Un lobo disfrazado de príncipe

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Esa tarde todos estaban tan cansados que se quedaron en sus respectivas habitaciones y nadie se vio con nadie. Nakuru hizo favor de enviarles, a petición de Eriol, comida a sus habitaciones, y todos se durmieron temprano. Sakura fue la única que tardó en conciliar el sueño, pero a las siete menos veinte, ya estaba perdidamente dormida junto a Kero, que no se había despertado en todo ese tiempo.

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Aparcó la motocicleta y se apeó para avanzar hasta la puerta. Estaba muerto. Eran las dos y fracción de la mañana y lo único que deseaba era poder ir a la cama; sin embargo, aún tenía algo que corroborar. Abrió la puerta de la enorme mansión en la que había vivido prácticamente ese último año y avanzó a la cocina a oscuras. Al ser una casa tan enorme, la cocina, así como todo lo demás, estaba retirada; así que tardó como mínimo cinco minutos en llegar. Prendió la luz y abrió la puerta del refrigerador, observó lo que había y se decidió por una bebida energética; había cenado con uno de los informantes y habían tomado algunas copas, así que algo que lo hiciera sentirse más animado, ayudaría. No tenía idea de por cuánto tiempo más tendría que permanecer despierto, pero prefería tomar sus precauciones porque las dos noches anteriores no había dormido más que dos horas. 

Sujetó la bebida en su mano, la abrió y comenzó a tomarla mientras cerraba la puerta del refrigerador y se dirigía de vuelta al pasillo. Avanzó por éste con paso rápido y no se molestó en encender las luces; después de algunos minutos llegó a las puertas de la enorme biblioteca de su aliado. Abrió y ni siquiera se molestó en cerrar; prendió una pequeña luz de escritorio y se puso a trabajar con unos documentos que tenía guardados en un cajón, a pesar de que se sentía bastante adormilado.

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Se despertó con el pulso acelerado y con una fina capa de sudor sobre la frente. Se llevó una mano al pecho y negó con la cabeza antes de volver a acostarse.

Desde que se había enterado de todo hacía un año y poco más, había estado teniendo pesadillas muy extrañas y le costaba trabajo dormir, tanto, que a veces tenía que usar a "sueño" consigo misma. Maldijo entre dientes y se dio cuenta de que la puerta de su balcón estaba entreabierta y ya comenzaba a hacer frío. El conocido ¨clima inglés de mierda¨, o al menos eso era lo que ella había escuchado. 

Se paró de la cama, avanzó para cerrar la puerta y regresó con paso cansado para recostarse. Intentó dormir, pero fue en vano, así que se dijo que lo mejor sería dar un pequeño paseo para volver a recuperar el sueño. Eran las tres de la mañana y el solo saber que Shaoran estaría allí en pocas horas, la llenaba de un extraño y poderoso sentimiento de desasosiego.

Se puso las zapatillas de dormir y una bata traslúcida sobre el camisón de tirantes, corto y verde esmeralda de satín, abrió la puerta, se asomó y avanzó por el pasillo de la derecha. La casa estaba a oscuras y, a pesar de que Sakura siempre le había temido a los espíritus y a los fantasmas.. bien, pues estaba intentando trabajar en ello y, por alguna razón, la mansión de Eriol, a pesar de ser tan grande, le hacía sentir segura. Sonrió un poco y siguió avanzando entre escaleras y pasillos. Se dijo que le vendría bien encontrar la cocina y, pocos minutos después, la encontró. Prendió las luces y vio que era enorme. Fácilmente alguien podría hacer una fiesta e invitar a unas cincuenta personas y todos cabrían allí. Se rio de su idea y comenzó a buscar los famosos tés ingleses. Había escuchado que eran muy ricos y que servían para relajar. Los encontró en una caja de madera muy elegante con unos cuantos compartimentos y eligió una bolsita; hizo la infusión y cuando el té estuvo listo, sopló y se lo llevó a los labios. Sabía muy bien y ella se sonrojó de solo pensar que estaba vagando y disponiendo de cosas que no eran suyas en una casa que no era suya; repentinamente se sintió avergonzada, así que decidió dejar todo como estaba y regresar a su habitación con su taza de té.

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora