—Lo sabía. —Sonrió.
Sus manos fueron a mi cintura y yo suspiré mirándolo desde mi lugar, mordí mi labio inferior y tiré mi cabeza hacia atrás al sentir su boca en mi zona íntima.
Las cadenas sonaron cuando traté de mover mis manos, y mis muñecas estaban siendo talladas por ellas al forcejear.
Solté un gemido al sentir su lengua recorrerla, mis piernas también se trataban de mover y flaqueaban por la excitación que consumía mu cuerpo.
—Como te ponés conmigo, bebé.. —Dijo Mateo con voz ronca antes de seguir jugando abajo.
Sus manos fueron nuevamente a mi orto para apretarlo mientras su lengua jugaba con mi sensible clítoris y de vez en cuando la pasaba un poco por toda mi zona.
Un gemido brotó de mi boca al sentir dos dedos suyos introducirse en mi interior, sentía mi cuerpo transpirado y las ganas por venirme me atrapaban.
—Mateo.. —Suspiré excitada y gemí poniéndome de puntas.
Ya había empezado, necesitaba que terminara.
—No la hagás larga.. —Dije en voz baja.
Él sacó sus dedos de mí y se levantó para volver a quedar a mi altura.
—Ya se que querés.. —Dijo antes de bajar su pantalón junto a su bóxer.
Su erección casi brincó, dejándome ver lo grande y dura que estaba.
—Aunque no podamos.. —Dijo.
Fruncí el ceño al ver que él solo comenzó a masturbarse.
—¿Qué? necesito llegar. —Le reclamé.
—Yo también.. —Suspiró excitado mientras acariciaba su miembro de arriba a abajo.
—Y metémela.. —Dije cansada.
Estaba agotada, excitada, enojada.. solo tenía que meterla..
—No es tan simple.. —Dijo Mateo.
—Dejame tocarme entonces..
Mateo suspiró y soltó su miembro antes de acercarse mí, volvió a agarrarlo solo para posicionarlo en mi zona íntima y comenzarse a frotar ahí.
Tiré mi cabeza hacia atrás, trataba de mover mis caderas para sentirlo más, lo cuál me hacía gemir más.
—Hacelo.. —Dije mirándolo, buscando su mirada pero él no me miró.
Mordía sus labios disfrutando del placer que compartíamos a través de nuestros cuerpos.
Su miembro acariciaba mi feminidad, pasando por mis labios y presionando mi clítoris de vez en cuando.
Podía escuchar sus leves gemidos y el sonido provocado por nuestras intimidades frotándose húmedas.
No se introdujo nunca, solo me masturbó con su pene hasta hacerme llegar.
Él sin embargo no lo hizo, se alejó de mi para terminar de masturbarse con su mano mientras miraba fijamente mi cuerpo.
Y finalmente, también llegó.
—Más tarde.. —Me miró algo agitado mientras posicionaba su ropa. —Más tarde vengo y hablamos bien.
Fruncí el ceño. —Pudrite, Mateo. Andá a ponerla con Ester. —Solté molesta.
—Bue, dejá de mencionarla. —Dijo él rodando los ojos.
—Nada, dejá. Si lo ves a Daniel, decile que venga que él si me la mete. —Dije y él frunció el ceño.
—Jodete, pelotuda. —Dijo y amagó a irse pero volvió a mirarme. —¿Meterla? tres mil piñas le voy a meter a ese loco para que aprenda a respetar.
Yo sonreí al verlo enojado y él giró para irse.
—¿Ahora qué? —Dije cuando lo vi volverse a acercar.
Mateo me señaló con su índice derecho y una sonrisa peligrosa.
—Cuando te la meta vas a querer que pare. —Dijo y arrugó la expresión. —Y no lo haré.
—Soltame en vez de hablar pelotudeces, le creo a acciones, no a palabras. —Le saqué la lengua.
Mateo me miró como ofendido.
—Soltate vos mejor. —Dijo antes de irse.
Es el pelotudo más grande del universo.
Y yo me enamoré de él.
Boee, ¿tan tóxicos iban a ser? jajajajaj
En ig mantengo activando x si me quieren seguir, bellas.
Sigo o están mimidas?