El diamante

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Mansión Shannel, Las Vegas, Nevada, 7 de enero de 1987

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Mansión Shannel, Las Vegas, Nevada, 7 de enero de 1987

   Christian  bajó las escaleras detrás de Selena, también acaba de salir de la ducha, así que llevaba puestos solo unos jeans azules. Se quedó mirando sorprendido la reunión, primero clavo sus ojos en Melinda como si no le agradara su presencia. Pero luego me miró.

  No pude evitar que los ojos se me humedecieran en cuanto estuvo frente a mi, y es que había algo que sentía en mi pecho que no podía explicar.

—A- Alana... ¿Alana? —Se aclaró la vista como si estuviese alucinando.

  No pude evitar correr hacia él con los ojos vueltos un mar, me lancé sobre él para que le levantarla con sus brazos y me sostuviera en un abrazo. Pude sentir como el dio un suspiro antes de echarse a llorar en medio de leves risas, como si se sintiera aliviado de una manera irónica.

—¿Cómo es que...? Yo te vi caer, la forense dijo que te habían incinerado... Austin esparció tus cenizas en el mar el año pasado... ¿Cómo es posible?

—¡Es una larga historia! Sé que tienes preguntas pero ahora no es el momento para responderlas, solo sígueme abrazando... ¡Te extrañé mucho! —Cerré los parpados por un par de segundos y él también, felices de habernos reencontrado hasta que su gemelo interrumpió.

—¡Te pondré al día, hermanito! —dijo alegremente— Los chicos rubios de allá son nuestros cuñados, ambos novio de Melinda, se llaman, Dynia y Alejandro, lo cual es sorprendente porque pensé que su novio aún era él musculoso con barba de ahí,  pero ya no lo es porque ahora es gay y está saliendo con el chico delgado que viste a la moda de allá. ¡Oh casi lo olvido! ¡Y sorpresa!  Alana Monroe, estaba muerta pero ya no lo está y pasó de ser la enemiga mortal que Melinda llamaba "puta" a ser una de esas chicas a la que llama "preciosura".

   Todos pusimos una pose de incomodidad, en definitiva, la imprudencia de Melinda era un mal congénito.

—¡Gracias, por esa esclarecedora presentación hermanito! —Melinda arrastró entre los dientes las palabras con una dosis de sarcasmo épica—. ¿Mejor porque no nos dices que hace Selena Bordeu aquí? —La señaló con la mano extendida.

—¡Según entiendo, a la marginada estaban apunto de deportarla a Canada después de que cerro el Club Devon y bueno... Christian es un alma muuuuy caritativa, tenía miedo de que pasara hambre y la trajo aquí a comerse su banano! —No eran amigos, ya lo noté, y al parecer por la forma en la que ella me miraba, parecía que nosotras tampoco.

—¡Suficiente! —Hizo Christian una leve reverencia sin dejar de mirarme—. Te explicaré luego... —Dijo susurrándome antes de volver a dirigirse a todos—. ¡Oh, iré por una botella de mi colección especial para celebrar, vuelvo en un segundo! —Christian corrió dejándonos a todos en el salón.

Selena se quedó mirándome con recelo y yo no le aparté la mirada, al contrario, la endurecí.

—¡Alana Monroe! ¡La prostituta más grande del Club Devon en Los Ángeles! —Me insinuó de manera muy venenosa.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora