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No había nadie. Era un lugar similar a el que había estado cuando entré a entregarle mi alma a Mateo.

—Lo encontraste. —Dijo Mateo.

Giré a mirarlo, no me había dado cuenta de que había entrado conmigo.

—¿Encontrar qué? —Cuestioné.

—Todos tenemos un lugar donde guardamos nuestras almas. —Dijo él y yo asentí. —Éste es el tuyo.

Sonreí mirando el lugar. Los demonios eran ambiciosos, se sentía tan bien tener cosas tan grandes.

—Aquí las personas van a venir a entregarte tu alma, y, cuando estés aquí, vas a oír las voces de quiénes invocan demonios para buscar algún beneficio. —Dijo Mateo. —Tener muchas almas es algo que te ayudará a subir de rango. Además de que probablemente peques en el camino. —Explicó. —Intentalo. —Me animó.

Cerré los ojos y escuché de nuevo el llamado que oí afuera. Deseé encontrar aquella voz y en seguida aparecí en otro lugar.

Estaba en una montaña, había una mujer de rodillas que tenía dos velas encendidas frente a ella.

Alzó su mirada y vi como sus manos comenzaron a temblar al verme, su labio inferior igual, se nota que trataba pero no era capaz de hablar.

Sonreí ante eso, podía sentir su miedo. Como había dicho Mateo, sentía como me fortalecía.

—Hola. —Saludé.

Ladeé mi cabeza al ver que ella no era capaz de hablar.

—¿Deseas algo? —Alcé una ceja.

—N-o creí que.. fuera cierto. —Dijo nerviosa.

Sus manos cerraron un libro que no había notado.

—¿Creíste que era un chiste? —Pregunté burlona.

Negué con la cabeza mientras sentía como dentro mío se agotaba la paciencia.

Antes de que pudiera hablar o razonar, agarré con fuerza su cuello y mientras lo apretaba mis uñas se enterraron en su cuello, haciéndola jadear mientras la sangre comenzaba a salir disparada de su cuello.

Que inútil..

Cuando estuvo muerta la solté dejándola caer de nuevo en la montaña. No me había llevado su alma, pero había pecado.

Miré el libro en el suelo y pensé en deshacerlo, pero alguna otra persona lo encontraría y quizá le serviría para encontrarnos.

Volví a mi “cabaña” y encontré a Mateo aún mirándome.

Alzó ambas cejas.

—¿Qué? —Pregunté.

—Fue rápido y.. —Tocó su cara. —Tienes.. —Señaló mi cara. —Sangre.

Sonreí a lo que él también lo hizo.

—Supongo que estás lista. —Dijo Mateo con una sonrisa.

—Lo estoy. —Asentí.

—No tardés, no veo la hora de que sea nuestra ceremonia.

Todo iba a salir perfecto.



















Nos reímos de Amelia o k? Boeee

HELL II [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora