Mateo
—Te vas a pudrir, Ester. Te lo aseguro. —Le dije mirándola.
Me tenía completamente estresado. Mary se había resignado a que le había ganado.
Fue un jaque mate desde el inicio. Pude ser lo verdaderamente listo para darme cuenta de sus planes desde un inicio, un paso en falso por parte de ella y la mandaba a matar, había traicionado al infierno, era demasiado fácil.
Podría haberlo hecho hace tanto, podría haberla mandado literalmente a la mierda, pero eso significaba mandar también a Ester con ella y no era lo que quería.
A Ester la necesitaba conmigo.
Sin embargo, era demasiado escurridiza, sabía que estaba trabajando para Mary, y es que estoy segura de que ella también sabía que tenía algo en mente.
Pobrecita.
—Quedate quieta por que no sabés lo que te puede pasar. —Le dije serio.
Ella me miraba en silencio, era poco explosiva a diferencia de Amelia. Solía hacerme creer que estaba todo bien, cuando tenía un nudo de líos escondido detrás de su espalda.
Los planes de Ester se basaban únicamente en tratar de hacerme caer, me tenía tanto rencor. Suficiente como para querer casarse conmigo solo para impedirme ser feliz.
Pero pobre ratoncita, había metido la cabeza en la boca del león.
Miré su rostro una vez más, detestaba su silencio, no me dejaba pelear bien.
Como sea, no me importaba. Solo no me dejaba hacer mis cosas tranquilo porque tenía que estar todo el tiempo mirando que cagada se estaba mandando.
Me di la vuelta para salir de ahí, pero escuché una pequeña risa de su parte que me hizo detener. Volví a darme la vuelta para mirar a Ester con el ceño fruncido.
—No pensés que me voy a quedar de brazos cruzados. Vos te das cuenta de muchas cosas, pero yo también, porque no tratás de disimular que todo el tiempo querés correr a ella. —Dije. —Y es más que obvio que la amás.
—Yo nunca he tratado de ocultarlo.. no sé que decís. —Dije yo alzando una ceja.
—Que tus planes también están al aire, yo también puedo ponerme en tu contra legalmente. —Dijo ella.
—Hacé lo que se te cante. —Dije riéndome antes de salir.
Pelotuda.
Caminé afuera y miré a Daniel, éste miró extrañado a los muchos demonios que habían en el salón principal.
—¿Qué rayos? —Preguntó él.
—Te necesito. —Dije directo.
—¿Para qué? —Cuestionó.
—Valentín me declaró la guerra, y pronto vamos a entrar en una. —Dije yo. —Ellos ya se están preparando, necesito tus súbditos, te necesito a vos.
Daniel me miró fijo y luego negó con la cabeza.
—Estoy con Amelia.. estamos dando un paso que nos separa de esto. —Dijo él.
¿Qué?
—¿Qué decís, Daniel? —Dije confundido.
—Que estamos a parte, no somos parte de esto. —Dijo serio.
—No sé que tengás en mente, pero esto se va a terminar rápido, y ella no va a estar para siempre con vos. Aunque no lo quieran, ustedes son parte de esto. —Le dije.
—No Mateo, la desterraste y ella buscó su propia tierra. —Dijo.
Me estaba mareando, no entendía lo que decía.
—No sé, Daniel. Tenemos que vencerlos esta vez, no es solo una revancha.. es primordial..
Mmmm, ¿qué decisión tomará Daniel?