Amelia
Mateo sujetó mi mano ágilmente y se dio la vuelta, probablemente para que yo no escapara y darse cuenta así de quién era.
Él me miró y soltó mi mano con el ceño semi fruncido.
—¿Qué hacés, nena? Para eso te desapareciste. —Dijo Mateo.
Yo alcé una ceja.
—No van conmigo estos juegos, pensé que era algún pelotudo con ganas de piñas. —Dijo Mateo antes de mirar al paisaje de nuevo.
Su mirada volvió a mí y alzó ambas cejas al ver mi cara divertida.
Él creía que era Ester.
—¿Qué onda? Te vas a quedar callada vos, ¿qué tenés en la cabeza? —Dijo confundido.
Finalmente reí y le mostré mi mano. Él la miró con atención y se desconcertó un poco.
Tomó mi mano y analizó el anillo antes de soltarla y mirarme a la cara.
—Me sorprende que seás tan estúpido. —Dije mordiéndome el labio inferior.
Él sonrió totalmente sorprendido.
—¿C-cuando..?
—¿Me coronaron? Hace poco.. —Suspiré y miré al paisaje en frente.
Extendí un poco mis alas..
—Aún me duele un poco. —Admití.
Había hecho un ritual para mi coronación, caí al piso cuando las alas comenzaron a salir.. fue bastante doloroso.
Mateo se puso a mi lado y sonrió levemente.
—Me sorprendiste.. —Dijo y yo me giré a mirarlo. —No pensé que fueras vos..
—Sí, bueno.. creo que no te gustó mucho el juego. —Dije por lo que me había respondido Mateo antes.
—No.. no es que no me haya gustado, es que pensé que eras Ester.. y me tiene un poco estresado. —Dijo él.
¿Cuántas veces me habrá confundido con ella?
Quizá se confundió al ver mis ojos en el pasado y por eso me dijo alguna vez un te amo.
—Se que no estamos bien, pero.. cuando me coronaron quise que lo supieras. —Confesé mirándolo.
Él se acercó y me miró fijamente antes de ir subiendo lentamente su mano hasta acariciar mi mejilla.
Cerré mis ojos ante su contacto. Ester tenía un poco de razón.
Quizá el miedo volvió a mí desde que él me dejó.
Mi corazón se movió en mi pecho al sentir como movía su pulgar suavemente en mi mejilla.
Aunque fuera un demonio y mi infierno mismo, él podía traer a mí un poco de calma.
Abrí mis ojos y me sorprendí al ver su rostro tan cerca, por un momento creí que me iba a besar, pero acercó sus labios fríos a mi mejilla.
Sentí las yemas de sus dedos en mi cuello, tocándolo sutilmente y causándome escalofríos.
Presionaba levemente sus labios sobre mi piel y luego simplemente seguía con ellos ahí, rozando mi piel y acariciándola con estos.
Plantó un beso allí y tomó mi rostro en sus manos.
—Te amo.. —Dijo mirándome.
bastA Mateooo.
Buenos días mi gentee. Activamos aquí?