60. De flores y botones

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La primera vez que Dalton y yo tuvimos sexo fue tan increíble para mí que jamás lograría olvidarlo. Creía que lo sentía así porque fue mi primera vez, pero al parecer también fue bueno para él porque en ese partido estaba tan concentrado que daba miedo. Yo simplemente lo miraba bastante confundido. ¿De verdad tanto deseaba volver a tener sexo?

Harry y Tony se acercaron a mí. Los observé.

— Este está siendo un partido increíble— dijo Harry—. Dalton está en llamas. Y yo que creía que no podía mejorar más...
— Parece... motivado— dijo Tony.
— Hay mucho en juego— dijo Harry.
— ¿Qué?— dije alterado.
— Sí— dijo él—. Se están jugando la clasificación.
— Ah, eso— dije aliviado.

Por un momento pensé que Harry sabía de lo nuestro. Realmente nadie lo sospechaba siquiera, principalmente porque las chicas seguían apoyándolo mucho. Entre ellas se encontraba Gigi.

— Por cierto— dije—, Gigi dijo que apoyaría a Laura.
— También nos contó— dijo Harry—. Es raro que cambiara así de opinión. Creo que es porque al final no pudo negarse a una petición de Tony. Es su hermano después de todo.

Yo no podía decirle de la treta que usé para convencerla.

— Probablemente— dije.

Miré el partido un buen rato. Dalton se veía muy serio. Eso era raro pero... de alguna forma esa faceta suya me gustaba también.
A mi lado pasaron unas chicas. Letty estaba con ellas. Me saludaron. Les regresé el saludo.

— Has cambiado mucho— me dijo Harry.

Lo observé.

— ¿De qué hablas?— dije.
— Es que hace unos meses nadie podía pensar en hablarte siquiera.
— Pero tú me hablabas.
— Porque debía— dijo—. Estamos en el consejo estudiantil, es inevitable que hablemos. Pero muchas veces sentí que te molestaba cuando lo hacía. No sé, parecías alguien que prefería el silencio y la soledad.
— Es algo que sí prefiero.
— Pero ya casi no lo parece— dijo—. Porque luces más animado, hablas con muchas personas, vas a fiestas y vienes a estos partidos... definitivamente cambiaste un poco.

Era por Dalton. No me había dado cuenta de lo mucho que cambié. Eso me hizo feliz. Él de verdad fue muy positivo para mí...

— No eres el único— dijo Harry—. Dalton también ha cambiado mucho. Me encargo de hacer las estadísticas de las calificaciones de los alumnos y él ha mejorado notoriamente. Un profesor me dijo que era raro todo eso pero yo no lo creo. Míralo, parece muy concentrado. Antes solo se la pasaba perdiendo el tiempo en los recesos con los demás, ahora dicen que casi todos los recesos se queda en el salón de clases estudiando y hablando por teléfono. Yo creo que habla con su tutor privado. Es algo muy bueno. Se está esforzando mucho.

Realmente yo era el culpable de casi todo eso... pero la verdad era que sí había cambiado bastante. Era una mejor versión de sí mismo. Y no sólo por mí... sino porque sentía que estaba muy motivado por su sueño.

— Es inspirador— dijo Harry—. Ver a tantas personas dando lo mejor de ellas... me dan ganas de esforzarme mucho.
— A mí también— dije.
— Hablando de eso, Tony y yo nos reuniremos mañana en su casa para practicar para la entrevista. Deberías venir. Será después de clases. Te llevaré en mi auto.
— Pues es que...

No podía decirle que quizá ya no me interesaba tanto esa entrevista pero imaginé que no pasaría nada si lo hacía. Me daba curiosidad además.

— Lo haré— dije.
— Bien— dijo él feliz.

Eso me animó mucho. Harry tenía razón, yo cambié mucho. Antes no se me hubiera ocurrido nunca reunirme con alguien para hacer algo así. Más si sabía que eran mi competencia.

Terminó el partido. Me despedí de los demás y fui directamente al estacionamiento. Esperé afuera del auto. Dalton llegó después de un rato.

— ¡Rápido, sube al auto!— me dijo.
— ¿Qué?— dije.
— ¡Tengo prisa, hay que llegar rápidamente a mi casa!
— ¿Por qué? ¿Ocurrió algo malo?
— No pero tengo muchas ganas de tenerte así que date prisa o lo haremos en el auto.
— Amas tu auto, no sería higiénico hacerlo ahí— dije.
— Yo... podría hacer un sacrificio... pero prefiero que no así que mejor entra. Además no sería cómodo.
— ¿No lo sería? Parece haber mucho espacio ahí adentro.

Se me quedo mirando. Conocía esa mirada, estaba imaginando cosas.

— No sé qué estás pensando pero no pasará— dije.
— Pero no te he dicho en qué pensaba.
— No hace falta, creo que sospecho qué es— dije.
— Tienes razón, no te gustaría— dijo—, ahora hay que irnos... pero antes deja que te abrace.
— No, alguien podría vernos.
— ¿Y?
— Eso sería malo para nuestro trato... y para tu club de fans que van a verte cada partido.
— Ellas no me interesan para nada.
— A mí sí— dije—. Me agrada que mucha gente piense que eres increíble. También debería gustarte.
— ¿Piensas que soy increíble?
— Sí, hoy no te golpeó un balón y estoy bastante impresionado por eso.
— Si eso te impresionó espera a que lleguemos a mi casa— dijo.

Lo miré con curiosidad. Se acercó a mí.

— Sólo abrázame— dijo.

Lo hice. Eso me gustaba. Los dos juntos, como si nada más importara. Estuvimos así unos segundos. Sobre todo porque a Dalton le urgía llegar a su casa. En el camino parecía muy ansioso. Una vez que estuvimos en la puerta y Nancy se acercó, yo iba a saludarla cuando él me levantó en sus brazos.

— ¡No hay tiempo para saludos, hay que irnos!— dijo.
— Pero yo...

Me llevó a su habitación. Ya ahí me bajó suavemente. Miré alrededor. Se veía diferente.

— Mi mamá me dio muchos consejos— dijo él—. Son raros pero según ella ayudan a crear un entorno mejor...
— ¿Y por eso las luces están tan tenues?
— No es el único cambio— dijo—. Mira, tengo flores.

Observé un jarrón sobre el buró.

— Son... bonitas— dije—. Honestamente no entiendo su utilidad pero... ¿Qué estás haciendo?
— Me quito la ropa— dijo muy tranquilo mientras lo hacía.
— No creo que...

Se acercó a mí y empezó a desabotonar mi camisa.

— Puedo hacer eso yo mismo— dije.
— Quiero hacerlo yo.

Sin embargo estaba tan ansioso que perdió la paciencia.

— ¿Porqué son tan pequeños estos botones?— dijo molesto.

Tomé sus manos. Lo miré.

— Deberías relajarte un poco— le dije muy abrumado—. Estoy aquí... no me iré a ninguna parte. Tenemos todo el tiempo del mundo. Así que podemos ir despacio...

Me besó. Mi cara se incendió rápidamente. Me sujetó de la cintura. Me abracé a su cuello. Era mucho más alto que yo así que lo atraje un poco a mí.
Me perdí en ese beso tanto que cuando nos separamos para tomar aire, me sentía hasta mareado. Creía que eso me pasaba porque no estaba totalmente acostumbrado a él y por eso me ponía así de nervioso... sin embargo estaba empezando a pensar que mi corazón siempre iba a latir como loco al tocarlo porque me gustaba tanto que ese sentimiento de nerviosismo no se iría jamás... y estaba bien. Era abrumador pero... tal vez el amor era así de emocionante. Así de intenso. Así de fuerte. Así de increíble.

Cuando Dalton logró entrar en mí esa tarde, comprendí que en efecto, ese sentimiento que se expandía en mi pecho y me daba ganas de llorar, era amor.
Y estaba bien. Perfectamente bien. Me hacía increíblemente feliz.

Lo que yo no sabía era que ese amor sería el culpable de que nos descubrieran. Porque cuando Dalton me abrazó en el estacionamiento, alguien nos estaba viendo.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora