Las lágrimas habían dejado de correr por mi rostro, sonreí.
Bueno, la única solución que encontré para que se detuvieran fue entrar al agua. Las lágrimas habían dejado de correr solo ahí, para dispersarse con las gotas del río.
Cuando abrí los ojos vi esos ojos celestes frente a mí. No sabía como lo hacía, pero generaba algo a mí.
Tranquilidad, un poco de paz en medio de mis llamas.
Me di la vuelta mirándolo mal antes de salir del agua.
Me sostuve de una piedra y limpié mis ojos antes de subirme en ella.
Y ahí estaba él de nuevo.
—¿No te cansás de seguirme? —Pregunté.
—No. —Dijo mirándome. —¿No te duelen? —Tocó mi brazo. —Puedo curarlas.
Miré y vi que aún tenía algunas heridas.
—No. —Dije y mi voz salió quebrada. —Me duele más otra cosa. —Dije con la mirada baja.
—También puedo curarlo. —Dijo él.
Levanté mi mirada viendo el rió, era de tarde y había bastante corriente, el cielo estaba pintado de un azul grisáceo y acompañaba mi escena triste.
—¿Por qué éste corazón muerto duele aún? —Dije antes de estrujar mi pecho con mi mano.
Sentía que mi mundo se había convertido totalmente irreal.
—No puedo creer que me haya dejado.. —Dije enojada, desconcertada.
—Mateo no te merece, Amelia. —Dijo él.
—Claro que no. —Dije obvia. —Me manipuló, me maltrató. —Pasé saliva y respiré profundo tratando de tragarme mis lágrimas. —Me violó, me mató.. y volvió a llevarme a él.
Negué con la cabeza y la tiré hacia atrás.
—Que estúpida soy, creí que me amaba. —Dije.
Y como si fuera la primera vez que me pasaba, los momentos a su lado volvieron a aglomerarse en mi cabeza.
No tenía una duda de que Mateo y yo éramos el uno para el otro, y que ahora pasara ésto estaba provocando que el mundo se me cayera encima.
—Él se lo pierde, vos no estás perdiendo nada. —Dijo.
—Claro que sí, ¡él era mi todo! —Exploté.
Él se quedó en silencio y yo rodé los ojos antes de bufar.
—¿Y qué hacés aquí? —Volví a hablar.
—Siendo honesto.. quería ver si estabas bien. —Dijo él.
—Soy un demonio, Valentín. ¿A vos qué te importa como esté? —Dije algo molesta.
Él sonrió de lado ligeramente.
—No te veo como.. un demonio. —Dijo él.
Arrugué el ceño y reí.
—¿Ah no? Entonces, ¿me ves como a un ángel, quizá? —Cuestioné irónica.
—Quizá..
Lo miré a los ojos sin creer lo que decía, y de nuevo esa sensación de tranquilidad al ver ese color celeste apareció.
—Estás loco.. —Susurré antes de irme de ahí.
Jelowww. ¿cómo andan?
¿Y éstos dos?😏