Miré a Peter sentado en una silla en su casa, estaba jugando en el PC mientras yo estaba parada detrás de él mirándolo.
—Ya te sentí. —Dijo él.
Sabía que ahora era un brujo, podía sentir este tipo de presencias.
—Hola. —Me acerqué a él.
Él se dio la vuelta mientras se sacaba la diadema.
—Que virgo. —Dije viendo su juego.
—Dejame. —Dijo algo resentido.
Me saqué el anillo y agarré su mano.
—Lo probé.. está en completo estado. —Dije yo. —Capaz mañana practiquemos bien, a veces me olvido que sos humano.. y te trato como un perro. Bueno, detesto los humanos.. desde que era una humana.. —Reí. —Siempre los odié. Sin embargo, no sos un simple humano.
Él sonrió y yo rodé los ojos.
—Sos estúpido como todos pero te necesito. —Le dije. —Aunque jugués estas pendejadas.
Él se rió y yo le puse el anillo.
—¿Esto es una propuesta de matrimonio? —Preguntó él.
—No soy tan estúpida. —Le dije y él me miró mal.
—Forra. —Dijo antes de tomar una barra de chocolate.
Peter apagó el computador y giró la silla para mirarme fijamente.
—¿Qué hiciste con el anillo, te sirvió de algo? —Preguntó.
—Sí que me sirvió. Me di cuenta de que el poder que está ahí.. no es más grande que el mío.. pero me complementa muy bien. —Dije yo. —Cuando te fuiste.. logré levantar cada uno de los huesos que habían allí, dejé una pequeña sorpresa.
—Es increíble. —Soltó el chocolate para mirar el anillo. Rascó su nuca y me miró. —Prometo esforzarme para ser el mejor.
—Está bien, estaba estresada, ya no me preocupo.. —Dije. —Debo irme.
—¿Adónde? —Pregunté.
Alcé mis hombros y me fui de ahí.
Por alguna razón me encontraba muy tranquila, bastante animada, todo estaba muy bien.
Cuando busqué a el ángel me di cuenta que estaba en la tierra, y me aparecí a su lado.
—Hola, viejo amigo. —Le dije a él.
Valentín me miró de reojo y formó una media sonrisa.
—Hola. —Saludó.
—¿Qué hacés? —Pregunté.
Estábamos en un pequeño pueblo que parecía bastante tranquilo.
—No los ves, pero hay ángeles que cuidan este lugar, por patrones sospechosos están pensando que será el próximo lugar que Mateo atacará. —Dijo él. —Hablemos en otro lugar..
Valentín tomó mi mano y desaparecimos de ahí para aparecer en un lugar despejado.
—¿Eh? —Dije alzando una ceja.
—Se me olvida que estás exiliada. —Rió. —Mateo.. catastrófico como siempre, caos por la derecha, por la izquierda..
¿Él fue quien destruyó el pueblo donde le di vida a los huesos?
—¿Por eso le declaraste la guerra? —Pregunté.
—Realmente creo que él me la declaró a mí. —Dijo él y yo asentí con la cabeza.
Valentín me miró a los ojos.
—Tratá de que la guerra no sea tan pronto. —Le dije.
Él me miró confundido.
—¿Por qué? —Pronunció. —¿Vos vas a estar de su lado?
No. Pero necesito a Peter listo.
Y voy a tener que pelear contra vos, aunque no quiera hacerlo..
Porque aún no quiero que me odies.
—No. —Sonreí. —Creo que no hago parte de esa guerra..
Él abultó su labio inferior y asintió.
—Tengo que decirte algo importante.. a eso vine. —Le dije con una pequeña sonrisa.
Él me miraba atento, en completo silencio. Yo me acerqué más a él y levantó su ala para darme espacio y cubrirme, gesto que me pareció hermoso.
—No tendría que hacer esto, pero lo haré de igual forma.. gracias por haber estado a mi lado cuando me sentía mal, no podría explicarlo pero ver tus ojos me trae tanta paz. —Dije y él sonrió levemente. —Y es todo, no voy a alargar el discurso, no soy cursi ni nada de eso. Solo que alguna vez debía decírtelo.. no esperés que lo repita alguna vez, ni mucho menos lo que voy a decirte.
—Creí que era todo, ¿hay alg..
—Te quiero.. —Musité.
No estaba segura de en qué manera lo quería, pero me olvidé el color de sus plumas, blancas o negras, la maldad o la bondad que traía su corazón.
Al final yo nunca pertenecí a ningún lado.
Yo simplemente soy frontera.
Sin decir algo más, acerqué mi rostro al suyo y lo miré fijamente, bajé mi mirada a sus labios y al ver que no se alejó, no dudé en plantar mis labios con los suyos.
Holas<3 ¿cómo andan? se que dije que la iba a terminar hoy pero no me dio tiempo.
Igual ya rápido se acaba jajaja.
Se vieneeeeee.