110 | EPÍLOGO

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Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.

Job 1:6

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—Uriel. —Me paré frente a él.

—Amelia. —Me miró a los ojos.

Para ser un ángel, traía consigo cierta altivez

—Para ser tan poderosa, me sorprende que estés de mensajera. —Dijo él.

—Creo que estás desinformado, angelito. —Dije con una sonrisa. —Además, te dije que también tenía un mensaje para vos, así que no tenés que ver al rey.

—Tu rey. —Dijo él y yo alcé ambos hombros con una sonrisa.

Y así era, Mateo había sido coronado, había terminado heredando el trono, porque yo elegí ser ésto, elegí ser frontera.

No tenía que elegir a donde pertenecer, solo a quién, porque mi espalda lo decía a gritos.

Sí, era un demonio.. pero elegí un camino un poco diferente.

Ángeles y demonios seguían luchando por ver quien se quedaba con la tierra, los ángeles cuidaban, y los demonios destruían, y la mayor parte de las fuerzas iban reuniéndose a mí.

Daniel por su lado, prometió que no iba a decir una sola palabra sobre el secreto del anillo, ya que si se lo decía a alguien más, probablemente entonces todos terminarían teniendo ese poder.. y no era la idea.

Igualmente éramos "amigos", y digo entre comillas porque en el infierno eso no existe realmente.

Mi único amigo era Peter, que lo compartía de vez en cuando con Mateo, aunque le prohibí al humano todo tipo de ritual que lo relacionara con el infierno.

Él era mi servidor, y era mío.

—Necesito hablar con él. —Dije y él me miró por unos segundos sorprendido.

Luego entonces me miró mal.

—¿Quién te pensás que sos? —Cuestionó el ángel.

—Me pienso que soy el ser tan poderoso que puede matarte con un chasquido. —Dije frunciendo un poco el ceño.

Es que no sabía si se le olvidaba, o si le encantaba temerme, porque se que lo hacía.

—Prometiste no hacerlo. —Dijo él.

—Dije que no lo haría por deporte, pero te estás entrometiendo inútil. —Dije y él miró a otro lugar indignado. —Y además, exactamente de eso tengo que hablar con él, no con su mensajero.

A su lado apareció otro ángel, no estaba segura de quién era ni me interesaba; solo miré con una ceja levantada como le decía algo a Uriel que por su expresión deduje que no le había gustado en lo absoluto.

—Está bien. —Dijo Uriel

El alado asintió antes de desaparecer, dejándonos de nuevo a éste y a mí solos.

—Quiere verte. —Dijo Uriel.

Yo me sorprendí al ver la facilidad con la que el ser superior había accedido. Y no voy a mentir, me cagué todas las patas.

HELL II [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora