Amelia
—Salí, sucio.
Mateo rió en mi oído y yo lo alejé.
—Bue, relajá. —Dijo Mateo tratando de abrazarme pero volví a sacarlo molesta.
—¿Qué te pensás para tratarme así? —Cuestioné enojada dándome la vuelta para confrontarlo. —Te perdoné, y te juro que te amo. Pero si seguís viendo a la Amelia humana, te estás equivocando.
Él alzó una ceja con disgusto.
—¿O qué? ¿ahora que te perdoné vas a volver a creer que soy una idiota y hacer lo que se te cante conmigo? —Pregunté.
Las heridas estaban intactas, como la luna, siendo cubiertas por las nubes, pero existiendo aun así.
—Yo no estoy haciendo eso con vos, te estoy tratando mejor de lo que podría tratar a cualquier otro. —Dijo molesto de nuevo. —No se de que hablás tan siquiera, acabo de salvarte de ese ángel.
Reí seca.
—¿Salvar? —Cuestioné con una sonrisa irónica.
Toqué mi nariz molesta sintiendo que aún sangraba.
—¿Eso es salvar? —Pregunté.
—Te habría matado de no haber sido por mí. —Dijo serio.
—Yo podía con él. —Susurré.
Él rió. —Amelia, no podés ni curarte las heridas.
Miré a otro lugar, resentida.
—Solo estoy muy molesto.. —Musitó. —Me molesta que él te haya lastimado.
—Vos también lo hacés. —Dije volviendo a mirarlo.
—Perdón. —Dijo tomando mi mano, esta vez dejé que lo hiciera. —Vení te curo.
Asentí con la cabeza y dejé que me llevara hasta donde estábamos antes.
—¿No me podés curar vos? —Pregunté.
Quizá él tenía el poder suficiente.
—Solo podemos curarnos a nosotros mismos. —Dijo mirando la repisa que había allí.
Habían algunas piedras extrañas y pociones.
—Yo puedo curarme y luchar contra un ángel. —Dijo y se giró con una piedra blanca en su mano. —Por mi rango.
Asentí mirándolo.
Él se acercó hasta a mi.
—Trahere ex in vulnere fecit albus alas* —Dijo Mateo antes de soplar la piedra frente a mi.
saca la herida del de alas blancas*
Vi un aire blanquecino venir a mí y de a poco fui sintiendo el dolor disminuir hasta finalmente desaparecer.
—Un ángel no suele meterse con los demonios. —Dijo. —Creo que protegía a quien ibas a matar.
Fruncí el ceño.
—¿Me estabas siguiendo? —Pregunté indignada.
—Es una larga historia, te seguí porque temía que te pasara algo y mirá, menos mal que fui. —Dijo. —Ya, hacé de lado un momento tu orgullo, no hice nada malo.
Alcé los hombros.
—¿Qué pasó?
Rodé la voz al oír aquella voz detrás de nosotros.
—Tenemos que hacer algo. —Dijo Mateo serio.
—¿De qué? —Preguntó Daniel.
—La atacó un ángel a Amelia. —Dijo Mateo.
Me crucé de brazos molesta tratando de ocultar mi vergüenza. Daniel nos miró sorprendido.
—¿Y qué pasó? —Preguntó.
—Bue, re chusma vos. —Dije molesta.
—¿Era un arcángel? —Cuestionó.
Mateo negó con la cabeza.
—Era un querubín. —Dijo Mateo.
—Uh, la debió haber hecho mierda a Amelia. —Se burló.
—Que pelotudo sos. —Dije enojada.
—Pero Mateo, ¿qué hacía un querubín peleando con un demonio? —Cuestionó ahora serio.
—Amelia se metió con una humana y creo que él la estaba cuidando. —Dijo Mateo.
Daniel frunció el ceño.
—Pero, ¿no es ese acaso el trabajo de los arcángeles? —Dijo confundido.
Mateo asintió.
—¿Y qué tiene que sea un querubín? —Pregunté sin entender.
—Los querubines se encargan de proteger cosas, pero más importantes que una humana. Más que todo hacer tareas importantes. —Dijo él.
—Bueno, quizá porque Amelia la iba a matar. —Dijo Daniel.
Mateo negó con la cabeza y lo miró con obviedad.
—Los demonios matamos muchos humanos diariamente, ¿esa podría ser la tarea de un querubín? —Cuestionó él.
—¿Realmente tiene tanta importancia? —Pregunté.
—Amelia tiene razón. —Dijo Daniel.
—Si tiene importancia. —Insistió Mateo.
—¿Por qué? —Interrogó Daniel.
Mateo lo miró.
—Porque ese querubín era Valentín. —Dijo Mateo y el semblante de Daniel cambió.
Holaaa<3 AAA YO ESTOY EMOCIONADA.
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