El recuerdo de unos ojos miel

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Shaoran alejó la mirada de la de ella y observó hacia la pared, Sakura sonrió con tristeza y continuó:

—Solía ver la película con mi padre y mi hermano cuando era pequeña. Siempre me llamó la atención la relación que tenían el lobo y el chico, y le decía a papá que quería uno así que me protegiera de las personas malas — dijo mientras reía un poco—. A pesar de mis deseos, en vez de un lobo me llegó un felino gigante —explicó ella y abrazó sus piernas contra su pecho para apoyar su mejilla en una rodilla—, quizá algún día...

Y se detuvo. Frunció el ceño y entrecerró los ojos como si estuviese haciendo memoria de algo muy importante en el instante en el que llegó una imagen a su mente. Shaoran, confundido por el repentino silencio, giró sus ojos hacia ella y de pronto, la muchacha negó con la cabeza.

—Yo... yo... —y la sonrisa acompañó sus ojos y sus labios al mismo tiempo.

—¿Tú qué?

—Soy... un poco despistada —dijo la chica y entonces lo miró—, pero mi deseo se hizo realidad.

—¿De que hablas?

—Sí tuve un lobo que me protegió.

Shaoran escuchó la alarma sonar en su mente una vez más como un molesto despertador que no parecía querer dejarlo en paz.

—Era un chico, su nombre es Xiao Lang —susurró ella y se mordió el labio en tanto que hacía memoria—. Significa pequeño lobo en chino—, explicó ella y él asintió como si no estuviese al tanto del significado de su propio nombre—. La verdad que nunca lo relacioné, pero siempre pensé que era mi destino conocerlo. Y ahora estoy aquí... contigo, es como si...

Shaoran se dio cuenta del preciso instante en el que los ojos verdes entraron en un extraño trance. Sakura, por alguna razón se sintió como si alguien la hubiese hecho retroceder al pasado... se puso en pie sin siquiera darse cuenta y avanzó hasta el sillón en el que él estaba sentado. El de ojos miel la observó sin decir nada y ella, aún con la mirada perdida, elevó la mano hacia la máscara. De inmediato él la sujetó entre sus dedos y la muchacha reaccionó y parpadeó confundida, como si no comprendiese cómo había llegado hasta allí. Miró sus manos entrelazadas y se sintió extraña, tanto, que se alejó rápidamente de él, chocó contra la cama y cayó sentada con la respiración agitada.

—Perdona... no quise...

Shaoran la miró fijamente y luego negó con la cabeza como para quitarle importancia.

—No importa.

El de ojos color ámbar intentó disminuir la rapidez con la que su corazón latía en ese momento, porque estaba seguro de que ella podría percatarse de su evidente taquicardia. Maldijo en su mente y se concentró mientras la chica lo observaba apenada. Sakura se peinó un mechón detrás de la oreja y se aclaró la garganta.

—No... no volveré a hacer algo así. Lo prometo. No sé qué fue lo que me sucedió.

—Déjalo —dijo él cuando logró tranquilizarse.

Ambos se quedaron sumidos en un incómodo silencio y vieron la película sin interactuar. Sakura realmente no puso atención y no entendió la razón por la cual, repentinamente, los ojos miel de su amigo de la infancia ocuparon cada espacio de su mente por toda la mañana. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora