12. De mafiosos y cirugías de busto

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Por la mañana bastante temprano, sonó la bocina del auto de Dalton. Yo estaba en la cocina desayunando con el abuelo.

— Ahí está otra vez— dijo mi abuelo—, ¿Qué es lo que busca por aquí?

No estaba seguro de lo que estaba por hacer pero ya no había vuelta atrás. Tomé toda mi determinación y hablé.

— Creo que es a mí— dije un poco temeroso, el abuelo me observó.
— ¿Perdón?— dijo él.
— Es decir, el dueño de ese auto está aquí por mí— dije bastante nervioso, el abuelo no entendía nada—. Es un amigo. Tiene un auto y dijo que no era ningún problema llevarme a la escuela así que acepté porque es bastante conveniente y porque así llegaré más temprano a la escuela y eso es bueno para mis calificaciones...

Él me miraba fijamente y yo estaba perfectamente seguro de que ya sabía que todo era una mentira.

— Un amigo— dijo él.
— Ajá— dije muy nervioso.
— No sabía que tenías amigos. Pensé que te estabas concentrando en tus estudios.
— Lo estoy. Él empezará a estudiar conmigo apartir de ahora así que pensó que era bueno para ambos si íbamos juntos a la escuela...

El abuelo no parecía muy convencido. Yo quería llorar de tanta presión. Nunca antes le había mentido y casi podía jurar que él me descubrió nada más empecé. Una parte de mí me decía que dejara de hablar y admitiera que era una mentira. La presión era tanta que sentía que iba a explotar en cualquier momento... entonces llamaron a la puerta.
Me quedé paralizado sin saber qué hacer. El abuelo fue a abrir.

— Buenos días, ¿Emery está listo para irnos?— dijo Dalton de buen humor.
— Por supuesto— le dijo mi abuelo y sonaba más animado que de costumbre—. Él siempre está listo.
— Lo sé, el consejo estudiantil no sería nada sin él.

Eso último había sido una indirecta bastante cruel pero entendí que debía acostumbrarme a eso porque él no pararía. Empecé a tomar control de mi mente y de la situación. No iba a dejar que Dalton dominara todo.
Tomé mis cosas y me acerqué a la puerta. El abuelo y él hablaban sobre su auto.

— Soy un muy buen conductor— le dijo Dalton—. Mis padres no me hubieran comprado este auto de otra forma. Son muy estrictos.
— ¿A qué se dedican tus padres?— le preguntó mi abuelo.
— Papá se dedica a los bienes raíces. Mi mamá tiene su propio negocio de moda.
— Qué interesante. Deben trabajar todo el día, ¿No?
— Lo hacen pero aún así son muy exigentes conmigo y mi hermano— dijo Dalton y parecía tan respetable que por un momento no lo reconocí—. Dicen que una buena educación lo es todo.
— Tienen mucha razón— dijo mi abuelo, yo simplemente no podía creer lo que estaba pasando.
— ¿Entonces no es ningún problema si llevo a Emery a la escuela? No me gustaría causarle molestias.
— Para nada, me alegra que tenga un buen amigo— dijo el abuelo y yo jamás pensé escucharlo decir eso.
— Espero poder ser tan buen amigo como él lo ha sido conmigo— dijo Dalton con una sonrisa.

Eso se estaba empezando a poner raro y hasta escalofriante. Decidí que ya era hora de terminarlo.

— Ya es muy tarde— dije—. Tengo una reunión del consejo estudiantil muy importante.
— Tenemos que irnos— le dijo Dalton a mi abuelo—, pero fue un placer enorme poder conocerlo. Emery siempre habla de usted y esperaba conocerlo pronto. Ojalá que yo le haya causado una buena impresión.
— Claro que sí jovencito— le dijo mi abuelo—. Así que no temas volver pronto.
— Lo haré encantado.

Ambos se dieron la mano. Esa era otra indirecta.
Empecé a enojarme.

— Nos vemos— le dije a mi abuelo y me dirigí al auto.
— Suerte y estudien mucho— dijo mi abuelo.
— Lo haremos— dijo Dalton—. Nos vemos pronto.

Caminé al auto. Dalton me ayudó a entrar no sin antes despedirse de mi abuelo agitando la mano.
Empezó a conducir. No dije nada, sólo lo miré con mucha furia. Él lo notó.

— ¿Qué?— dijo—, ¿Exageré un poco?
— ¿Un poco?— dije enojado—, ¡No sabía quién eras! ¿Qué fue eso?
— Te dije que puedo ser muy agradable si quiero.
— También bastante desagradable— dije.
— Tenía que ganarme a tu abuelo así que dije lo que debía.
— Espera un momento, ¿Todo era mentira?
— No todo— dijo él—. En verdad pienso que el consejo estudiantil no sería nada sin ti.
— ¿Y qué hay con lo de tus padres?
— La verdad es que no sé qué hace mi padre— dijo él pensativo—. Una vez le pregunté cuando era pequeño y me dijo que nunca le preguntara sobre sus negocios. Todo lo que sé es que tiene a muchos hombres trabajando para él y gana bastante dinero.
— ¿Qué tanto?— pregunté asustado.
— Mucho. Tanto que nunca sale de mi casa sin sus guardaespaldas.
— ¿Y eso no te parece sospechoso?
— Una vez la cajuela de su auto empezó a gritar— dijo—. Yo tenía diez años. Me dijo que me compraría mi propia máquina de algodones de azúcar si olvidaba eso.
— ¿Y qué pasó?
— ¿No es obvio? Me compró la máquina y no tuve que olvidar nada. Pero él no lo sabe así que no le digas.

¿El padre de Dalton podría ser un mafioso? ¿Y qué pasó con el hombre que tenía en la cajuela del auto? ¿Y cómo es que a Dalton no le dio una sobredosis de azúcar?

— ¿Y lo de tu madre es cierto?— pregunté.
— En parte— dijo él—. Sí está en el mundo de la moda. Si un día vamos al centro comercial te puedo enseñar cuáles son sus tiendas.
— ¿Es inversionista?
— No lo sé, pero puede entrar a las tiendas a llevarse lo que quiera. El otro día se puso una tienda nueva y me dijo que la esperara mientras iba a comprarla. Se tardó un par de horas pero la consiguió. Es que ella detesta hacer transacciones. Así que es más fácil comprar las tiendas para poder ir cuando quiera.

Simplemente no podía imaginarme eso aunque quisiera.

— ¿Y tu hermano?— pregunté.
— No lo he visto en meses. La última vez que supe de él fue cuando subió una foto a instagram donde parecía estar sobre un yate en el mar en medio de una fiesta.
— Pensé que estaba estudiando— dije.
— Yo también lo pensaba—dijo él—. Pero ese yate no parecía una universidad. Da igual, a mi papá no le importa si estudiamos la universidad o no. Pero sí le interesa que terminemos el instituto.
— Significa que todas esas cosas sobre que tus padres son estrictos eran mentiras.
— Total y absolutamente— dijo él sin pena—. Papá se fue a un viaje de negocios hace dos meses y no lo he visto al igual que mi hermano. Mi mamá debería estar en mi casa pero nunca la veo.
— ¿Y dónde está?
— En un spa o con su cirujano plástico favorito— dijo él—. Como no he necesitado nada de ella no la he buscado.
— ¿Entonces quién cuida de ti? ¿Estás solo todo el tiempo?
— Claro que no— dijo él como si fuera la cosa más obvia del mundo—. En mi casa hay muchas personas. Si necesito algo sólo se lo pido a alguno de ellos y me lo dan.
— ¿Y si necesitas un abrazo materno o un consejo de tu padre?
— ¿Quién necesita eso? ¿Tengo cinco años o qué?
— Sospecho que no te daban siquiera eso a los cinco años— dije.
— Claro que no, mi mamá no podía dar abrazos por sus cirugías de busto. Pero la niñera me abrazaba mucho. Y mi papá no es bueno dando consejos, mi hermano lo dice todo el tiempo. Me ha contado que papá es más un hombre de acción que de palabras.

Ya sabía que mi vida y la de Dalton no tenían nada qué ver pero no tenía idea de qué tanto. Como si fuéramos de otra dimensión.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora