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Miré a todos detenerse y yo tomé aire.

Muchos de mi ejército habían sido derribados, pero eso no quitaba que ninguno de ellos tenía más poder que yo.

—Por las buenas, o por las malas. —Dije y miré a Mateo antes de mirar a Miguel, Valentín y Gabriel. —Vos lo dijiste, ángeles y demonios necesitan un equilibrio, necesitan una reina, y yo voy a serlo..

—¿Y te olvidas de Lucifer? Te olvidas que hay personas mayores que vos, Amelia. —Habló en voz alta Daniel.

—Vine a demostrar que no.. —Dije mirándolo a los ojos.

Sabía que él me creía, solo parecía nervioso.

—De rodillas, todos.. —Dije mirándolos.

—Ningún ángel se arrodillará frente a vos.. —Habló Gabriel.

—Si les gusta a las malas.. —Alcé mis hombros y miré a los demonios.

Miré a Mateo y él me miraba serio, estaba preocupado, lo podía notar.

—Tengo que elegir entre todos ustedes.. —Me hice la pensativa con una sonrisa y volví a mirar a Mateo. —¿A quién? ¿A vos?

—Pará. —Dijo mirándome.

—Tengo un experimento nuevo, solo quiero probar si me sale bien.. pero está bien, vos para la próxima. —Sonreí y él pasó saliva mirándome serio.

—Amelia, vení.. —Habló y yo negué.

—Ya sé... —Dije y extendí mi mano hacia ellos antes de comenzar a elevar a quién había elegido.

Mateo la miró y seguidamente a mí con el ceño fruncido.

—Amelia.. —Advirtió Mateo.

Ella trataba de bajar pero no podía, nadie iba a poder..

—¿Podés perdonarme por lo que le voy a hacer a tu esposa? —Hice puchero.

Él me miraba preocupado y angustiado, sin embargo ignoré eso y concentré todo en mi interior para finalmente ejercer mi poder en ella, tratando de hacer lo que nunca nadie había hecho.

Ester comenzó a largar jadeos y yo seguía mirándola, su cuerpo levitaba de forma horizontal y sus extremidades se sacudían.

—¡Amelia, pará! —Exclamó Mateo y se impulsó hacia mí.

Hice un ligero movimiento con mi cabeza y lo devolví a su lugar mientras me quejaba por el esfuerzo que hacía para lograr mi objetivo.

Hice más fuerza y traté de concentrarme hasta finalmente escuchar a Ester llorando y gritando, los sonidos que salían de su garganta denotaban su agonía.

Vi por fin como la semilla salió de su pecho, respiré con enojo y cerré mi mano en un puño hasta ver como la semilla se hacía polvo.

Aún levitando, su cabeza fue hacia atrás y sus extremidades quedaron colgando. Había muerto.

El cuerpo de Ester fue palideciendo y desvaneciéndose hasta finalmente hacerse polvo al igual que antes la semilla.

Los sonidos de impresión se hicieron presentes y yo sonreí mordiendo mi labio antes de mirar a Mateo, encontrándome con éste rojo.

Las venas en su cuello y frente estaban marcadas, me miraba con notoria molestia, que solo provocó que mi sonrisa se ensanchara.

Fruncí un poco el ceño al ver sus ojos llenarse de lágrimas que no dudaron en desbordarse y caer por sus mejillas.

—¡¿Q-qué hiciste?! —Exclamó molesto.

Yo lo miré fijamente sin ninguna expresión.

—Si crees en dios comienza a rezar.. de lo contrario.. —Sonreí. —¿Hace falta decirlo? 







AAAA. ¿Ven como se complica todo?

¿Me perdonan x lo q se viene? ...

¿Algo que quieran decir? Yo que estoy nerviosa.

HELL II [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora