Mateo
Estaba muy molesto y no podía ocultarlo.
—Soltame. —Dijo Amelia.
Me hice el sordo y seguí caminando con ella por el palacio.
—¡Mateo! —Gritó tratando de zafarse.
Apreté mis dientes y desaparecimos para volver a aparecer en aquel lugar del palacio, solo ahí solté su brazo.
Sentía la ira correr por todo mi cuerpo, tenía ganas de golpear todo lo que se me atravesara en el camino.
Y ojalá fuera ese maldito ángel.
—Oh, hola. —Dijo el ser infernal.
Era probablemente el espacio menos concurrido del palacio, sin embargo existía, ocupado por aburridos y desocupados seres infernales como aquel que nos miraba.
Lo miré con una ceja levantada y en seguida con temor vi como hizo una reverencia.
—Lo siento. —Dijo apenado.
Ni siquiera me molesté en reprocharle eso.
—Es una principiante. —Dije señalando suavemente con mi cabeza hacia Amelia. —Y la hirió un Ángel.
El ser infernal pareció un poco sorprendido.
—¿Y por qué estás molesto conmigo? —Preguntó molesta a mi espalda.
Tensé la mandíbula antes de darme vuelta enojado.
—¡No estoy enojado con vos, simplemente estoy molesto! ¡Dejá de romper las bolas! —Grité harto.
Ella frunció el ceño sorprendida con su boca semi abierta. Rodé los ojos antes de darle a la espalda.
—Andate a la mierda, Mateo. —Dijo en voz baja.
Tomé aire y sin aguantar agarré al ser infernal y lo mandé a la mierda, literalmente atravesó la pared.
Miré a Amelia y ella estaba sorprendida.
—Callate, a menos que querás terminar como él. —Le dije mientras miraba a la pared.
No le quería hacer daño pero se me había juntado todo.
Hoy a la mañana vi a Lily.
Sí, la perra había desparecido desde hace 10 años y yo no me preocupé en buscarla porque lo menos que quería era volverla a encontrar.
Ella tenía una sonrisa triunfante en el rostro, una que te advertía que algo estaba pasando.
Traté de preguntarle a Lucifer qué había sucedido pero evadió mis preguntas muy bien, dándome a entender que no me iba a dar ni una sola respuesta.
Estaba tan frustrado que ya me había molestado. Preocupado además me fui a cuidar a Amelia porque tenía miedo de que Lily pudiera hacerle algo, y me encuentro con la bonita sorpresa de verla con el imbécil humano ese que se le quería hacer el gracioso.
Como si le gustaran los pibes graciosos.
—¿Te gustan los pibes graciosos? —Cuestioné.
Amelia estaba a mi izquierda, un poco alejada de mí, cruzada de brazos.
Al oírme giró la cabeza con el ceño fruncido.
—¿Sos pelotudo, Mateo? ¡Me acabás de gritar y es lo único que decís! —Dijo manoteando antes de darme la espalda.
Ugh, que mierda.
Rodé los ojos y miré a la pared.
Me aguanté las ganas de pegarle una piña al pibito toda la mañana, y para empeorar mi humor llegó ese Ángel de mierda.
Sentía la ira de nuevo al recordar como la golpeó, hijo de puta.
Me iba a lanzar de inmediato sobre él, pero quería ver si Amelia quizá podía confrontarlo sola, cosa que al final fue obvia que no.
—¿A qué me trajiste? —Cuestionó ella.
—Quería que te curara pero me hiciste enojar y lo mandé a la mierda. —Dije.
—Encima es mi culpa. —Dijo y se dio la vuelta para irse.
Alcé los hombros mirando a la pared.
Solté un bufido y me di la vuelta para seguirla.
Estaba molesto, pero la amaba.
—Vení, linda. —Dije antes de abrazarla por la espalda.
Perdón, medio malo el cap.
1/3<3 Gracias a Sabrina.