Vidrios y sangre

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  Bajo la claridad roja de la luz de emergencia del cuarto desperté sin poder mover algo más que mis párpados

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  Bajo la claridad roja de la luz de emergencia del cuarto desperté sin poder mover algo más que mis párpados. Me dolía todo el cuerpo, divisé la silueta de un hombre sobre mi cuerpo, se movía dándome fuertes envestidas generando gruñidos que parecían salir de la boca de un demonio. ¡Me estaba violando!

  Intenté con todas mis fuerzas mover mis extremidades, pero no lo logré. Intenté gritar de manera desgarradora, pero no podía abrir la boca con normalidad, tampoco la voz me salía.

  Solo cerré mis párpados dejando escapar lágrimas de impotencia. Me recorrieron las mejillas con gran abundancia mientras sentía el dolor y el ardor del hombre lastimando mi zona íntima.

  Cuando se dio cuenta de que estaba despierta se lanzó a besarme los labios haciéndome sentir ultrajada y sucia. No podía contener mi llanto mientras un sentimiento de culpa y lástima por mí misma me invadió.

  El hombre me besó con mucha pasión, y luego me mordió los labios con rabia haciéndome sangrar. Cuando notó que estaba llorando me lanzó un golpe con la palma extendida directo a la cara con mucha fuerza, el cuál me aturdió un poco más. Estaba vergonzosamente desnuda sintiendo como el muy cerdo se daba placer con mi cuerpo sin que yo pudiese defenderme y me tocaba los senos de forma lasciva.

  Mientras seguía embistiéndome con su virilidad, desgarrándome por dentro y mientras me levantaba las piernas, empezó a hablar, y pude reconocer su voz.

—¿Esto es lo que querías? ¿No es así? ¡Siempre fuiste una perra! —Puso su mano sobre mis glúteos mientras penetraba mi vulva, introdujo un dedo por mi orificio trasero sin previa lubricación, haciéndome tener que soportar el dolor, sin poder gritar porque mi lengua estaba enredada dentro de mi boca.

—¡No te esfuerces! Te inyecté un paralizador muscular que cargaba en mi auto. Era mi siguiente estrategia si nada funcionaba para hacerte salir de aquí, pero tú lo hiciste muy fácil. —Se introdujo por completo dentro de mí tratando de lastimarme lo más posible con su miembro. Lo sacaba y lo metía entero sin ninguna preocupación por cuánto me estaba doliendo y destruyendo lo que me hacía.

—Lo intenté muchas veces antes ¿Sabes? Quise asustarte para que te fueras de aquí, tal vez recuerdes las notas, las llamadas, los escorpiones... Incluso quemé tu club, pero tú no corrías a mis brazos. Todo lo hice por tu bien, Alana... Y algún día lo entenderás ¡Todo fue para que no te asesinaran! Aunque debo admitir que soportaba ver como todos esos hombres te miraban, deseando que fueses suya... Pero míranos ahora, al fin te tuve para mí. ¡Dioos! ¡La tienes tan estrecha que me harás venirme! Y Christian Shannel no está aquí para poder ayudarte, ni él, ni ninguno de tus amigos.

  Dejé de luchar sabiendo que sería inútil, el trauma que sentía no podría ser curado jamás.

  Aceleró y finalmente se introdujo lo más profundo que pudo, viniéndose dentro de mí, haciéndome sentir arcadas y nauseas.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora