67. De caras rojas y explosiones

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— Está... bien— dije en un susurro.

Sus manos ya estaban sosteniendo mis piernas así que sólo las deslizó suavemente. Me sentía tan apenado que no quería moverme.
Sentí sus dedos en mis glúteos. Se acercó a mi entrada. Traté de relajarme un poco. Uno de ellos entró lentamente.

— Emery, estás muy húmedo— me dijo.

No pude decir nada porque me estaba concentrando tanto en no perder la cabeza sólo porque me tocara así.

— Es raro... porque usé condón— dijo.
— ¿Eh?— dije sorprendido y avergonzado.
— ¿Se habrá roto?
— Yo... no sentí... ningún condón— dije con dificultad, era raro hablar cuando lo sentía tocándome así.
— Debió romperse— dijo—, porque estás de verdad muy... muy húmedo... no me estoy quejando, no me malinterpretes...

Entonces metió un segundo dedo. Definitivamente lo sentí. Solté un pequeño gemido.

— ¿Estás bien?— dijo.
— Lo... estoy...
— Pero... estás temblando un poco... ¿No quieres que me detenga?
— Mmm... no— dije con mucha dificultad...
— ¿Estás seguro? Porque eres muy pequeño... si te estoy lastimando deberías decirme... aunque suena tonto que me preocupe por eso ahora puesto que hace unos minutos estaba dentro de ti...
—Estoy bien— dije, traté de controlar mis nervios.
— ¿Significa que si quiero entrar en ti, puedo hacerlo por completo?
— ¿Eh?
— Es que siempre me estuve limitando un poco... porque de verdad me pareces muy pequeño y... pensé que si todo yo entraba en ti podría lastimarte así que...
— ¿Qué?— dije totalmente sorprendido—, ¿Eso no era todo?
— No, definitivamente no. No iba a entrar en ti totalmente siento tú virgen. Eso definitivamente te habría lastimado.

Yo, que apenas y podía respirar cuando él entraba en mí, no podía creer que al parecer eso no era todo. ¿Qué tan grande era él? Imaginé que de tocarlo yo tanto como él me tocaba, lo sabría. Sin embargo eso no pasó y mi mente era un caos sólo por saberlo.

— Pero no te preocupes— dijo—. Esperaré a que estés listo... así que si algo te molesta, dímelo...

Eso me molestaba. La idea de ser tan pequeño que él tuviera que limitarse y ser demasiado considerado. ¿Qué tan excitante podía ser algo si se estaba conteniendo?
Iba a decirle algo cuando comenzó a mover sus dedos más profundamente y era imposible que yo me concentrara en otra cosa que no fuera en eso. Me sentía tan caliente y pesado que nuevamente me concentré en respirar y existir. Generalmente solía sostener las sábanas con los puños para evitar sentirme tan perdido pero en ese instante todo lo que estaba debajo de mí era su pecho así que simplemente me encogí un poco ahí mientras trataba de no enloquecer.

— ¿Se... siente bien?— me preguntó—, porque estás gimiendo mucho...
— E... estoy bien... yo...

Hablar era difícil.

— ¿Ya puedo entrar en ti?— dijo.

Se detuvo. Me quedé sintiéndome muy perdido y hasta un tanto cansado. Él sostuvo mis caderas suavemente. Lo dejé, mi cuerpo se sentía bastante pesado. Entonces sentí que algo se presionaba contra mi entrepierna. Respiré con inquietud.

— Relájate un poco— me susurró.

Traté de no tensarme. Lo sentí entrar. Aún cuando ya lo habíamos hecho muchas veces antes y esa era la segunda en ese día, seguía siendo difícil cada vez que debía entrar. Yo era pequeño y aún si ya me había preparado o estaba muy húmedo, no dejaba de ser complicado. Entró lentamente. Yo cerré los ojos y me quedé quieto contra su pecho tratando de no enloquecer.

— Ya está— me dijo—, ¿Te encuentras bien?

No dije nada.

— ¿Emery? Es que lo único malo de esta posición es que no puedo ver tu cara...
— Para mí... es algo bueno— dije con dificultad.
— No lo es. Me gusta verte. Pones una expresión muy sexy cuando lo hacemos. Apuesto a que debes tenerla ahora...

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora