Nos quedamos en silencio un momento. Estaba tan cerca de él que podía escuchar su corazón latiendo fuertemente. Acerqué mi cabeza a su pecho más aún.

— Puedo escuchar tu corazón— le susurré.
— ¿Y qué es lo que te dice?— me susurró él.
— No lo sé, no lo entiendo— dije un tanto abrumado—. Pero creo que es algo bueno.
— No exactamente— dijo y tomó mi mano—. Dice que le gusta todo de ti. Le agrada cómo hueles, el sonido de tu voz, la forma en que lo miras... y quiere tener todo de ti porque nunca es suficiente. Quiere tocarte. Lentamente, para que no se le olvide ninguna parte tuya... y quiere que también lo toques. Quiere besarte, de verdad quiere besarte...

Su mano soltó la mía y subió por mi brazo hasta sostener mi hombro. Me apartó suavemente de él y lo miré por instinto. Me sentía muy apenado, como si todo mi cuerpo se sintiera pesado.

— ¿Puedo besarte?— me preguntó.

No pensé en nada, sólo lo miré y me concentré en lo que quería y en ese instante no deseaba otra cosa más que llenar todos mi sentidos con su presencia.

Así que asentí lentamente. Él se acercó y sus labios me tocaron. Sentía que mi corazón iba a matarme por lo fuerte que golpeaba mi pecho. Cerré los ojos y me dediqué a respirar. No sabía siquiera cómo debía besarlo, me quedé en blanco.
Su aliento era hipnotizante y me perdí totalmente. Me quedé quieto, sintiendo cómo me derretía en su boca.
Contuve la respiración pero muy pronto sentí que me asfixiaba y me separé de él para tomar aire. No abrí los ojos porque estaba tan avergonzado que sólo conseguiría sentirme peor si lo miraba.

— Emery, relájate— dijo y volvió a tocar mis labios con los suyos.

Era imposible, estaba tan nervioso que sentía que no debía moverme siquiera. Así que me dediqué a respirar.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora