75. De playas y aviones

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Llegó el día de mi entrevista. Había practicado tanto que me sentía muy listo. Además Dalton me acompañó hasta allá. Dijo que podría ser bueno que fuéramos juntos para acostumbrarnos a nuestro futuro. El abuelo no iba a poder ir conmigo así que le agradó la idea de que no fuera solo. No le habíamos comentado sobre nosotros porque queríamos hacerlo en la graduación.
Creí que el viaje en avión sería pacífico y largo hasta que me encontré con Tony y su mamá.
Nos sorprendió vernos. Era una coincidencia que nuestro vuelo fuera el mismo. Tony observó a Dalton. No debía entender por qué estábamos juntos.

— Hoy es el día de las coincidencias— le dije—. Porque además de encontrarme con Dalton también me encontré contigo.
— Sí, yo... iré a visitar a un amigo— dijo Dalton—. Qué raro es encontrarme a tanta gente conocida.
— Es que en veces coincidimos con personas que no esperábamos— dijo la mamá de Tony—. Yo por ejemplo una vez me encontré con dos de mis ex novios en el mismo bar. Fue incómodo.
— Me imagino— dijo Dalton.
— Pero ahora al menos ustedes dos podrán estudiar juntos— me dijo la mamá de Tony.
— Sí, es muy conveniente— dije.
— ¿Tu abuelo no pudo acompañarte?— me dijo ella.
— No, por problemas de salud fue mejor que se quedara.
— Entonces viajaste solo. Pero pareces tan independiente que seguramente no es ningún problema para ti. Yo por otro lado no podía dejar a mi bebé ir solo. Me moriría de la preocupación.
— Pero para la universidad deberá vivir solo, ¿No?— dije.
— No, él y Harry compartirán un departamento— dijo ella—. Ya lo hablé con su padre y está de acuerdo. Son tan buenos amigos y como irán a la misma universidad parece una buena idea. Es mejor a que viva solito.
— Es una gran idea— dije.

Ella miró a Dalton.

— ¿Por qué dices que viajarás?— le preguntó.
— Para visitar a un amigo— dijo Dalton.
— Y eres de la misma escuela que Emery, ¿No?
— Así es.
— ¿Y ustedes no son amigos?
— No exactamente— dije.
— Sólo nos conocemos y ya— dijo Dalton.
— Qué raro... es que siento como que hay algo entre ustedes... no sé, como química o algo... pero si no se conocen podrían aprovechar este vuelo para hacerlo. Siempre es bueno tener un amigo nuevo.

La intuición de ella era muy buena. Imaginé que a eso se refería Gigi cuando me decía que su mamá siempre sabía cuando ella hacía cosas malas.
Por suerte el vuelo fue bastante tranquilo.
No hablé tanto con Tony porque parecía concentrado en leer algo. Imaginé que estaba estudiando. Yo traté de hacer eso pero no pude.

— Quiero estudiar pero no logro concentrarme— le susurré a Dalton.
— Pero ya has estudiado mucho. Ahora sólo relájate— dijo.
— No creo poder hacer eso siquiera— dije.
— Sé qué podría ayudar.

Tomó mi mano. Nadie nos estaba viendo así que lo dejé. Estaba tibio. Le sonreí. Me sentí mejor.
Llegamos después de un largo viaje. La entrevista sería hasta la tarde así que aún teníamos tiempo. Tony y su madre dijeron que me verían en la universidad porque debían ir a visitar a alguien. Una vez que ya no estuvieron ahí, pude sentirme aliviado.

— Al fin se fueron— dijo Dalton—. Ahora dame tu mano.
— ¿Qué?— dije.
— Hay que escandalizar a esta ciudad. Somos una pareja como cualquier otra así que podemos caminar de la mano.
— De verdad quiero hacer eso— dije—. Aunque creo que debería estudiar.
— Te irá bien— dijo—, ahora disfrutemos de esta ciudad. Hace bastante frío pero deben haber cosas divertidas por hacer.

Efectivamente encontramos demasiados lugares interesantes. Incluso fuimos a patinar sobre hielo. Dalton no lo logró pero aún así dijo que fue divertido.
Después buscamos la universidad cuando ya casi era la hora para que empezaran las entrevistas.

— De verdad hace frío en esta ciudad— dijo él—, ¿Las personas de aquí no extrañarán al sol?
— Creo que no, porque ya están acostumbradas a esto.
— Cuando vivamos por aquí trataremos de viajar a la playa con regularidad. Me gustaría mantener mi hermoso bronceado... ¿Por qué hay tantas personas aquí?

Estábamos afuera de la universidad. También me sorprendió ver tanta gente.

— Esta escuela es una de las mejores del país— dije—. No me sorprende que hayan muchas personas que quieran ganarse una beca. Aunque son muy pocas las que dan... la gran mayoría no tendrá una...
— ¿Y eso no te pone nervioso? Porque te ves muy tranquilo.
— Por dentro soy un desastre— dije—. No se ve pero sí me siento muy nervioso.
— No deberías. Mírame.

Lo hice. Puso sus manos sobre mis hombros. Me miró seriamente.

— Todo saldrá bien— me dijo—. Eres un genio. Entrarás a ese lugar, deslumbrarás a esas personas, ganarás esa beca, yo te esperaré aquí y cuando salgas iremos a festejar hasta que nos cansemos o yo me congele porque hace mucho frío... pero estarás bien y todo irá perfecto. ¿De acuerdo?
— Está bien— dije.
— Ahora ve y consíguelo— dijo.

Eso hice. Teníamos un número de turno que nos asignaron cuando nos registramos así que esperé adentro pacientemente a que me tocara. El lugar era grande y bonito. Me imaginaba estudiando ahí definitivamente. Todo saldría bien.
Me llamaron. Pasé a una habitación. Habían dos personas adentro. Respiré profundamente. Pensé en Dalton. Me sentí mejor y más confiado. No tenía nada de qué preocuparme.

Las preguntas al principio fueron sencillas y todas me parecieron muy lógicas. Pero después llegaron las que hablaban sobre el futuro. Esas las contesté hasta con alegría porque me emocionaba mi futuro. Me veía a mí mismo haciendo lo que la madre de Tony hacía, viviendo con Dalton por ahí. Era perfecto. Simplemente ideal. Todo terminó y aunque no sabía mi resultado, me sentía bien. Salí. Estaba nevando levemente. Busqué a Dalton. Corrí para abrazarlo.

— ¿Y bien?— dijo.
— Me siento tranquilo— dije—. Aún si no me la dan... está bien.
— Así se habla— dijo feliz—, ahora vayámonos porque ya está nevando y no quiero congelarme.

Habíamos reservado una habitación en un hotel porque no podíamos regresar ese día, ya era tarde. En realidad Dalton había elegido el lugar. Eso se notaba porque el edificio parecía costoso. Y la habitación era simplemente hermosa. Tenía su propia chimenea. Dejamos nuestras cosas y él dijo que debíamos ir a cenar.
Fue una de las mejores cenas de mi vida (aunque no tenía idea de lo que comí porque su nombre era impronunciable), imaginé que más que la comida, era por Dalton. Siempre tenía algo gracioso por decir y me hacía reír. No me cansaba de estar con él. Las horas no eran suficientes. Necesitaba más.

Por la noche regresamos a nuestra habitación. La chimenea estaba encendida. Se sentía muy bien. Me senté en el suelo sobre la alfombra.

— Podría acostúmbrarme a esto— dijo él mientras se sentaba a mi lado—. Es simplemente perfecto.
— Yo también lo creo— dije.
— Pero puede ser más perfecto— dijo.
— ¿De verdad? ¿Y cómo?
— Si quieres te enseño— dijo—. Pero tu ropa me está estorbando.
— También la tuya— dije.

Sonrió.

— Ven aquí— dijo.

Me arrojé a sus brazos.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora