Podía sentir el deseo de las personas en el lugar, la ambición de muchos y el desfallecer de otros.
—Tu amiga. —Dijo Mateo. —Han pasado diez años..
La miré, estaba sentada con un grupo de chicos y chicas, su panza no estaba muy grande, pero podía discernir que estaba embarazada.
Que distintos surgieron nuestros futuros.
Bueno, yo morí. Aunque en realidad estoy aquí, y ella no lo sabe..
—No creés que sería divertido..
—Ni lo pensés, Mateo. —Hablé seria.
—¿Qué pasa? —Cuestionó Daniel.
—Ella era mi amiga. —Murmuré mirándola.
—Está embarazada. —Dijo Daniel.
Me acerqué a ella, por supuesto no podía verme. Estaba un tanto impactada al verla allí, tan diferente..
¿Qué sería de mis otros amigos?
Un frío recuerdo de yo comiéndome a Freddy apareció en mi cabeza, haciéndome frustrar un poco.
Que demencia.
Toqué el estómago de ella y sentí el corazón del bebé en mi mano.
—Es una niña.. —Susurré.
Miré a Mateo que estaba a mi lado junto a Daniel. El primero formó una sonrisa y miró de reojo al otro.
—Viste, ella puede desarrollarse sola. —Dijo antes de volver a mirarme. —No tengo mucho que enseñarte, tienes tu escencia y va a nacer de ti sola lograr hacer cada una de las cosas.
Asentí con la cabeza.
—¿Y ahora que deseas hacer? —Preguntó en mi oído.
Mi corazón se movía en mi pecho, sentía que debía hacer algo pero no sabía qué.
—Hay mucho poder dentro tuyo, y no tenés que cohibirte.. —Susurró.
Miré seria a Mateo antes de tomarlo del cuello.
—Cállate. —Dije antes de soltarlo.
No se veía molesto, una sonrisa adornaba su rostro. Ignoré eso porque ahora lo que menos me importaba era él.
—Diviértanse. —Solté antes de comenzar a caminar entre la fiesta.
Mis pies me llevaron hasta los lugares poco concurridos de aquel club, y me encontré con un chico que fumaba allí solo, apoyado contra la pared.
Me acerqué a él, poniéndome en frente. Era raro que no pudieran verme, se sentía así al menos.
Un deseo inexplicable arrasó con mi razón, un deseo de hacer las cosas malas.
De ser mala.
Creería que una transición de humano a demonio no sería tan rápido, pero quizá ese aliento de Lucifer había sido quien me había convertido en esto.
Me acerqué completamente a aquel hombre y lo miré de cerca. Tendría unos veintiún años.
Llevé mi mano a su entrepierna y le hice una ligera presión. Sonreí cuando él se removió en la pared, di algunas caricias sintiendo como su miembro crecía dentro de su pantalón.
Sentía la lujuria en mi ser, y sabía que se la transmitía a aquel chico.
Quería hacerme visible, y no sabía como.
Apreté con más fuerza ahora el notorio bulto en su entrepierna, a lo que él soltó un gemido antes de comenzar a caminar al baño. Yo lo seguí en seguida y cuando vi que no había nadie cerré la puerta con seguro.
Quedé un poco impresionada porque la había cerrado solo con mis deseos, como si mi mente supiera bien mis intenciones y accionara antes que mi cuerpo.
Aquel pibe se sobresaltó un poco, pero no se detuvo. Se apoyó de espaldas contra la pared antes de bajar su pantalón junto a su bóxer, dejando su pene erecto al aire.
Cuando me vi en el espejo supe que lo había logrado, mi mente había logrado que mi deseo se cumpliese, así que ahora era visible.
—¡Ay, dios! —Gritó antes de subir su pantalón.
Solté una risa seca al escucharlo. Me acerqué a él y noté que temblaba.
—¿Por qué lo escondés? —Cuestioné bajando su pantalón lentamente.
Él me miró algo nervioso y yo volví a acariciar su erección pero esta vez de forma directa.
Me arrodillé entre sus piernas y sin dejar de mirarlo fijamente introduje su miembro en mi boca.
Jelowi. Como andan?
Vieron la nueva portada? ¿Por qué todo le sale perfecto a Sabri?