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Mateo

—Cuidá a Ester. —Le dije a Daniel.

—¿Adónde vas? —Me preguntó.

—Voy a buscar a Amelia, la necesito. —Dije.

—Te va a traer problemas. —Dijo Daniel. —Dejala en paz.

—Si, sí. —Fruncí el ceño. —Eso querés, ¿no?

Daniel rodó los ojos. —Pará con tus celos, Mateo. Amelia no me interesa en el mismo sentido que a vos.

—No me importa, Daniel. Te atreviste a tocarla y eso de por sí te va a traer problemas en algún momento. —Dije serio.

Él me miró serio y resopló.

—Quería advertirte... pero hacé lo que se te cante. —Dijo antes de ir donde Ester.

Yo me di la vuelta y antes de ir a la tierra, sentí esa alerta en mi cabeza, esa que no sentía hace demasiado tiempo. No podría pensar ni siquiera cuando fue la última vez que pasó.

Alguien había entrado a mi calabozo, y no cualquier persona.

Amelia.

Me quedé congelado por unos segundos hasta que por fin reaccioné, bajé a los calabozos y miré con nerviosismo al ser infernal parado en la entrada de mis celdas.

Solo los príncipes tenemos.

El ser infernal hizo una reverencia y yo asentí dándole a entender que era suficiente.

—¿Qué pasó? —Pregunté.

Tenía miedo de que me dijera.

Tenía miedo de que confirmara mi respuesta.

—Amelia, princesa del infierno, demonio de la muerte. —Empezó él, presentando a mi presa.

¿Demonio de la muerte? Eso no lo sabía.

—Besó a un ángel. —Concluyó.

Cerré mis ojos con fuerza, lo sabía.

Rasqué ligeramente mi frente, enojado.

Ahora entendí por qué Lucifer la coronó, le valía mil demonios que ella mereciera coronarse. Sabía que siendo princesa se le consideraría un pecado si besaba un ángel.

El problema es que ella no lo sabía, pero bueno, al menos va a tener que pagar las consecuencias.

Me metí al lugar donde se hallaban mis celdas y caminé por ese pequeño pasillo oscuro hasta llegar a la última.

Vi ahí a Amelia, pegada de los barrotes de la celda.

Me acerqué un poco a ella y vi que alzó ambas cejas.

—Conozco tanto esos ojos. —Suspiró. —¿Por qué no me lo imaginé?

Ella soltó la reja y me miró.

—¿Vas a sacarme de aquí? —Preguntó y me sonrió.

Pero no le dediqué una sonrisa, no estábamos jugando, no estaba divertido, no estaba gozando de la escena.

Aunque me convenía que ello sucediera. Quiero decir, no sabía cuáles eran los planes de Amelia, o como había conseguido hacer lo que hizo.

Necesitaba que me dijera que era o no la iba a dejar salir, y segundo, me parece que dejarla ahí hasta que pase la guerra va a ser lo mejor.

Tercero, teníamos una severa charla pendiente.

—¿Mateo..? —Habló al ver que solo la miraba.

Aparecí dentro de la celda y antes de que si quiera ella pudiera darse cuenta yo la había estrellado contra la pared.

La charla después de un poco de diversión, me parece..








Holas<3

2/2 Quería hacer largo el maratón pero estoy muy enferma, me sentía muy bien pero ya no, quiero llorar. ¿Pueden perdonarme?

Prometo actualizar mucho mañana<3 se vienen cosas interesaaantes. 

HELL II [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora