Miami.
Christian estuvo tan feliz durante el vuelo de regreso que no paró de abrazarme y darme besos en el rostro durante todo el viaje. Volar seguía sin ser mi fuerte, aunque fuese en el avión privado de Melinda, así que me recosté sobre su cuerpo y hundí mi cabeza en su pecho durante todo el camino, generalmente prefería dormir al estar subida en esas cosas.
Quería decirle lo del embarazo mientras viajábamos pero el estado de nervios y ansiedad que tenía no me lo permitieron, así que preferí hacerlo cuando estuviésemos en tierra firme.
—¿Te sientes mejor, Al? —Me preguntó en cuanto aterrizamos.
—¡Mucho mejor! —Le dije bajando desesperadamente rápido por la escalera del avión para caminar hacia la camioneta que nos estaba esperando, pero me detuve un momento dándome cuenta de que había algo nuevo para mi en el paisaje. —. ¿Esto es... el océano? —Le pregunté mirando el mar.
—¡Lo es! Estamos en Miami, nos mudamos aquí desde que te fuiste, así fue como conocí a Eduardo, espera a ver la nueva casa... ¡Te va a encantar! —Me dijo alegremente tomándome por la cintura.
Yo perdí la mirada en el horizonte extendí una de mis manos hacia el sol, que estaba poniéndose tras las olas y cubrí su luz con ella.
—¡Nunca antes había estado tan cerca del mar! —Le confesé.
—¡Entonces te encantará aún más que tu nueva mansión esté justo al frente de él! Podrás ir todos los días, verlo cuanto quieras... —Me abrazó por la espalda y me dio un beso en la mejilla.
—Querrás decir, tu nueva mansión... —Lo corregí—. ¡Hasta donde yo recuerdo tu eres el rey de los millonarios guapos y yo solo una plebeya! —Reí un poco.
—¡Yo no diría que una plebeya! —Arqueó las cejas—. Pero en cualquier caso, todo rey necesita una reina... —¿Estaba proponiéndose oficialmente?
—Pero no toda reina quiere un rey a su lado... O tal vez si, pero uno sumiso y que le bese los pies de vez en cuando mientras ella lo controla todo. —Bromee un poco para darle color al asunto.
Él se quedó pensándolo por un momento con una sonrisa tierna.
—¡Me encantaría ser ese tipo de rey, en especial si la reina es tan hermosa!
¡Dios mío! Christian era un hombre entre un millón y debo reconocer que no podría merecer a alguien como él ni en mil años.
Había arriesgado su vida por mi, más de tres veces, no se rindió hasta sacarme de las garras de Dominick, y era bastante notorio que me quería, la lealtad que me había demostrado al no rendirse ni por un momento, era única.
No sabía exactamente que era lo que teníamos él y yo, pero si estaba segura de algo... Una vez prometí no volverle a dar mi corazón a nadie... Y con Christian, fallé inevitablemente en cumplir esa promesa. ¡Pero valía la pena! Tenía razón cuando me dijo que hasta el acero más fuerte se funde con el calor adecuado.
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La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ]
RomanceAlana es seductora y peligrosa, no conoce límites, está decidida a destruir a cada hombre que se interponga en su camino. Ella buscará la venganza en contra de aquel que en realidad la hizo sufrir en cada rostro masculino que pase por su negocio. ¿Q...