Amelia
Estaba enojada por haber terminado ahí, me desesperaba. Sin embargo, ver a Mateo ahí me trajo un poco de calma.
Iba a preguntarle qué hacía ahí pero antes de que pudiera decir algo Mateo apareció dentro de la celda y tomó mis caderas para seguidamente estrellarme contra la pared.
Yo tomé aire ya que me había quedado sin este y miré a Mateo desde ahí.
—Soltame. —Dije entredientes tratando de sacarlo pero al contrario se estrechó a mí.
—Te dije que te comportaras bien.. —Musitó mirando mis labios.
—Te dije que tenía otros planes. —Dije y él alzó una ceja mientras sonreía con soberbia.
—¿Y en esos planes está Valentín? —Dijo él.
—Y vos no.. —Sonreí.
Mateo me soltó y se alejó un par de pasos mientras me miraba todavía con altivez.
Mi sonrisa se ensanchó, quise caminar hacia él pero algo me lo impidió. Mi ceño se frunció y miré hacia mis manos y piernas viendo algo metálico sosteniendo cada una de mis extremidades.
Estaba encadenada.
Miré a Mateo que me miraba con una sonrisa, mis manos se alzaron a causa de las cadenas repentinamente y mis piernas se abrieron un poco al ser jaladas por las cadenas.
—¿Qué diablos? —Dije mirando a Mateo esperando que me dijera algo.
—Bebé. —Dijo Mateo con una sonrisa. —Que estés acá es lo mejor que me pudo pasar.
Alcé una ceja.
—¿Qué es este lugar? —Fruncí el ceño.
—Besaste a un ángel, es un pecado contra el infierno que una princesa lo haga. —Dijo Mateo. —Así que aquí estás en mi celda.
—¿Y por qué en la tuya? —Dije frunciendo el ceño.
—Lo comprenderás luego.. —Dijo mirándome. —No te desgastés tratando de escapar de acá, es imposible. Vas a salir cuando yo quiera.
Lo miré incrédula. —¿Y cómo se supone que logro eso?
—Ah.. el preso tiene que alcanzar misericordia del amo. —Dijo Mateo mirándome.
No quería, quería odiarlo, pero esa mirada me hacía sentir tantas cosas.
—Necesito salir rápido de aquí. —Dije.
—No lo creo, te estás convirtiendo en un problema para mis planes, y te necesito un tiempo fuera del camino. —Dijo él y se acercó a mí para tocar mi mejilla.
Ahí caí más que todo en cuenta de que necesitaba estar para la guerra.
—Mateo neces..
—Vi la sorpresa que me dejaste. Los esqueletos vivos.. —Dijo mientras me miraba a los ojos. —¿Cómo lo hiciste?
Sonreí. —¿Te sorprendió?
—¿Cómo lo hiciste? —Insistió.
—No lo sé.. —Susurré.
Él asintió con la cabeza y miró mi cuerpo, yo bajé m mirada y fruncí mi ceño al ver que estaba desnuda.
—Acá sucede lo que yo quiera.. —Sonrió.
Holaaa.
Uy, uy, ¿qué pasa acá?