47. De récords y hombres enojados

135 42 10
                                    

Siguieron jugando. No sabía nada de basquetbol pero gracias a los comentarios de Harry, entendí que Dalton se equivocó mucho el resto del partido.
Terminó y ganaron de todas formas así que Harry seguía feliz.

— ¡Ganamos, qué increíble!— dijo él feliz mientras nos dirigíamos a la salida.
— Fue un partido muy emocionante— dijo Tony.
— Aunque es raro que Dalton se portara muy torpe al final— dijo Harry—. Porque jugó muy bien.
— Tal vez estaba cansado— dijo Tony.
— Sí, debe ser por eso— dijo Harry—. Porque aunque se equivocó un par de veces, hasta ahora este ha sido su mejor partido.
— ¿De verdad?— dije.
— Sí, rompió su propio récord de puntos en un partido— dijo Harry—. Ojalá mantenga este nivel hasta el torneo de final de año. La escuela necesita otro trofeo.

Nos quedamos en la puerta. Se veía muy nublado.

— Va a llover muy fuerte— dijo Tony mientras miraba el cielo.
— Emery, ¿Ya te vas a casa?— me preguntó Harry—, ¿Quieres que te lleve en mi auto? También llevaré a Tony.
— Está bien, no es necesario pero gracias— dije.
— ¿De verdad? Porque parece que será un fuerte tormenta— dijo Harry.

En realidad yo no sabía si debía buscar a Dalton o no.

— Yo... creo que...

No terminé de decir lo que diría porque Jason apareció. Lo observé.

— Hey, ese fue un partido excelente— le dijo Harry feliz.
— Gracias— dijo Jason mientras aún tenía el uniforme del equipo puesto—. Hemos entrenado muy duro... ¿Ya se van?
— Sí, parece que va llover terriblemente— le dijo Harry—, ¿Ya sabes cómo volverás a casa? Porque yo puedo llevarte. Dejaré a Tony y a Emery en sus casas también.
— No me gustaría molestarte pero te lo agradecería mucho— le dijo—. Antes debo ir a cambiarme. Emery, hay algo que quiero mostrarte ya que estás aquí.
— ¿A mí?— dije.
— Así es, ven conmigo— me dijo, luego miró a los demás—, los alcanzaremos en el auto luego.

Harry y Tony se fueron. Seguí a Jason. Eso había sido raro. Fuimos a los vestidores. Ya casi todos estaban saliendo de ahí, apresurados por la inminente tormenta. Hasta el lugar se veía más oscuro.

— ¿Está bien que yo me encuentre aquí?— dije.
— Claro— dijo muy tranquilo.

Al fondo del lugar estaba alguien sentado en una banca cabizbajo.

— Dalton, te buscan— le dijo Jason.

Lo miré sorprendido. ¿Jason sabía sobre nosotros? ¿Dalton le contó? Jason me miró. Sonrió. No dijo nada pero de alguna manera entendí que estaba bien que él supiera.

— ¡Ya le dije al entrenador que eso no volverá a pasar!— dijo Dalton molesto.
— No es el entrenador— dijo Jason.
— ¡Entonces no me interesa!— dijo Dalton muy molesto.
— ¿De verdad?— dijo Jason—. Qué lástima. Me imagino que no me queda más que llevarme a Emery...

Dalton se giró. Me miró sorprendido. Se levantó. Lo observé totalmente asombrado.

— Ven Emery— me dijo Jason—, como Dalton sigue enojado nos iremos con Harry, que se ofreció a llevarnos a casa...
— ¿Qué?— dijo Dalton molesto—, ¿Con Harry? ¿Desde cuando él es tan amable?
— Eso no es lo que debería enojarte— le dijo Jason.

Luego me observó y puso su mano en mi hombro.

— ¿Quieres que me vaya o que me quede mientras hablas con este hombre enojado?— me preguntó.
— Eh... no lo sé— dije confundido.
— ¡Jason, no lo toques!— dijo Dalton—, ¿Por qué todos quieren tocarlo hoy?

Miré a Dalton muy sorprendido.

— ¿Por eso estas tan enojado?— le dije sin poder creerlo—, ¿Eres idiota o qué te pasa?
— Creo que debería irme, sin duda puedes con esto— me dijo Jason—. Le diré a Harry que te llevarán a casa. Buena suerte.

Salió del lugar.
Miré a Dalton enojado.

— ¿En serio?— dije—, ¿No deberías estar molesto por haberte equivocado tanto al final del partido?
— ¡También estoy molesto por eso y es culpa de Harry igual!— dijo enojado—, ¡Él estaba muy feliz tocándote y eso es algo que sólo debería hacer yo! ¡Por su culpa estuve distraído el resto del partido porque no podía dejar de pensar que se encontraba muy cerca de ti! ¿Y por qué estabas con él? Es más, ¿Por qué no me avisaste que vendrías? ¡Casi me da un infarto nada más al verte!

Lo miré. Se veía bastante alterado. Me acerqué. Me detuve frente a él. Suspiré.

— Eres un idiota— le dije.
— ¿Eh?— dijo confundido.
— No puedo creer que seas tan inseguro...

Entonces recordé que de no ser porque Gigi me interrumpió, yo me habría ido porque me sentí tan inseguro por lo que dijeron esas chicas que preferí abandonar todo.

—... aunque yo también lo soy a veces— admití—. Casi siempre. Pero tú no deberías. Porque terminé mi proyecto rápidamente y vine a verte jugar... aunque no sé nada de basquetbol... y casi no llego porque no sabía si a ti te gustaría verme... pero quería poder estar aquí... luego tú te pusiste muy torpe, te golpeó un balón y casi salgo corriendo hacia ti para ver si estabas bien... así que no deberías odiar a Harry porque eres la única persona que me importa...

Eso había sido muy vergonzoso. Miré a Dalton con inquietud. Él ya no parecía molesto. Se veía muy sorprendido.

— ¿Entonces de verdad me quieres mucho?— dijo sorprendido.
— Pues sí... de otra forma no estaría aquí...

Mi cara debía estar roja de tanto decir cosas vergonzosas. Lo miré.

— Emery, cásate conmigo— dijo muy serio.
— ¿Qué?— dije sorprendido.
— Ya lo decidí, es algo que debemos hacer definitivamente.
— ¡No, claro que no!
— ¿Por qué no? ¿Acaso no soy la única persona que quieres?
— ¡Sí pero no me casaré contigo! ¡Ya te lo dije muchas veces! ¿Por que estás diciendo estas cosas tan raras? ¿Te afectó el balón que golpeó tu cabeza?
— Emery, no necesito que algo me golpeé para que me quiera casar contigo— dijo.
— Pues parece... porque sinceramente una parte de mí aún no puede creer que quieras salir conmigo. Porque todos piensan que eres sensacional... y yo también lo creo pero... parece imposible a veces...
— ¿Qué es imposible?— dijo.
— Que me quieras.
— ¿Por qué? Tú también me quieres a mí así que tiene sentido... al menos que te guste Harry porque en ese caso lo odiaré hasta que me muera.
— No me gusta Harry— dije—, déjalo en paz. No es sobre él, es sobre nosotros. Tú no puedes ser tan inseguro y yo tampoco, no está bien...
— Por eso deberíamos casarnos— dijo.
— No es cierto, simplemente debemos confiar más en nosotros.
— De verdad debes odiar la idea de casarte, ¿No?
— Sí, en parte así es— dije—. Tengo 17, no puedo simplemente casarme contigo, sobre todo si aún te veo y no puedo creer que seas mi novio...
— ¡Oh por dios, soy tu novio, qué genial suena!— dijo feliz.
— Sí, yo también acabo de asimilarlo— dije—. Aunque no sé porqué te hace feliz. A mí me causó ansiedad. Es demasiado complicado...
— ¿Ser mi novio es complicado?— dijo—, ¿Por qué? Sólo debes amarme y ya. Es simple. Quizá también debas casarte conmigo algún día pero de eso ya podemos hablar luego.

Eso me hizo reír.

— Cuando lo dices así parece fácil— dije de mejor humor.
— Porque lo es— dijo.

Sonó un trueno muy fuerte.

— De acuerdo, eso fue escalofriante— dije.
— ¿Te asustan los rayos?
— No, sólo la posibilidad de que me mate uno.
— Pero pensé que las posibilidades de eso eran mínimas.
— Pero siguen existiendo— dije—. Y recuerda que tengo mala suerte. Podría pasarme.
— No te preocupes, eso jamás ocurrirá. Te cuidaré.
— No me imagino qué podrías hacer tú contra un rayo.
— Yo tampoco pero creí que eso es algo que querrías escuchar. Porque pareces asustado.

En efecto así era. De verdad me conocía.

— No te angusties, todo estará bien— dijo—. Mi buena suerte contrarestará tu mala suerte. Así que dame tu mano.

Me ofreció la suya. La sujeté. Él tomó sus cosas y salimos de ahí. Afuera no había nadie. Así que caminamos juntos hasta el auto.
Me sentí seguro. De repente la tormenta ya no importó. Todo lo que podía pensar era en la calidez de su mano mientras sostenía la mía.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora