(MARATÓN 2/4)
⌘Mateo⌘
Daniel estaba conmigo, se había enterado de que no había revivido a Ester, sino que había traído a Amelia a nuestra vida.. o, ¿nuestra muerte?
No lo sabía, pero en cualquier caso, ella estaba de vuelta.
Mi plan, que había sido muy difícil había sido logrado. Tuve que mentirle a ella porque decirle que la mataría probablemente no le gustaría, quizá no le agradaría la idea de que la convirtiera en un demonio.
O quizá yo solo pensaba eso porque tenía miedo de que fuera lo mismo que con Ester.
Pero Amelia no era Ester, y por eso la amaba. Ella era simplemente ella, y me había enamorado.
Esperé diez años entonces para hacer esto, porque quería despistar un poco a Lily, aunque para ser sinceros no sé que ha pasado con ella. No se ha visto en el infierno si no muy escasas veces, lo cual no me molestaba en lo absoluto.
Ahora Amelia estaba de vuelta, quizá no con las mejillas rosadas, ni con esos ojos llenos de inocencia humana.
Me había encargado de desvestir su alma, sacándole toda la humanidad de encima, haciéndola cometer actos aberrantes, tratando de llamar la atención del mismísimo diablo.
Tuve que rogar un poco igual, y haberme vuelto "amigo" de Lucifer me había dado una ventaja, por lo que no fue muy difícil tener su permiso para volver a Amelia una de nosotros.
Un demonio.
—Te va a matar. —Dijo Daniel seguro.
—Quizá, si fuera posible. —Dije y él sonrió.
—Te va a odiar. —Aseguró y rodé los ojos.
—En cualquier caso, ¿qué te importa a vos? —Alcé una ceja.
—Me importa porque me mentiste. —Dijo y yo sonreí de lado.
—Y vos me creíste, ¿quién es peor? —Cuestioné.
Él me miró mal y yo reí ligeramente.
—De todas formas, a Lily no le va a gustar, así que terminé haciéndote un favor de una u otra manera. —Dijo él
Daniel alzó los hombros haciendo una mueca de "puede ser".
Todo mi cuerpo se tensó cuando sentí la puerta abrirse, y mi mandíbula casi se cae al piso al ver a Amelia en la puerta desnuda.
☾...☽
—Aush. —Dije sorprendido.
No podía creer la fuerza con la que me había golpeado. Me dolió más de lo que me habría podido doler un golpe de Daniel.
Quizá es porque me hiere que ella me golpee.
—¿Qué rayos? —Dije.
Podía notar la satisfacción en su expresión, se le notaba simplemente contenta por ello. Y no porque tuviera una sonrisa notoria, casi que se veía seria, pero ella no podía esconder completamente sus sentimientos o emociones de mí.
Escuché unos pasos por el pasillo dirigiéndose hacia nosotros, así que antes de decir algo, empujé a Amelia adentro y cerré la puerta, sino, todos verían su desnudez.
—Puede que ya no seas humana, pero no significa que le tenés que mostrar el cuerpo a todos porque no sentís vergüenza. —Dije serio.
La ligera sonrisa que tenía se desvaneció, dejando de nuevo su rostro sin expresión.
Siendo sincero, me intimidaba. No porque fuera una mirada severamente seria, porque más de una vez me han mirado así, pero era.. era ella.
No estaba acostumbrado a esa Amelia.
—¿Qué? —Cuestionó.
Me di cuenta que lo había soltado de golpe, y que claramente ella no lo sabía.
—Bueno, vos..
—Estoy muerta, lo sé. —Me interrumpió.
Me quedé mirándola, sin saber cual iba a ser su reacción.
—Sos un demonio. —Dije sin más.
Sus ojos se expandieron apenas un poco, disimulando su impresión.
—Y no es una joda, si es lo que estás pensando. —Dije.
Ella permaneció en silencio, poniéndome más ansioso quizá. Bajé mi mirada a su cuerpo desnudo y cerré los ojos.
—¿Querés vestirte?
—Soy un demonio, eso dijiste. —Dijo ella haciendo que abra los ojos de nuevo.
Asentí antes de caminar hacia el clóset.
—¡Soy un demonio y te preocupa que esté desnuda! —Gritó. —¡Oh por dios, mira mis uñas! —Dijo con asco.
Reí sacando un vestido y dándome la vuelta. Miré sus uñas y me di cuenta que estaban muy largas.
Ojalá no me trate de herir con ellas.
—Ponete éste. —Dije.
—¿Por qué lo haría, y por qué tan elegante? —Cuestionó.
La miré a los ojos.
No hallaba a Amelia, no a la que yo conocía.
No la que me amaba.
—Ya se que está todo fuera de lugar y que hay muchísimas cosas de las que debemos hablar, pero eso tendrá que esperar. —Dije y solté un suspiro pesado bajo su atenta e interrogativa mirada.
Me agotaba tener que poner todo en orden, esas no eran mis funciones generalmente.
—Primero vas a conocer a alguien muy importante. —Concluí.
¿Quieren decirme que opinan hasta ahora? Estoy ansiosaaa!