—Eres muy linda. —Sonrió ladeado.
—Vamos. —Insistió Mateo a mi lado tomando mi mano, más lo solté de forma inmediata.
Deseé profundamente saber quién era ella, y de pronto una imagen de ella apareció en mi cabeza.
—Soy la bruja de corte. —Se presentó.
Pero era un detalle estúpido al lado de lo que ahora sabía ya de ella.
Era la madre de Ester.
La miré fijamente esperando que más quería decirme, y miré de reojo a Mateo que se veía un tanto nervioso.
—Tampoco pensé en conocerte. —Dije yo esta vez.
Mateo me miró de reojo y vi como la bruja alzó ambas cejas.
—No creí que conocieras mi identidad. —Dijo ella.
Solté una risa seca. —¿En serio? Soy un demonio, no es difícil saberlo.
—Tienes muchas capacidades para ser nueva. —Dijo ella logrando que yo eleve una ceja.
—El destino puede ocasionar que todo se mueva y funcione como se debe. —Habló esta vez Mateo.
—Creo en el destino. —Dijo ella y turnó su mirada de mí a Mateo. —Por eso estoy bastante tranquila.
—¿Ah sí? Pues yo más. —Dijo Mateo enojado.
—¿Hay algo que quiera decir o me puedo ir ya? —Pregunté.
Ella me miró en silencio con soberbia, tenía algo que me mantenía intranquila.
—Feliz.. vida.. eterna.. —Dijo con una sonrisa que me molestó.
Antes de poder decir algo sentí como desaparecí de allí para reaparecer entonces en la habitación de Mateo.
Solté un bufido y golpeé la pared.
—Amelia..
—¡Me amenazó! ¿vos no la oíste? —Expresé enojada.
—Ella no te puede hacer nada. —Dijo Mateo.
—No estoy tan segura. —Dije apretando los puños. —¿Por qué no querías que hable con ella?
—Porque ella es así.. —Alzó los hombros. —Conflictiva.
Alcé una ceja. —Capaz vos estás con ella.
Mateo frunció el ceño, sabía que le había molestado mi comentario, pero era tan difícil confiar.
Alcé los hombros.
—Tomátela, Amelia. —Dijo en un tono brusco.
Apreté la mandíbula antes de desaparecer. Lo detesto tanto a veces.
—¡Ay, Amelia!
Miré a Peter que como era costumbre estaba con la mano en su pecho, mirándome asustado. No traía camisa, solo pantalón.
—¿Podés dejar de asustarme así? —Preguntó.
—Mejor que te acostumbres. —Le dije. —Vamos.
—¿Qué? ¿adónde? —Frunció el ceño.
—Tu amigo está en una fiesta esperándote. —Dije.
Él se quedó mirándome confundido y yo rodé los ojos.
—Solo vestite. —Dije empujando suavemente su pecho.
Solté un quejido cuando caí al suelo, miré mi mano que parecía haber sido quemada por algo.
Miré a Peter que me miraba con el ceño fruncido. Llevé mi mirada a su pecho y vi que de su cuello colgaba una cadena que traía como dije un anillo.
—¿Qué es eso? —Cuestioné asustada.
Holas<3