Amelia
La música seguía inundando mis oídos, había sido influencia y fuente de pasión en esta noche festiva.
Daniel y yo habíamos hecho travesuras que me habían divertido toda la noche.
Pero era hora de regresar a casa, y aún no había pasado el suceso por el que vinimos.
—¿Ya estás? —Pregunté a Peter.
—Sí, creo que sí. —Dijo él.
—Excelente. —Sonreí.
Eventualmente, empujé a Peter logrando que éste chocara contra aquel rubio.
—¡¿Qué diablos?! —Gritó molesto dándose la vuelta.
—¡Sos una mierda, Leo. —Le dijo Peter.
Mi sonrisa se ensanchó pues creí que el humano se cargaría encima.
—¿Y vos quien te pensás que sos? —Interrogó el rubio.
—Golpéalo. —Le ordené.
Peter tragó saliva y tras fruncir el ceño se lanzó sobre él para comenzar una pelea.
Las personas se dieron vuelta y comenzaron a hacer ruido emocionados por lo que veían.
Hice una mueca cuando vi que el otro le llevaba algo de ventaja a Peter, así que aproveché cuando los vi en el suelo y pisé la mano de aquel chico.
Sonreí cuando soltó un jadeo de dolor, y Peter siguió golpeándolo, ganando esta vez bastante ventaja.
—Esto me gusta. —Dijo Dani emocionado a mi lado.
—Se va a poner mejor. —Miré a el demonio.
Él levantó una ceja y luego sonrió.
—Me pone ansioso. —Dijo él.
Agarré de la camisa a Peter, ya que éste estaba sobre el otro en el piso proporcionando golpes en su rostro. En seguida éste quedó de pie, mientras el rubio seguía en el piso bastante herido.
—Hay una pistola en la parte trasera de tu pantalón, ya sabés que hacer, Peter. —Canturreé.
Peter me vio nervioso y yo lo miré fijamente, presionándolo un poco.
—Tienes quince segundos para usar la pistola, si no lo hacés, se va a convertir en un arma blanca, y va a ser usada en el cuello de ese rubio o en el tuyo. —Amenacé. —Vos decidís.
Peter inhaló profundamente y sacó la pistola provocando que todos se alarmaran un poco.
—¿Q-qué hacés loco? —Balbuceó el chico en el piso.
—Suelta eso. —Le dijo quién parecía ser amigo de aquel tonto.
El sonido del disparo hizo que sonriera. Peter estaba hecho para esto. Acababa de matar al amigo del rubio y ahora estaba apuntando de nuevo al chico en el piso.
Inmediatamente los gritos se hicieron presentes en la escena, y antes de que todos pudieran correr, incliné un poco mi cabeza hacia la derecha y todas las personas en aquella casa cayeron al suelo muertas.
—Mierda. —Dijo Daniel sorprendido antes de carcajear. —Estás loca, hija de perra.
Sonreí. —Matalo. —Le dije a Peter.
—Creo que estás lista.. —Escuché a Daniel musitar en mi oído junto con un disparo de fondo.
Les estoy dejando muchas pistas y no veo las teorías jajajaja