61. De números y aliados

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Todo ocurrió al día siguiente. Yo estaba bastante feliz y mi cerebro no dejaba de recordar todo lo que pasó el día anterior. Cada caricia, cada beso, cada palabra... todo se encontraba en mi memoria y no podía evitar sonreír cuando aparecían en mi mente. Aún si eran en momentos inconvenientes, como en medio de mis clases. Es que era mejor recordar a Dalton sobre mí besándome en lugar de ver al profesor de estadística repitiendo algo que ya nos había enseñado pero que decidió retomar porque el examen final estaba cerca.

Me pasé todo el día así, rememorando todo eso... y deseaba que volviera a pasar. Era bueno, simplemente me encantaba. Me sentía tan amado... y quería poder sentirme así todo el tiempo... quizá era porque estaba lejos de él. En el receso, pensé en llamarlo pero cuando iba a hacerlo, Dalton fue el que me llamó.

— Hola— dije bastante feliz.
— Emery, pasó algo... yo... lo arruiné todo pero es que entré en pánico y no... no supe qué hacer... necesito verte y...
— Espera, no estoy entendiendo nada— dije.
— Nos vemos en el salón del consejo estudiantil.
— No podemos, Laura y el presidente están ahí— dije.
— Entonces en la enfermería. Pero necesito verte.

Como la enfermería estaba vacía, fuimos. Me lo encontré ahí. Parecía preocupado. Me contó lo que pasó. Yo simplemente no podía creerlo.

Resulta que quién nos vio en el estacionamiento mientras nos abrazábamos fue Gigi. Ella lo siguió para felicitarlo por el partido cuando lo vio conmigo. Como no se acercó, no supo de qué hablamos pero sí vio el abrazo. Así que cuando se encontró con Dalton, le preguntó sobre eso. Él entró en pánico y no supo qué decir, además de eso ella le cuestionó muchas otras cosas que también eran sospechosas como sus calificaciones y su desempeño en el equipo. Él no podía justificar lo del abrazo (porque después de eso nos fuimos juntos) y ella lo cuestionó sobre qué relación teníamos. Dalton no le dijo sobre lo nuestro pero sí se le ocurrió decirle que yo era su socio. Y ella quería saber en qué. Así que él terminó diciéndole sobre nuestro trato.

— ¡Perdóname, se me salió porque no podía decirle sobre nosotros!— me dijo él angustiado.
— ¿Y qué dijo ella? ¿Va a acusarnos?
— No, de hecho le pareció increíble todo— dijo—. Le di algunos detalles de cómo hacíamos trampa así que... ahora es tu fan número uno.
— ¿Y no va a delatarnos? ¿Por qué? Su tía Lucille es profesora, sería tan fácil...
— Me prometió no hacerlo— dijo él—. A cambio de una cita.
— ¿Qué?— dije sorprendido.
— Pero está bien, ¿No? Es mejor a que nos acuse y nos expulsen a ambos.
— No, lo mejor hubiera sido no decirlo— dije molesto.
— ¿Y qué hubiera dicho?
— ¡Cualquier otra cosa!
— ¡Lo intenté pero ella es tan lista que sabía cuando yo mentía! Porque sabe que no somos amigos y tenía que decirle algo que justificara ese abrazo... y la verdad fue lo primero que se me ocurrió. Sé que fue estúpido pero ella no le dirá nada a nadie, lo sé. Puedes estar seguro.
— No podemos confiar en ella— dije—. Va a hablar.
— En la cita la convenceré de que no lo haga. No te preocupes, sé que no dirá nada, le expliqué que la razón por la que necesito hacer trampa es para lograr graduarme y hacer que mis padres financien mi empresa... ella entendió eso, no lo dirá. Y le dije que tú lo haces por dinero para la universidad... ella comprende todo eso. Es más, hasta dijo que si puede ayudarnos con algo, se lo pidiéramos.
— ¿De verdad quiere ayudarnos? ¿Por qué?
— Porque a ella también le va mal en la escuela— dijo él—. Sabe lo que siento. Lo entiende.
— Aún así no podemos confiar totalmente en ella. Podría ser una trampa. Además no me agrada que tengan una cita.
— ¿Por qué? Ella fue mi cita en mi fiesta. Será igual que esa vez.
— Pero tú le gustas. Y estás saliendo conmigo.
— Ahora sabes cómo me siento cuando hablas con Letty.
— Yo no le gusto a Letty— dije—. Creo. Realmente no lo sé. Además ella no me gusta a mí.
— Pues Gigi tampoco así que no pasará nada. Es sólo para que no hable.
— De acuerdo— dije—. Pero sigue sin gustarme. Sobre todo porque nosotros no hemos tenido citas y no es justo que vayas a hacer cosas divertidas con ella.
— Cierto, no lo hemos hecho— dijo pensativo—. Hay que planear cosas. Sólo me encargaré de Gigi y una vez que ella no sea ningún problema, haremos muchas cosas divertidas. Además el año pronto terminará y después de eso no tendremos que preocuparnos por ella.
— Eso es cierto... pero me cuesta confiar en ella, es sobrina de una maestra...
— Pero también alguien que se mete en muchos problemas— dijo él—. No respeta las reglas y la escuela no le gusta. Nos ayudará, estoy seguro.

Tuve que quedarme así aunque no me gustaba. No confiaba en ella. Era demasiado bueno para ser cierto. Tenía que hablarle. Curiosamente mi deseo se cumplió.
Por la tarde Harry se acercó a mí y me preguntó si iría con ellos. Había olvidado que le prometí que ir a practicar para la entrevista con él y Tony.

— Está bien— dije.

Le envié un mensaje a Dalton diciéndole que tuve un asunto con el consejo estudiantil y que no podría regresar con él. Me respondió que entonces se quedaría a practicar con el equipo de basquetbol más tiempo.
Seguí a Harry hasta su auto. Tony estaba ahí y no era el único. Gigi lo acompañaba. Obviamente estaría ahí, era su hermana y además iríamos a su casa. Hasta me sentí tonto por no pensarlo.
Subimos. Harry y Tony se sentaron adelante y Gigi y yo en los asientos traseros. Ella me observó pero no dijo nada. Yo tampoco. Entré en pánico en mi mente. ¿Me estaba ignorando? ¿Estaba planeando algo?

Llegamos. La casa de Tony era grande y bonita. Imaginé que debía ser así porque su familia era grande. Fuimos directamente a la sala. Gigi se quedó ahí revisando su teléfono. Nosotros sacamos algunos cuadernos para tomar notas. Entonces Tony muy tímidamente preguntó si deseábamos algo de comer.

— Yo quiero algo dulce— le dijo Harry—. Pero te ayudaré a prepararlo. Emery, espera aquí, no tardaremos.
— Está bien— dije.

Los observé irse. Cuando me giré, Gigi estaba a mi lado, mirándome. Casi me voy de espadas por el susto. De milagro no grité. Sólo la miré sorprendido.

— No sé si debía hablarte— dijo ella—. Pero ya lo estoy haciendo. Así que si es malo para el plan, dímelo. Porque entiendo que el punto es que nadie sospeche... aunque no hay nada entre nosotros así que técnicamente no es malo... ¿O sí? Dímelo, tú eres el genio después de todo.
— Eh... está bien— dije dudoso—. Creo.
— Sé que probablemente no te agrada que yo sepa, Dalton parecía muy preocupado por tu reacción y lo entiendo— dijo ella—. Eres un alumno modelo, obviamente perderías mucho si los descubren. Pero puedes contar conmigo, yo jamás le contaría a nadie.
— ¿Puedo preguntar por qué?— dije.
— Porque Dalton es mi amigo— dijo—. Y la escuela apesta. Además de ser injusta. ¿Porqué parece que les importa más el resultado de un examen que si los estudiantes aprenden o no? Porque yo he tenido que memorizar cosas para no suspender un examen y al día siguiente ya lo olvidé porque nunca lo aprendí. Eso está mal. Y soy muy tonta, si hasta yo me doy cuenta de eso, es porque definitivamente no funciona. Así no deberían ser las cosas.

La miré sorprendido.

— Tienes razón— dije.
— Pero así es el sistema, ¿No?
— Eso parece.
— Pues no lo aceptaré— dijo ella—. Porque además de eso hace que los demás que no tenemos habilidades o gustos por los números y esas cosas nos sintamos bastante idiotas. Es decir, mírame, he ganado muchos certámenes de belleza y nada de la escuela me ha servido para eso. Es como si creyeran que todos tenemos los mismo sueños...
— Cuando no es así para nada— dije—. Lo entiendo.
— Y por eso creo que lo que haces es muy noble. Porque Dalton no es un idiota... ¿O lo es?
— No, él simplemente aprende de manera diferente al resto...
— Y no merece que le vaya mal. Alguien así de bello y simpático no debería sufrir. Así que me alegro que me haya dicho lo que pasa. Porque creo que podría ayudarles.

¿Qué significaba eso? ¿Quería ser nuestra aliada? ¿De verdad?

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora