En cuanto giré mi mirada a Mateo vi su rostro enrojecerse y sus venas marcarse. Lo cual me hizo sonreír inevitablemente.
Sin embargo mi sonrisa no duró porque en cuestión de segundos la mano de Mateo alcanzó mi cabello logrando jalarme hasta dejarme en el suelo.
Solté un quejido antes de levantarme mientras veía alterada como Mateo golpeaba a Daniel y se encimaba sobre éste para comenzar a apretar su cuello con fuerza.
—Te juro que te voy a matar. —Dijo con la voz quebrada de la ira.
Me vestí solo con mi mente y me acerqué viendo como las manos de Daniel luchaban por sacar las de Mateo de su cuello.
Agarré a Mateo de un brazo y lo jalé alejándolo de Daniel.
—¿Qué mierda te pasa? —Exclamé.
Él apretaba la mandíbula y sus ojos amenazaban con llorar de la ira.
—Salí. —Dijo tratando de ir de nuevo hacia Daniel pero yo lo empujé mientras oía a el demonio detrás de mí reírse.
El rostro de Mateo parecía desfigurarse cada vez más a causa de la molestia, y me estaba sacando de quicio, porque no tenía por qué.
—Pudrite, Mateo. Sos alto pelotudo. —Dijo Daniel antes de desaparecer.
Rodé los ojos ante eso y solo ahí me tensé al saber que estaba sola con Mateo.
—Hijo de puta. —Escupí molesta.
—¿Yo? ¿yo soy un hijo de puta? —Me empujó. —¿Qué hacías con ese imbécil?
Él tiró su cabeza hacia atrás y pasó sus manos por su cara riendo como un desquiciado.
—No lo puedo creer..
—¿Qué no podés creer?
—Con ese idiota te fuiste a acostar, sos una pelotuda. —Exclamó enojado.
—Me importa una mierda lo que pensés, por mi lado estoy bien porque lo disfruté. —Dije sabiendo que lo iba a molestar.
—¿Sabés como le voy a romper la cara? Se la voy a romper como si te estuviera rompiendo a vos en la cama. —Dijo burlón, sin dejar ese tono molesto de lado.
Su voz sonaba gruesa, y me intimidaba un poco, pero verlo así por mí culpa me dejaba disfrutar un poco.
Alcé una ceja y largué una carcajada.
—Jodete, Mateo. ¿No fuiste vos el que me dejó? Ahora venís a creerte que podés..
—Me importa un culo si te dejé, seguís siendo mía en la circunstancia que sea.
Negué con la cabeza. No podía seguir jugando conmigo.
—Vos sabés que se acabó. —Dije mirándolo.
—No dije que no. —Dijo antes de cogerme del cuello.
Mis pies se separaron del suelo a causa de la fuerza que Mateo ejerció.
Mordí mis labios ante su vista provocándolo.
—P-pa..pi. —Dije con la voz entrecortada.
Sonreí al ver como su pecho subió y bajó.
Su rostro seguía denotando molestia, y sin decir nada más, llevó su mano debajo de mi pollera.
Golpeé sus manos al sentir que no me entraba aire y él aflojó su agarre antes de introducir dos dedos en mi interior.
—¿Querés que te suelte? —Preguntó mientras me estimulaba.
Estaba luchando contra el placer y la imperante necesidad por respirar.
Mi rostro probablemente estaba rojo, y mi feminidad demasiado mojada.
—Sos mía, por favor..
Solté un gemido entrecortado y fruncí el ceño, me estaba humillando.
Su agarre se aflojó y aproveché para alejarlo.
Respiré profundamente tratando de recuperarme a su vista.
Antes estaba muy molesta, pero ahora me sentía herida de nuevo.
—¿No te alcanza con tu princesa?
Las lágrimas salieron, pero a causa de la molestia.
—Si decidiste dejarme, dejame en paz también. —Dije mientras él me miraba en silencio, molesto.
—Te juro que lo vas a pagar. —Dijo entre dientes.
—Pasame la cuenta. —Dije mirándolo fijamente.
Tenía que saber que estaba preparada para lo que fuera, que iba a tener que pelear conmigo.
Que antes fui su amor..
Ahora soy su enemiga.
—Agradecé que no sos humana, porque estarías tres metros bajo tierra. —Dijo mientras me miraba enojado.
—No sabés cuanto desearía que hubiese sido así.. —Dije antes de irme.
Holaas. Tranqui, ya estoy aquí.
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Tienen sueño? *Cruza los dedos para que digan que sí* ahre.
Unas ganas de matar a Mateo.