—Hola. —Saludé a Peter.
Éste me miró a los ojos antes de sonreír.
—Hola. —Dijo algo alegre.
—¿Te pone feliz verme? —Alcé una ceja.
—No, solo pasa que estoy contento. —Dijo.
—¿Y a qué se debe eso? —Pregunté comenzando a levitar.
—No dormía bien hace tiempo. —Dijo estirándose en su puesto.
Decidí callarme y dejar que comiera su desayuno.
Agh, la paciencia no era lo mío.
—¿Por qué me llamaste? —Pregunté.
Él dejo de comer para mirarme.
—Tengo un problema amoroso. —Dijo.
Alcé ambas cejas y luego reí.
—¿Y yo soy cupido o qué? —Pregunté divertida.
Él alzó una ceja.
—¿No podés?
—No, eso no tiene nada que ver conmigo. Además Peter, yo hago favores que traigan un pecado de por medio. —Le expliqué.
Él asintió mirándome en silencio por unos segundos.
—Entonces mátala. —Dijo.
Sonreí. —¿En serio? ¿es un “mía o de nadie” acaso?
—Algo así. —Dijo él rascando su nuca. —Oye, no te ofendas pero quiero comer tranquilo, y tus ojos blancos me incomodan.
Fruncí el ceño, ¿ojos blancos?
Creí que no tenía los ojos blancos.
—¿Q..qué?
—Va, vos sabés. —Dijo antes de seguir devorando su desayuno tranquilo.
Quizá en realidad, los humanos no podían ver las pupilas de los demonios.
¿Por eso yo no podía ver las de Mateo antes, sino solo cuando él me lo permitía?
Deseé entonces que las viera.
—¿Y ahora? —Pregunté apareciendo a su lado, de repente.
—Puta madre, Amelia. —Se quejó poniendo su mano en su pecho izquierdo. —Me asustaste.
Reí. —Exagerado. ¿Se me ven las pupilas?
—Sí, están dilatadas. ¿Te gusto? —Preguntó riendo.
—Que pendejo sos. —Dije negando con la cabeza. —Tu papá era divertido, ¿no?
—Más que vos. —Dijo. —Quiero decir que no lo era.
—¿Y tu humor de donde salió? —Cuestioné.
—No lo sé, supongo que entre tanta tragedia.. el humor era lo único que me consolaba. —Dijo triste.
Su semblante cambió a uno un tanto triste.
—Wow, ¿vas a llorar? —Pregunté.
Él me miró mal.
—Hija de puta. —Susurró.
Agarré su cuello con fuerza y su rostro rápidamente se volvió rojo.
—No te equivoqués. —Dije.
Él asintió con rapidez y yo lo solté.
—Idiota. —Solté de mal humor.
—Creí que eras.. —Tosió. —Mas buena onda.
—Callate. —Dije cruzada de brazos. —¿Te demoras tanto desayunando o podemos irnos?
Tuve que esperarlo un rato más, y cuando por fin estuvo listo tomé su mano.
—¿Dónde está ella? —Pregunté.
—Debe estar saliendo de la universidad, debe..
—Cierra los ojos. —Le indiqué.
Él me miró fijo y luego asintió para entonces cerrar los ojos.
Aparecimos entonces fuera de una universidad y disimuladamente hice la aparición de Peter para que nadie se sorprendiera porque un loquito apareció en medio de la nada.
—¡Dios! ¡Eso fue increíble! —Gritó.
Lo miré amenazante al oír ese nombre.
—¡Uy! —Cayó en cuenta. —Lo siento. —Susurró. —Es solo una expresión.
Rodé los ojos.
—Amelia, ahí está. —Dijo él.
Miré hacia donde él miraba. Estaba parada al lado del semáforo, esperando que éste cambiara de color.
Era una chica muy bonita.
—¿Seguro que la querés matar? —Pregunté.
Él asintió con la cabeza y yo alcé los hombros.
—Mis planes habrían sido más divertidos, pero estoy a tus órdenes. —Le guiñé un ojo.
Me acerqué hasta ella y me puse a su espalda.
Iba a ser muy sencillo.
El semáforo para los peatones estaba en rojo, mientras que los autos pasaban a una velocidad exagerada.
Iba a tomar su cintura para arrastrarla hasta la mitad de la calle cuando sentí un puño aterrizar con fuerza en mi cara, logrando que yo cayera al piso aturdida.
Abrí mis ojos adolorida y quedé estática cuando lo vi.
Plumas blancas, ojos celestes.
AAAAA VOS Y YO SABEMOS QUIEN ESSS.<3
HELL II #3 en #Ángeles entre 13k historias. Gracias por lo 5k votos❤️