Juventud, divino tesoro

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Tower Hamlet, Londres, Inglaterra, 21 de marzo de 1985 (Un año antes)

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Tower Hamlet, Londres, Inglaterra, 21 de marzo de 1985 (Un año antes)

   De pie, frente al espejo, con un aspecto de descanso excesivo y el cabello desordenado, me miro un momento sin saber por dónde empezar a arreglar mi desastre. Siento mi piel fresca y aromatizada con almendras, ¡Y sí que amo las almendras!

   Al sentir ese aroma puedo oír en mi mente el chasquido de las semillas siendo quebradas por nuestros saltos, puedo ver la cara de Mailette sonreírme con calidez, y puedo revivir el momento en el que Ashton me tomó de la mano por primera vez.

  El rímel hacía resaltar el color obscuro de mis ojos, y hacía un contraste magnífico con mi cabello negro profundo y mi piel blanca. Tomé de mi armario un vestido rojo, perfecto para cualquier ocasión, un regalo de mi madre por mi cumpleaños número 20, me gustaba su diseño suave, lleno de encajes en el cuello y los brazos, su silueta estaba perfectamente ajustada a la mía. Sonreí al ponérmelo, me sentía como si fuese una princesa, apunto de encontrarse con su príncipe soñado y vivir la historia de amor más romántica jamás escrita.

—¡Alana! —gritó mi madre desde el comedor—. ¡Alana Monroe! ¡Él ya está aquí!

—¡Un momento mamá! —respondí rápidamente mientras buscaba en la cómoda mi cepillo de cabello.

Lo acomodé sin mucho esfuerzo, desesperada por bajar y verlo, debo reconocer que me encontraba realmente enamorada de ese chico.

—¡Hija, Ya sabes bien como se pone Ashton cuando te tardas! —Mi madre irrumpió en mi cuarto y colocando el cepillo de vuelta a la cómoda, la miré temerosamente buscando su aprobación.

—Alana, mi niña — Se acercó a mí—. ¡Te vez tan hermosa... has crecido tanto!

—¡Mamá! No hagas eso —dije colocando de vuelta su cabeza erguida. Mi mamá era muy sentimental a veces—. Sé que te preocupa que sea una mujer ahora, pero te prometo que todo estará bien, siempre vendré a visitarte después de la boda, y podrás ir a la mansión Harrison a visitarme cuando quieras.

—¡Lo entiendo! Ya sabes... son solo cosas de madres. — Suspiró—. Será mejor que bajemos antes de que empiece a llorar porque no quiero arruinar el trabajo de Shelfa en mi cara.

  Le sonreí cálidamente y puse mi mano en su hombro haciendo un movimiento de frotación leve, alentándola a salir al comedor.

  Al llegar a la escalera principal, me detuve un momento y entonces pude verlo; Conversaba alegremente mientras mi padre fumaba un puro habano, vestía un traje muy elegante de color oscuro, de botones grandes y relucientes, y unos zapatos de charol brillantes. Parecía que todo lo que usara lo hacía verse como si fuese un príncipe, era alto, de cabello rubio y unos ojos color verde realmente increíbles, sus labios eran como rubíes y contrastaban con su piel blanca, tenía una silueta fuerte y un pecho amplio en el que me hacía sentir segura y querida.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora