El arte de engañar

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Escena Retrospectiva

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Escena Retrospectiva. Un par de semanas antes.

Casino Zafiro, Noruega.


   Se dice que la muerte es el fin de los hombres pero no de su maldad; Yo... ¡Pretendo erradicarla desde la raíz!

   Duermo junto a él todas las noches, espero hasta que esté dormido para darme la vuelta sobre la cama y hundir mi rostro en la almohada, ahogando mi llanto sin ser escuchada.

   Deseo levantarme sigilosamente en medio de la noche y buscar la salida, ansío correr por la carretera sin ninguna dirección en específico y tomar un autobús que me lleve a cualquier lugar que me sea seguro. Pero es imposible, mis pies están encadenados a la cama, mis tobillos están raspados y sangran de tanto que he intentado liberarme sin éxito.

   Todo lo que he vivido ha sido una mentira... Lo único que consideraba real, se esfumó de mi vida para siempre, lo incendiaron en medio de mis manos y cuando cerré los puños para intentar protegerlo... ¡Solo acuñé las cenizas!

   Ya no sé ni cuál es mi nombre: ¿Alana Monroe? ¿Alana Harrison? ¿Jezzabelle Devon? ¿Lucifer? He tenido tantos que he olvidado quien soy en realidad.

   Dicen que toda mi maldad y mis ansias por venganza me terminaron consumiendo, que ahora probablemente nunca lograré alcanzar la redención...

  Pero una de estas noches voy a matarlo, de la manera más cruel que me sea posible, a él y a todos los que lo rodean.

   Si el paraíso está cerrado para mí, y ya no puedo obtenerlo... ¡Entonces el infierno está esperando por su reina!

   Me acomodé el cabello haciéndome una alta coleta con él y luego retoqué mi maquillaje en el espejo de la recámara. Un cliente había salido del cuarto y otro estaba apunto de entrar. En tan solo cuatro semanas, Dominick me había vendido al menos cuarenta y tres veces a miembros de la organización.

   La mayoría eran unos viejos que generaban asco de tan solo mirarlos, algunos otros eran jóvenes, que si bien, eran apuestos, eso no cambiaba el sentimiento de repulsión e impotencia que tenía cuando me violaban. Si, recuerdo cada rostro, me grabé en la mente a cada uno de los bastardos que han entrado en mí, sabiendo que era solo una esclava.

   Me resistía al principio, encadenada a la cama me sacudía sin parar para que ellos no me tomaran, pero era inútil. Inmovilizada de pies y manos, cada vez que uno de ellos adentraba su miembro en mi intimidad, sentía nauseas, odio y unas profundas ganas de asesinar.

   Estando amenazada, rodeada de matones y encerrada, mi única opción según las recomendaciones de Dominick, era no resistirme. ¡Y así lo hice!

   Dominick de vez en cuando solicitaba mirar mientras un hombre me tomaba para saber que estaba cooperando.

   Él entró en el cuarto antes que su cliente, mientras yo me miraba en el espejo concentrada en delinear mi ojo. Se puso de pie detrás de mi, y colocó su mano sobre mi hombro haciendo que me detuviera para hablarme.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora