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Amelia

—Sabía que podías lograrlo sola. —Susurró Mateo en mi oído.

Él se encontraba detrás de mí. No me di la vuelta, apenas y giré un poco mi rostro, sintiendo su aliento en mi mejilla.

—¿Esto era lo que me querías mostrar? —Pregunté.

—En parte. —Dijo tomando mi mano.

Su tacto era nuevamente algo electrizante.

Ágilmente me dio la vuelta, dejándome frente a frente con él. Mateo me miraba fijamente.

—Llévanos arriba. —Dijo.

Solo hizo falta desearlo para estar en el lugar donde crecí, acompañado por Mateo, y por suerte sin Daniel.

El viento de la tierra era simplemente inigualable, tenía un paisaje hermoso.

—El infierno es nuestro, y no me arrepiento de haberlo escogido. —Susurró Mateo.

Lo miré, él tenía su vista perdida en el cielo, así que yo también llevé mi vista allí.

—Pero el cielo que Dios creó para los humanos es simplemente envidiable. —Dijo Mateo antes de rodearme con sus brazos.

Sonreí con nostalgia al estar entre sus brazos, me gustaba estar ahí.

Cuando menos lo pensé, Mateo extendió sus alas negras y brillantes antes de emprender vuelo.

Segundos después nos encontrábamos en las nubes, dónde Mateo se sentó, invitándome a que lo hiciera también.

—¿Recordás éste lugar? —Preguntó él.

Asentí con la cabeza, cómo no iba a hacerlo.

—Te traje aquí porque tengo que regresarte algo importante. —Dijo él, me miraba con amor.

Podía distinguirlo, ahora mucho más que antes. No porque me amara más, sino porque ahora podía identificarlo.

—Cerrá los ojos. —Pidió.

—No jodás, Mateo. —Dije mirándolo.

Él tomó mi mano en silencio y vi como me ponía nuevamente aquel anillo.

—Salizio. —Dije recordándolo. —Me había olvidado..

Sentí mis ojos picar.

—Es tuyo.. —Dijo antes de besar el torso de mi mano.

Y como aquella vez, me acercó a él para abrazarme y cubrirme con sus cálidas alas.

—Te amo mucho. —Susurró en mi oído para luego comenzar a besar repetidamente mi mejilla.

Cerré mis ojos disfrutando de sus besos, los cuales fueron bajando por mi cuello.

—También te amo. —Abrí los ojos y le dije.

Él me miraba fijamente, inspeccionando mi rostro con atención.

Me alejé un poco de él y me levanté, poniéndome de pie en la nube. Bajo su atenta mirada saqué lentamente mi ropa hasta estar totalmente desnuda.

Su mirada no transmitía lujuria, me miraba con amor.

Volví hasta él y de la misma forma comencé a sacar su ropa. Él me lo permitió, solo me miraba mientras yo lo hacía, y segundos más tarde se encontraba desnudo al igual que yo.

Me quedé mirando su rostro nuevamente y plante un pequeño beso en sus labios.

Él parecía estar en shock, por lo que sonreí.

Cuando pareció salir de ese estado, puso sus manos en mis mejillas para luego juntar sus labios con los míos. Era un beso suave y romántico.

Lentamente se encimó sobre mí, dejándome acostada en la nube, mientras él se posicionaba entre mis piernas.

Sus manos acariciaron mi piel, cada parte de mi cuerpo fue tocada por él, con delicadeza y cuidado.

—Hoy me di cuenta de algo. —Dijo antes de besar mi cuello.

—¿Qué?

Él me miró fijo.

—Realmente estamos destinados a estar juntos. —Dijo seguro a lo que yo reí ligeramente.

—¿Por qué lo decís? —Cuestioné.

—El anillo que te di, la serpiente que te buscó. Eran del mismo color. —Dijo Mateo.

Fruncí el ceño ligeramente.

—¿Qué tiene que ver? —Pregunté.

—Estás comprometida conmigo. —Dijo Mateo. —Ese anillo significa nuestro compromiso. Ese anillo es único en el universo, y está destinado para quien vaya a ser mi mujer.

Asentí con la cabeza.

—Eso quiere decir que estás destinada a ser mi princesa. Por eso tu serpiente es del color del anillo. —Dijo y se introdujo en mí.

Sus labios volvieron a unir con los míos para esta vez comerme la boca, mientras mi corazón latía aceleradamente ante su confesión y sus actos.

Sus manos estrecharon mis caderas mientras comenzaba a moverse dentro mío.

Abrí mi boca para gemir. Mateo siguió absorbiendo mis labios y sus besos fueron bajando por mi mentón hasta mi cuello.

Enterré mis uñas en su espalda al sentir como me penetraba con fuerza y sus embestidas se volvían más constantes.

El placer me había absorbido y su lengua en mi pezón solo sumaba a ésto.

—Mat.. ah..

Llevé mis manos a su rostro y lo traje a mi para besarlo. Él reguló el ritmo del vaivén y me miró a los ojos.

Se veía diferente. Esta vez era diferente, no era una bestia queriendo marcar territorio, o queriendo satisfacer la necesidad de tenerme..

Me hizo el amor.. hicimos el amor. Lo hicimos en el cielo, dejando el amor ganar, aunque el infierno ardiera dentro nuestro.














Estoy enamorada de Mateo, sorry.

Espero les haya gustado<3

Tuve un error y no se subió completo hace un rato pero ya está aquí<3

HELL II [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora