Estocolmo

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Mansión Shannel, Las Vegas, Nevada, 16 de enero de 1987

  

Nos encontrábamos consternados ante los hechos de la noche anterior. Estaba sentada en la sala de la mansión en silencio y sin haber podido dormir ante el horror de lo sucedido.

—Alana —Austin me habló tocándome el hombro por la espalda—. Sé que debes estar muy preocupada por lo que sucedió hoy...

—¡Austin! Él estuvo ahí, y yo estuve tan cerca de atraparlo... —Endurecí la mirada mientras la expresión de mi amigo cambiaba a una de decepción.

—¿Disculpa? Alana, una mujer murió... una que no merecía hacerlo y que además trabajaba para ti.

—¡Lo sé Austin! No necesito tus moralidades ahora... Estamos en una guerra y Ashley fue solo una víctima, una pérdida de batalla.

—Hablas como si tuvieses soldados a tus órdenes, no te importa otro dolor que no sea el tuyo ¿Cierto?

   Intenté responderle algo que aplacara las palabras que habían salido de mi boca, pero no pude hacerlo.

—¿Sabes qué? Hablaré con Melinda, enviaré a la madre de Ashley en su avión a recibir la ayuda que necesita al Centro de Rehabilitación Alana Monroe... Créeme que acabas de demostrarme que ponerle tu nombre fue un grave error...¡Es un honor del que no eres digna!

—¡Austin! Espera, podemos ha... —No quiso escucharme, me dejo con las palabras a medio salir.

   Una parte de mi sabía que estaba siendo muy dura, y que Austin tenía razón, pero en la otra mano, tenía toda esta guerra con Dominick empezando a carcomerme y no era tiempo para debilidades y lamentos.

—¿Fue muy duro contigo? —Alexis se asomó con un par de tragos en su mano, extendió uno para ofrecérmelo y de inmediato se lo recibí.

   Se acomodó a mi lado en el sofá.

—Sí, pero creo que puede tener razón... —Me le recosté en el hombro—. ¿Crees que haber venido a ayudarme haya sido una mala decisión? Yo entendería si ustedes solo... ya sabes... quisieran irse.

—Al, cuando acepté venir aquí contigo, no solo lo hice por apoyarte. Austin lloró casi cada vez que veía lo que creía que eran tus cenizas. Se culpó mil veces por no haberte podido ayudar, y quiso regresar el tiempo en muchas ocasiones solo para poder abrazarte por una última vez. Puede que aún este algo confundido tratando de asimilar que estás viva, pero yo sé que se arrepentirá si no te apoya ahora... porque sé cuánto te quiere... ¡Solo dale algo de tiempo!

   Me le quedé mirando y recordé a Austin en el hospital, desplomándose sobre la caja que la forense le entregó y los ojos se me humedecieron.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora