Mateo
El pueblo estaba encendido, pueblerinos se mataban unos a los otros, yo caminaba en medio de las calles mientras torcía la cabeza de las personas hasta verlas caer en el suelo muertas.
Un desastre total.
Mucha gente poseída terminaba saltando de edificios, los demonios estaban infestando el lugar dirigidos por mí.
Las llamas acariciaban mi piel sin poder hacerme daño, una sonrisa triunfal decoró mi rostro al darme cuenta de que todos los cuerpos estaban en el piso, algunos quemados, otros sangrando.
Habíamos conquistado el lugar, y sería una noticia más para el mundo a la que no le encontrarían explicación.
Hombres de poca fe.
—Recolecten los cráneos. —Dije mientras agarraba una rama y me iba al límite del pueblo.
Comencé a trazar una línea con la rama mientras caminaba, comencé a pronunciar palabras infernales en adoración a Lucifer mientras mis ojos se ponían blancos, sentía mi cuerpo más liviano mientras seguía trazando una línea.
Todo fue tan rápido que no me di cuenta cuando volví al lugar inicial, había encerrado en un círculo el pueblo.
—Ya están. —Me dijo uno de los demonios que estaban ahí.
Prácticamente súbditos, porque claro, yo era un príncipe.
Miré los cráneos frente a mí y elevé mi mano derecha hacia estos mientras volvía a pronunciar diferentes palabras, hasta que vi como todos estos se prendieron en fuego.
Había sido un sacrificio para el señor de la oscuridad.
Le había demostrado a Satán que me merecía el trono, pero por supuesto, no paraba ahí, tenía que darle un sacrificio, pero no era éste, esto solo eran regalías.
Iba a llegar el día en que tendría que darle aquel sacrificio que ya tenía pensado, pero por ahora tenía cosas más importantes en las que pensar.
Primero, seguir ascendiendo. Segundo, averiguar bien que es lo que está haciendo Ester.
Se que tiene algo en la cabeza, pero no logro descifrar bien que es, necesito mantenerme al tanto de sus pensamientos, así no me arruina mis planes.
Abandoné la escena donde estaba para aparecer en el infierno, justo la vi a ella sentada en el bar.
Yo me senté a su lado y suspiré. Hermosa sí que era, siempre lo fue.
Me mataba que tuviera la misma cara de Amelia, que demonios hice.
—Llegaste. —Dijo mientras miraba su bebida.
Ella parecía estar perdida en su mundo, pero me importaba muy poco si no quería estar conmigo.
—Sí. —Dije antes de robarle la bebida. Al parecer no quería.
Ella le restó importancia y me fue inevitable no pensar en que en el caso de Amelia me habría puteado por robarle las cosas.
Miré con el rabillo del ojo como Daniel llegaba a mi lado, parecía molesto y yo sonreí.
—¿Qué pasa? —Pregunté.
Él alzó ambos hombros mientras golpeaba la barra.
—Amelia me tiene loco. —Dijo Daniel.
Mi semblante cambió, ya quiere piñas este pelotudo.
Holas<3 en poco subo el último.
4/5<3