—¿Loco? —Alcé una ceja.
—Es terca como nadie. —Gruñó.
Reí ligeramente, eso sí que lo era, me causaba gracia que estuviera causando problemas, pero lo que no me causaba gracia era que a él.
¿Por qué están tan juntos?
—Entonces.. ¿están de novios? —Dije yo medio desinteresado, pese a que fuera más que obvio que me importaba.
—No, solo cogemos. —Dijo él y yo lo miré mal.
—Boe, tanto no te pregunté. —Dije y miré a Ester que me miraba mal. —¿Qué?
—Ya sabés, Mateo. —Dijo seria antes de quitarme la bebida para tomar lo último que quedaba.
Le resté importancia a su cara de culo y miré a Daniel.
—¿Y en qué te tiene loco? —Dije.
Él apretó la mandíbula y yo alcé una ceja.
—Es como amiguita de Valentín. —Dijo.
Y cada vez todo era peor. Tanto le insistí que con él no y lo primero que hace es ir tras el boludo ese.
Sentía esa ira recorrer mi cuerpo, esa que me impulsaba a querer agarrarla del cuello y asesinarla.
No sé que se cree que ahora no es mía, como si dejarla hubiera borrado mi nombre de su espalda, no, mucho menos de su alma.
Ya iba a ver.
—Dale, Daniel. —Lo empujé. —¿Tan inútil sos que ni lejos de ese ángel la podés mantener?
—Y si es re terca, ¿qué querés que haga? —Alzó los hombros. —Le dije que no lo hiciera y estoy seguro que se desaparece para verlo.
—Pero tenés que dejarle claras las cosas, si fuera yo no sabés como me hace caso.
—Mateo. —Volvió a advertirme Ester.
—Callate. —Dije mirándola mal antes de mirar de nuevo a Daniel.
Noté que se levantó y se fue, quizá debería seguirla para ver que irá a hacer, pero necesitaba terminar de hablar con Daniel.
—El otro día la encontré casi en pelotas con el ángel ese.
Negué con mi cabeza y puse mi mano en mi frente, apretándola con fuerza.
—Sos re pelotudo, Daniel. —Dije enojado. —Alejala de ese otro gil.
No sabía en qué había quedado lo de Lucifer, si no hizo nada al respecto o qué.
—Bue, tampoco entiendo qué tanto te metés. Nada que ver vos con ella ya. —Dijo.
Solté una risa seca.
—Es mía, y lo sabés. —Dije serio.
—Olvidate de eso, Mateo. —Dijo Daniel rodando los ojos.
—¿Sino de quién? Decime. Tuya no es, pelotudo, si no te usa sino para coger y eso porque no estoy yo. ¿O pensás que ella te amaría a vos, gil? Sos alto estúpido.
Lo empujé antes de irme de ahí, estaba re caliente por lo que había dicho, me tenía muy molesto que él estuviera con ella, y lo de Valentín.
Iba a haber una guerra, lo presentía. Se iba a alertar por la destrucción terrenal, y yo le iba a dejar bien en claro que a Amelia no la puede tocar.
Maté lo primero que me encontré cuando llegué a la tierra.
¿Cómo que en pelotas con ese pelotudo?
Como le haya puesto un dedo encima lo mato.
Me jalé el cabello estresado, no sabía como manejar esa situación.
Mis pasos se detuvieron cuando sentí una sombra detrás de mí, yo me giré enseguida pero no vi a nadie.
Volví a sentirla a mis espaldas y me di vuelta de nuevo mientras fruncía el ceño. No había nadie.
¿Qué estaba pasando?
Miré por un bosque que se alzaba a mi izquierda a aquella sombra perdiéndose entre los árboles.
Me teletransporté hasta allí y miré como la sombra jugaba, guiándome.
Me estaba estresando el jueguito pero más vale que iba a darme cuenta de quién se trataba.
De pronto vi lo que en algún momento fue un intento de edificio, era una construcción que claramente no había sido completada, y por lo desgastada que se veía se notaba que había sido bastante tiempo atrás.
En la puerta de este “edificio” logré ver aquella sombra perderse, así que me adentré allí. Escuchaba ruidos que me guiaban, haciéndome subir piso tras piso y de lado a lado.
¿Quién era y que estaba buscando?
De pronto me encontré muy arriba, en un extremo sin muro, donde podía ver un paisaje terrenal.
Iba a darme vuelta para seguir buscando cuando sentí unas manos en mis caderas y una respiración en mi cuello.
—Bu.
Ayyyyy. Dejo acá. Las amoo❤️❤️❤️
Feliz noche estrellitas preciosas, gracias x el aguante❤️✨