Razón de la fuerza

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Retrospectiva (Casi un año antes de la inauguración del Centro  de rehabilitación Alana Monroe)


   Nos hundimos en pasiones, en traiciones y venganzas, a los seres humanos nos gusta destruirnos los unos a los otros.

   Creemos que el amor es un sentimiento puro, que no daña a quién lo entrega, pero la verdad es que el amor mata a base de ilusiones.

   Mi nombre es Alana Monroe y mi único pecado ha sido ser una ilusa acerca de que el amor puede cambiar vidas; no lo hace, las destruye.

   Vivir en las sombras ha sido lo único que conozco, pero estoy cansada de sentirme débil, de ser compasiva... de ser inocente.

   Y aunque algunos me han llegado a coronar como la princesa del odio, la realidad es que no están ni cerca de saber cuánto desprecio se puede sentir contra un hombre que te viola, te embaraza y te destruye la vida.

  Dicen que inflamables son los sentimientos, que basta una pequeña llama para hacerlos arder... si es que acaso esa es la verdad... ¡Quiero ver el mundo en fuego!

   Estuve debatiéndome entre la vida y la muerte, pensé que no iba a sobrevivir a la caída desde el último piso del Club Devon, y maldije mi suerte al darme cuenta de que no había fallecido. Estaba mareada, mi visión no era clara, tampoco podía hablar y moverme representaba un esfuerzo bastante doloroso.

   Mis manos estaban llenas de cicatrices donde los vidrios se habían incrustado, tenía golpes y moretones por doquier y mi cabeza me dolía fuertemente, parecía que estuviese bajo los efectos de alguna droga, me removí un poco la bata blanca de hospital que llevaba puesta y vi como una cicatriz se asomaba de forma horizontal bajo mi ombligo.

   Él medico se acercó con la enfermera hasta mi cama donde yo yacía inmovilizada.

—¿Está viva? —Preguntó al verme inmóvil.

—Milagrosamente lo está, aunque su estado de salud no es bueno, y además... El bebé no se salvó. ¡Tuvimos que retirárselo! —Contesto un el enfermo que entró con él.

   ¡Había perdido a mi bebé! Estuve apunto de soltar algunas lágrimas, pero me contuve cuando el médico pasó a la siguiente camilla. ¡Perdí a mi hijo en un momento de locura a causa de mi estado mental!

Una mujer había sido ingresada con múltiples traumatismos en todo su cuerpo.

—¿Qué le sucedió? —El doctor preguntó al ver la cara desfigurada y traumatizante de la mujer.

—¡Un accidente de auto! —El enfermero le respondió. —Era extranjera, ella y su esposo fallecieron.

—¡Habrá que incinerarla! —El doctor negó con la cabeza apartando la vista del horror de la mujer.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora