44. De respiros y angustias

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Dalton se ofreció a llevarme al hospital. Era uno que estaba en la ciudad. Tuve suerte de que no lo transfirieran a uno en la ciudad capital, a tres horas de donde vivía. Mis manos estaban frías y me sentía tan angustiado que no quería tener que pasar más tiempo en el auto, sólo quería ver a mi abuelo. Dalton intentó tranquilizarme diciendo que todo estaría bien pero yo me sentía muy preocupado. Llegamos. Fuimos a recepción. Pregunté por el abuelo. Una enfermera me dijo dónde debía ir. No dejaron pasar a Dalton. Él se quedó en la sala de espera aunque parecía que no quería. Yo caminé sientiendo las piernas muy pesadas. Ese lugar olía a desinfectante. Me encontré con un médico afuera de la habitación. Me preguntó si iba por el paciente. Le dije que sí. Me informó que fue un desmayo causado por la hipertensión que sufría el abuelo. Como no habían logrado estabilizarlo, se quedaría ahí hasta el día siguiente para poder observarlo. Me dejaron pasar a verlo. Él estaba despierto. Me acerqué a su cama.

— Pareces preocupado— me dijo—, no deberías, estaré bien.

No dije nada, sólo lo abracé. Quería llorar pero no debía hacerlo.

— Llegaste muy rápido— dijo.
— Dalton me trajo en su auto— dije.
— ¿Él está aquí contigo?
— Se quedó en la sala de espera— dije.
— Es un buen amigo entonces. Pensé que tendrías que pasar por esto solo... lamento preocuparte así. No lo mereces...
— ¡No te preocupes por mí, concéntrate en recuperarte!— dije.
— Me siento bien— dijo—. Aunque no me dejarán ir a casa hoy contigo.
— Te esperaré aquí afuera toda la noche— dije.
— No, irás a casa y...
— ¡De ninguna forma me iré, me quedaré aquí!— dije alterado.
— Emery, mírame— me dijo muy serio—. Estoy bien de verdad. Aquí me cuidarán perfectamente. No debes preocuparte. No tiene caso que te quedes aquí cuando yo estoy mejor. Si algo pasa, te avisarán. Pero no quiero que pases toda la noche sin dormir. Vuelve a casa. Dile a ese jovencito que te lleve...
— ¡No quiero estar en casa, quiero quedarme aquí contigo!
— Sólo será un esfuerzo inútil. No debes hacerlo.
— No quiero irme, en casa sólo me preocuparé más y pensaré en ti...
— Es cierto, no quiero que te quedes solo... ¿Crees que tu amigo quiera quedarse contigo?
— ¿Dalton?— dije.
— Podrías pedírselo. Ya te quedaste una vez en su casa... quizás sus padres le quieran dar permiso de quedarse contigo si les explicas qué sucede.
— Sí pero...
— Emery, no quiero que te preocupes o que sufras— dijo—. Debes ser fuerte. Sólo será por hoy. Mañana regresaré a casa y todo estará bien. Intenta relajarte. Me encuentro perfectamente.
— Pero...
— Es una orden— dijo.

No quería llevarle la contraría... pero no me gustaba tener que dejarlo. Regresé con Dalton. Le conté lo que pasó.

— Entiendo a tu abuelo— dijo—. Si yo estuviera en su lugar tampoco me gustaría que te la pasaras aquí.
— ¡Pero no puedo dejarlo!
— Sé que te preocupa pero intenta entenderlo. Se siente mejor y por eso quiere que vayas a casa. Sé cómo te sientes... pero no hay nada que podamos hacer por él aún si nos quedamos.

Tenía razón... pero no me gustaba esa resolución.

— No quiero ir a casa— dije triste.
— Me quedaré contigo— dijo él—. Te cuidaré. Así tu abuelo no se preocupará. Mañana cuando pueda ser dado de alta, vendremos por él y estarán juntos de nuevo.
— Pero...
— Te prometo que todo estará perfectamente— dijo.

Quería creerle. También deseaba hacer lo que mi abuelo me pidió... pero me molestaba. Terminé aceptando. Me llevó a casa. Ya era noche. Entramos. Se sentía extraño que el abuelo no se encontrara por ahí.

— ¿Tienes hambre?— me preguntó Dalton—, podríamos pedir algo...
— Estoy bien— dije.

Él me abrazó.

— Sé que estás preocupado— dijo—. Pero confía en que todo saldrá bien.
— Lo sé pero... no puedo evitar preocuparme. Mi abuelo es todo lo que tengo. Sólo somos él y yo... no sé qué sería de mí si algo le pasara. Lo amo demasiado y...
— No pienses en esas cosas— dijo—. Sólo te asustarás a ti mismo. Tu abuelo sólo sufrió un desmayo. Le pasa a cualquiera. Y se quedó para que los médicos puedan asegurarse completamente de que está bien. Porque así será, mañana estará aquí contigo como siempre. No tiene caso que te angusties de más. Intenta relajarte y confiar en él. Sabe lo que hace, por eso te pidió volver. Quiere lo mejor para ti.
— Lo sé— dije.
— Entonces intenta relajarte un poco. Respira profundamente. Te sentirás mejor.

Lo hice. Me sentí un poco más tranquilo.

— Así esta mejor— me dijo—. Ahora debes comer algo.
— Pero no tengo...
— Aún así debes comer— dijo—. Compremos comida. Deja que te cuide. Lo haré en nombre de tu abuelo y como tu novio que te quiere mucho. ¿De acuerdo?

Asentí un poco confundido.
Seguí preocupado por el abuelo incluso mientras comía pizza. No podía relajarme por completo aún cuando Dalton intentaba conversar sobre cosas graciosas. No estaba de ánimo para nada. Él lo notó.

— ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?— me dijo preocupado—. Porque no importa qué sea, lo haré.
— Ya me has ayudado mucho— dije—. Estoy muy agradecido. No debes hacer nada más...
— Me preocupas de verdad. Así que si puedo hacer algo, dime.
— Está bien. Gracias— dije.

Saber que se preocupaba por mí me hizo sentir valorado. Como si de verdad me amara. Yo le importaba. Se sentía bien no tener que pasar por eso solo.

Después de cenar, decidí tomar um baño para relajarme. Él me esperó en mi habitación. Salí. Dalton estaba leyendo la carta de recomendación que el abuelo de Zac me escribió.

— Esto está muy bien escrito— dijo él—. Sin duda entrarás a esa universidad muy fácilmente.

Me senté en mi cama. Dalton me observó.

— No sé si quiero hacer eso— dije.
— ¿Eh? ¿Por qué?
— Si entro a esa universidad tendré que irme de la ciudad y el abuelo no quiere ir conmigo— dije—. Si se queda tal vez pueda volver a ponerse mal y... no estaré para él. No quiero que eso pase...
— Tu abuelo estará bien... aunque no creo que sea bueno que se separen. Presiento que ambos se la pasarán preocupados por el otro. No tienes que irte tan lejos necesariamente, ¿Cierto?
— El abuelo y yo hemos planeado mi futuro por mucho tiempo. Él quiere que así pasen las cosas... pero no sé si es lo que quiero. Pensaba que sí pero... esto cambió las cosas por completo. Estaría muy lejos de él y de ti también.
— Yo podría ir contigo— dijo.
— Tú tienes tus sueños también— dije—. No te pediré que los abandones. En cambio yo no estoy seguro de nada ahora y...
— Entonces no lo hagas— me dijo—. Si no estás seguro no tomes esa decisión. Quédate conmigo. Juntos empezaremos el negocio que quiero y podrás estar cerca de tu abuelo.
— Pero es que...
— Nos irá bien— dijo muy seguro—. Yo me encargaré de la parte creativa y tú de los números y todo eso. Seremos imparables.
— Es que... no lo sé.
— Piénsalo— dijo—. Así no tendrías que renunciar a nada. Sería más fácil. También lo nuestro. Apuesto a que a tu abuelo le gustaría que no tuvieras que irte.

Yo también creía que él preferiría que me quedara.

— Lo pensaré— dije.
— Por lo mientras, ven, dormiremos mientras te abrazo. Todo estará bien, ya lo verás. Confía en mí.

Me sonrió. Le regresé la sonrisa. Me abrazó. Sí, se sentía como si todo pudiera salir bien si me quedaba. Si estábamos juntos.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora