71. De ingenieron y diseñadores

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Por la tarde fui con Dalton a su casa. Él fue a cambiarse. Yo dije que lo esperaría en la piscina. Me dirigí a ese lugar. Entonces me encontré con la madre de Dalton que sostenía una copa de vino mientras parecía de esas mujeres millonarias que salían en reality shows.

— ¡Emery, qué alegría me da verte!— dijo.
— También me alegra verla— dije un tanto tímido.
— Ven, siéntate aquí— dijo ella mientras me señalaba un espacio a su lado junto a la piscina.

Lo hice.

— Te ves un poco desanimado— dijo—, necesitas tener sexo... ¿Quieres que le diga a Dalton?
— ¡No, claro que no!— dije alterado.
— Pero eso sin duda te podría feliz. A mí me funciona.
— Estoy bien y no me siento triste.
— A mí me parece que sí— dijo ella mientras me inspeccionaba—. No luces como alguien con un novio atractivo... deberías estar feliz, mi bebé está totalmente cautivado por ti.
— Sí pero... es que... yo...

Me cuestionó con la mirada.

— Puedes confiar en mí— dijo—. Guardaré tus secretos. Al menos que vayas a decirme que asesinaste a alguien porque en ese caso tengo la responsabilidad moral de decirle a la policía aún si me agradas mucho.
— No he matado a nadie— dije.
— Qué bien porque de verdad me agradas. Aunque sigo pensando que te ves muy pálido... además de tener sexo también te urge broncearte un poco.
— Estoy bien así, gracias— dije.
— Entonces cuéntame qué te preocupa.

Lo hice brevemente porque de verdad me angustiaba. Ella me escuchó con detenimiento.

— ¿Recuerdas aquella vez cuando te conté sobre que los hombres como mi hijo y esposo tenían una esposa y también amantes?— dijo.
— Traté de olvidarlo pero no pude— admití.
— Qué bueno. Porque en ese momento me parecías más del tipo que podría ser una esposa... pero si todos en la escuela piensan que Gigi es la novia oficial, ¿No serías tú el amante?
— ¡No quiero ser ningún amante!— dije asustado.
— No lo eres, estás aquí ahora... aunque lo pareces en la escuela. ¿Eso te gusta? ¿No te sientes celoso? Porque debe ser frustrante que todos piensen algo erróneo que no puedes desmentir... y si esa chica es tan bonita como dices, los rumores deben ser desalentadores para ti.
— Lo son— dije—. Me hacen sentir muy equivocado. Como si fuera un error que él me quisiera a mí y no a ella.
— Tal vez lo sea— dijo.
— ¿A qué se refiere?
— A que si no puedes admitir que estás con Dalton en público es por algo. No soy una experta en relaciones pero eso no habla muy bien de su futuro, ¿No crees?
— No podemos hablarlo por muchos otros factores, no por eso— dije.
— ¿Significa que si esos factores no existieran, tú admitirías públicamente que estás saliendo con mi hijo?

La miré atentamente. Era un pregunta muy difícil.

— Yo... no lo he pensado— admití apenado.
— Deberías. La graduación llegará pronto. Entonces serán libres. Entiendo que ahora quieras mantener tu relación en secreto aún si eso crea situaciones como las de Gigi, pero no siempre será así. Imagino que por ahora Dalton está bien pero... él se muere por poder ser libre a tu lado sin esconderse. ¿Es algo que también quieres tú?
— No lo sé— dije—. Pero debería, ¿No?
— Dímelo tú.
— Es que es muy complicado... todo lo es últimamente. Porque de repente siento que no sé qué quiero... no estoy seguro de nada y todo me preocupa...
— Tomar decisiones no es fácil— dijo ella—. Más si son importantes. Pero no estás solo. Si dudas sobre algo, consúltalo con más gente. Podrían darte una perspectiva que quizá tú no ves todavía. Y no te angusties demasiado... nadie sabe perfectamente qué es lo que quieres más que tú mismo. Pregúntale a tu corazón, no a tu cerebro. Ahí encontrarás las respuestas. Pero trata de elegir cuando no sea tarde. Porque usualmente las cosas importantes no esperan.

Luego se levantó. Iba a preguntarle por qué cuando vi que era porque Dalton se acercaba. Ella pasó a su lado, lo saludó y se fue. Dalton me miró con curiosidad.

— ¿Te dijo algo?
— Tu madre siempre dice muchas cosas— dije—. Y siempre tiene razón, aunque no me agrade admitirlo.
— Si fue inapropiada dímelo porque ya le dije que no lo haga y...
— Está bien— dije—. Su honestidad me gusta.
— Al menos hay algo de ella que te agrada— dijo—. Porque sinceramente una parte de mí temía que la odiaras. Si nos casamos algún día sería conveniente que al menos alguien de mi familia te agradara. Porque tu abuelo me agrada mucho.

Lo miré atentamente. Él siempre hacía eso pero más últimamente: hablar del futuro.

— ¿De verdad te imaginas casándote conmigo?— le pregunté.
— Sí. En mi mente de hecho ya nos casamos como diez veces. Aunque también imagino muchas otras cosas— dijo—. Qué bueno que no tienes acceso a mi mente.
— ¿Por qué eso es bueno? Me gustaría saber qué piensas.
— Ahora mismo pienso en autos. En realidad no te lo había dicho pero tengo un prototipo de uno. Aún no tiene nombre pero estoy trabajando en eso.
— ¿Cómo hiciste algo así?
— Con ayuda de un ingeniero— dijo—. Pero no te lo puedo mostrar aún porque todavía no está listo. Me emociona mucho que el modelo se encuentre terminado. El ingeniero amó todas mis ideas. Yo imaginé que pensaría que serían estúpidas y estaba dispuesto a lidiar con sus críticas pero curiosamente pensó que todo era bueno. Ahora me hace falta ver a un diseñador que me está ayudando con el nombre y logos que debería tener mi empresa... pero aún no me decido...
— Has hecho mucho tú solo— dije sorprendido.
— Quería sorprenderte. Además como estás muy ocupado con la campaña electoral y con los exámenes no quería molestarte. Cuando tenga todas esas propuestas listas, te consultaré para que elijamos las correctas juntos...
— O quizá también deberías elegir eso tú— dije—. Sabes más y en el ámbito creativo eres mucho mejor que yo.
— Podría... pero... ¿No es algo que deberíamos hacer juntos? Será nuestra empresa después de todo.
— Está bien, confío en ti— dije.
— De acuerdo. Me esforzaré mucho entonces. Haré lo que crea que sea mejor.

Después de eso cambié de tema. Estuvimos toda la tarde hablando de muchas cosas sin importancia aunque él solía meter el tema de la empresa cada vez que podía y no era para menos: la idea lo apasionaba. Amaba de verdad trabajar para realizar su sueño. Y yo me sentía un poco mal porque no sabía nada sobre eso. Sería nuestra empresa pero él estaba más comprometido que yo... y me sentía muy perdido.

Ya en casa eso siguió rondando mi mente. Entonces la madre de Tony me llamó. Me dijo que me enviaría algunas hojas que me podrían ser útiles en mi futuro. Eran algunas estrategias fundamentadas en encuestas y otros datos. Me pareció fascinante. Las envió por correo y me quedé hasta tarde analizándolas.
El abuelo apareció por mi habitación.

— ¿Todavía no duermes?— me dijo.
— No, es que... esto es muy interesante— dije.
— ¿Qué es?
— Algunos datos y estadísticas— dije—. La madre de Tony me los envió.
— Me gusta que te apasione tu futuro pero debes dormir— dijo—. O tendrás sueño mañana.

Luego me deseó las buenas noches y se fue. Me quedé pensando en eso. Porque a esas alturas ya no podía seguir ocultándolo: quería poder ser como la madre de Tony.
Pero también deseaba seguir con Dalton. ¿Qué debía hacer? Ambas cosas parecían totalmente diferentes... muy lejanas... casi como si tuviera que elegir.

Pero imaginé que ya pensaría en eso. Debía existir una forma en la que todo funcionara sin tener que elegir. Yo siempre encontraba las soluciones a cosas así, simplemente debía pensar más...

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora