Amelia
En cuánto lo sucedido llegó a mi cabeza no tardé en desaparecer para luego aparecer en mi habitación, aún me dolía el cuerpo. Me sentía débil, me sentía sin fuerzas, pero necesitaba llegar a Mateo.
Salí de mi habitación y caminé por el pasillo, pero me detuve al verlo venir.
Sentí enseguida mi garganta amarga y estrecha, algo espesa. No iba a mentir, estaba asustada.
No podía creer que ella estuviera ahí.. "viva", aunque claro que no lo estaba, me refería a que se encontraba.. fuera de una tumba.
Pero lo peor de todo no era eso, sino que tenía dos cuernos en su cabeza y unas hermosas alas negras decoraban su espalda.
Me escondí rápidamente, nerviosa, no podía creer que ella había sido coronada. ¿Ya había sido la ceremonia, cuánto tiempo había estado en esa casa?
Apoyé mi espalda en el muro donde estaba escondida y desde ahí vi como Mateo pasó con ella.
Suspiré pesadamente molesta, y sin saber como iba a manejar esta situación. ¿En serio él había sido tan tonto como para creerle a ella?
Mi corazón se movió en mi pecho asustado ante una alarmante idea. ¿Y si él fue quien la trajo?
¿Él quería ésto, me había engañado?
—Salí de ahí. —Oí la voz de Mateo.
Mis pensamientos se esfumaron de la escena, y con los nervios a flor de piel, levanté mi mirada un tanto asustada para ver a Mateo.
Él no tenía ninguna expresión en su rostro.
Me levanté y lo miré enojada, pero antes de poder decir algo, él tomó mi mano y aparecimos en otro lugar.
—¿Estás demente? —Pregunté enseguida. —¿No te diste cuenta que ella te engañó? ¡Mateo, soy yo!
Pero mi corazón dolía, porque estaba más que segura que él ya estaba enterado. ¿Por qué no estaba sorprendido de verme, por qué tenía esa expresión en su cara?
—Púdrete. —Dije mientras sentía mis ojos picar.
—No lo entendés. —Dijo.
—Vos la trajiste. —Dije y se me quebró la voz.
—Claro que no, mierda. Lily la trajo. —Dijo él.
—¡Lily está muerta! —Grité empujándolo.
Mi respiración se aceleraba cada vez más, estaba entrando en una especie de crisis, y mis nervios se dispararon una vez más al ver que no pude correrlo, me sentía muy débil.
Mateo suspiró y miró a otro lugar.
—¿Sabés? Me importa una mierda lo que pensés. No importa quien la trajo, el tema es que me casé. —Dijo Mateo.
—Lo decís como si fuera cualquier cosa. ¡Yo estaba haciendo..! ¡Estaba viviendo para vos! Todo lo que hacía era en énfasis a ese estúpido rango porque me iba a convertir en princesa. ¡Querías que fuera tu princesa!
—¡Pero las cosas no salen como queremos, nunca vas a ser una princesa! —Gritó mirándome y negó con la cabeza cuando cerró la boca.
—Me amabas, dijiste que me amabas. —Dije de nuevo triste, mis lágrimas salían encendidas por el enojo y apagadas por la tristeza. —No.. no te podés olvidar simplemente de eso.
—Pues ya me aburrió. —Musitó, pero lo pude oír.
—¿Qué? —Sus palabras me habían desconcertado tanto que creo que ni yo misma oí mi voz.
No podía creer lo que estaba pasando, estaba ardiendo en mi infierno interior.
—Me cansé, Amelia. —Dijo dándose la vuelta. —Hasta el diablo se cansa de ser diablo...
Capítulo foeeerte. Estoy inspirada de la nada con Hell. ¿Les gusta?