Propuesta indecorosa

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—¿Qué...? Sakura, ¿qué rayos quieres de mí? —cuestionó y se volvió lentamente para encararla.

—Yo... — parecía como si estuviese pensando en todas las posibilidades de acción en tan solo pocos segundos—, quiero tiempo.

—¿Tiempo? —preguntó sin comprender a lo que ella se refería.

—Tres días más. Quiero tres días más en los que permanezcamos sin movernos... quiero quedarme tres días más aquí y luego continuaremos con el viaje.

Shaoran sintió el pulso latir desbocado contra sus oídos. Se dijo que era imposible... si sólo cuatro días con ella casi lo habían hecho perder camino... permanecer a su lado por más tiempo del necesario era impensable. Se soltó de su amarré con suavidad.

—No puedo. Tengo que cumplir con el acuerdo y ya voy retrasado un día. Si tardo más levantaré sospechas.

—Dos días —negoció y él se cruzó de brazos—. Generalmente este tipo de cosas tienen un margen de error. Puedes decir que tuvimos que esperar por el combustible. 

—Uno —dijo y la muchacha puso mala cara—, ¿para qué quieres más tiempo? —reprendió él y Sakura lo miró con tristeza.

—Tengo miedo —y era parte verdad. La mirada de Shaoran se suavizó y se dijo que estaba siendo un insensible, pero no podía poner en riesgo la misión. El muchacho suspiró y ella se abrazó a sí misma.

—Solo pensaba... que quiero un poco más de tiempo para hacerme a la idea. Y además... tiempo para estar contigo.

—Sakura... nosotros no... 

—¿Podrías solo abrazarme unos minutos? Lo necesito.

Shaoran se debatió entre hacerlo y no hacerlo. La única vez que la había abrazado, estuvo a punto de perder el control y se arriesgó a estar sin la máscara, pero no pudo negarse por más que lo quiso... ella lo atraía como imán. Se acercó a la muchacha y la rodeó con sus brazos mientras ella escondía el rostro en su pecho. Ese simple acercamiento le hizo sentir un vuelco en el estómago, y es que era tan cálida y suave, que sus sentidos parecían estar como anestesiados cuando la tocaba.

Frotó la espalda de la chica y ella pegó su nariz en su cuello como para aspirar su aroma.

—Yo tampoco... 

—¿Mmm? —preguntó él y se inclinó para escucharla mejor. La chica pegó sus labios al lóbulo de su oreja y susurró:

—Tampoco tengo una palabra para decirte lo atractivo que me pareces.

Shaoran se alejó de ella de nuevo como si se hubiese quemado y la observó con un gesto de confusión. Luego sonrió y rio burlón mientras la señalaba.

—No sé a qué crees que estás jugando ahora, Sakura, pero...

—No es un juego —interrumpió, y él la contempló con expresión seria de nuevo—. Me gustas —le dijo de manera directa y sin andarse por las ramas. 

—No. Solo estás confundida por nuestra relación de antes. 

—No, no lo estoy. Y aunque fuera una confusión, Shaoran, que te aseguro que no lo es, quiero aprovechar los últimos días de mi vida. Tú estás aquí, conmigo... y sé que te intereso, lo sé por el modo en el que me miras aunque lo niegues o te moleste aceptarlo. 

—¿Y qué es lo que intentas decir con exactitud? 

—Creía que me había expresado claramente, pero ya veo que no. Bien, te lo diré de la manera más concreta posible para que lo entiendas: estoy interesada en que seamos algo más que amigos en estos cinco días que quedan de viaje.

—Cuatro —corrigió él y ella negó.

—Cinco. Tú mismo accediste a darme un día más. 

—Bien, serán cinco como tú quieres, pero no accederé a lo otro. Olvídalo.

Sakura se cruzó de brazos y lo observó con una ceja alzada y gesto serio y determinado. Shaoran sintió que preferiría mil veces enfrentar una batalla en ese mismo momento, que los ardientes ojos de la chica frente a él.

—Yo no me olvidaré de eso. Tú puedes creer lo que desees, pero al final... estamos solos aquí. ¿Quién te parece que caerá primero, Shaoran? Tal vez tengas mucha fuerza y control... pero... estás equivocado si crees que tiraré por la borda la única oportunidad que tendré para estar con la persona con la que sé que estoy destinada a estar. Con la persona con la que quiero estar. 

—No estábamos destinados a estar juntos, Sakura. 

—¿Y entonces por qué estamos aquí cuando creíamos que nunca nos volveríamos a ver? ¿Tienes una explicación para eso?

—Te dije que fue planeado. No es el destino y no es una coincidencia —discutió él con un tono indiferente que a ella le chocó.

—Bien. Haz lo que quieras entonces —dijo con molestia y se fue directo a la cocina. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora