Alana es seductora y peligrosa, no conoce límites, está decidida a destruir a cada hombre que se interponga en su camino. Ella buscará la venganza en contra de aquel que en realidad la hizo sufrir en cada rostro masculino que pase por su negocio. ¿Q...
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El salón de Lilifer, Las Vegas, Nevada, 15 de enero de 1987
Austin y Alexis optaron por un par de disfraces de león en el que ambos dejaban solo sus cabezas de fuera.
—Me siento algo... ridículo con esto, Austin. ¿Estás seguro de que quieres que nos vean así?
—¡Será tierno! —Exclamó dándole un abrazo que lo convenció.
Alexis lo miró dándole una sonrisa con sus labios carnosos, y luego le puso la mano en el rostro y se acercó para darle un beso lento.
—¡Todo es tierno cuando estoy contigo!
Austin hundió su cabeza en el disfraz de león de su novio y volvió a abrazarlo.
—¡Te amo demasiado Alex! Sabes que al principio no estaba muy de acuerdo en seguir a Alana hasta aquí, pero... cuando te vi tan decidido, me di cuenta de que no puedo estar lejos de ti. ¡Eres lo que siempre había soñado para mí!
Alexis le besó la frente rodeándolo con los brazos.
—Cuando me di la oportunidad de estar contigo... me di cuenta de que eras mucho mejor que todos los sueños que había tenido antes. ¡Y ahora te amo más que a nada en el mundo!
Entré para interrumpir en la dulce escena bromeando un poco mientras les estiraba los labios.
—¿Siguen sin querer besarme? —Me reí.
—¿Qué parte de ahora soy gay no entiendes? —Alexis me guiñó un ojo.
—¡Estoy tan satisfecha de verlos felices! —Le di una mirada a la romántica pareja—. ¡Creo que ustedes están hechos para estar juntos! Y para ser honesta, Alexis, me alegra mucho ver cómo estás haciendo feliz a mi mejor amigo.
Los abracé a los dos y les dí un beso en la mejilla a cada uno.
—¡Pareces lista para infartarlos a todos! —Alexis halagaba mi elección de disfraz.
Usaba el cabello suelto y perfectamente alaciado; botas altas y un enterizo de cuero negro que dejaba caer el escote hasta por debajo de mi ombligo y solo me cubría los senos con un par de piezas metálicas en forma de escorpión conectadas entre sí.
—¿En definitiva eres el demonio? —Austin trataba de adivinar.
—¡Algo así! —Le respondí pasándome los dedos por entre el cabello.
—¿Combinaste tu disfraz con el del sexy hermano de Melinda? —Austin se arrepintió de sus palabras cuando Alexis lo miró celoso—. Quise decir, el no tan sexy hermano de Melinda.
—¡Mejor aún! —declaré— ¡Mel, ven acá!
Ella se acercó trayendo a Alejandro de la mano y esté también arrastró a Dynia.