El lobo de la flor (Advertencia +18)

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Sin que Shaoran pudiera evitarlo, ella introdujo su mano en la ropa interior de él, tocó su pronunciada erección de la punta y luego la rodeó con toda la mano mientras seguía frotando su hermoso cuerpo contra el de él. El muchacho pudo sentir lo excitada que ella estaba y lo mucho que parecía gustarle permanecer sobre él y tener el control de la situación. Antes siquiera de que pudiera entender lo que ella hacía, la joven movió sus bragas de manera que pudiera colocar su miembro contra la entrada de su cuerpo y lo introdujo rápidamente. Shaoran abrió los ojos desmesuradamente por la sorpresiva ola de calor y placentera presión que lo rodeó y soltó un jadeo cuando ella se movió de tal modo que él sintió cómo las paredes internas del cuerpo de ella se estiraban para él. Gimió cuando ella capturó sus labios otra vez y se elvó solo un poco para luego bajar con fuerza. Toda la molestia que había sentido por la mañana, desapareció, casi como si lo que necesitase fuera tenerlo en ella otra vez... como si ese fuese el remedio perfecto. Comenzó a moverse más rápido sobre él y jadeó sobre sus labios mientras que, con los ojos cerrados, podía identificar cientos de colores diferentes en su mente.

Él también se sentía ligeramente sensible por lo que había sucedido la noche anterior y, por alguna razón, tenerla así en ese estado, aumentaba las sensaciones que recibía. Llevó sus manos al trasero de la muchacha y lo empujó contra él mientras lo apretaba con fuerza; ella soltó un gritito de placer que le erizó el vello del cuerpo y lo llenó de adrenalina.

La muchacha se deshizo del sostén y lo lanzó lejos mientras continuaba con los movimientos rápidos y fuertes. Shaoran observó su cuerpo balancénandose y frotándose contra el de él y no pudo describir las emociones que lo llenaron. No podía entenderlo. No comprendía cómo era que ella podía hacerle sentir tantas cosas tan intensas y fuertes... notó el modo en el que su corazón latía y se dijo que nunca nadie lo había hecho latir como ella lo hacía. Era como si tuviese un efecto poderoso sobre sus sentidos, su mente... su cuerpo... como si fuese su dueña; y él solo deseara complacerla, quererla y hacerla suya; tenerla el día, la tarde y la noche, ver su sonrisa y besar sus labios a cada segundo.

Sakura profirió un excitante sonido y él se sintió crecer aún más dentro de ella si es que eso era posible. La muchacha gritó al darse cuenta de que él parecía mucho más duro que antes, más fuerte y más caliente. No supo identificar si era de esa manera o solo ella lo percibía así, pero le gustó... le gustó tanto que tuvo que detenerse por unos segundos para sentirlo en su totalidad mientras dejaba la cabeza caer hacia atrás e intentaba recuperar el aliento. Él la abrazó por la cintura para atraerla hacia sí y besó sus pechos con adoración.

Repentinamente ella gimió con fuerza y se dijo que tenía que detenerse o todo acabaría demasiado rápido, así que se quitó de encima y se alejó con la respiración entrecortada.

Shaoran la observó sin comprender qué sucedía, y ella, sonrojada y sentada en el suelo como una hermosa sirena de cuento de hadas, le regresó la mirada con ojos brillantes y llenos de deseo.

—¿Estás bien? ¿Te lastimé? —quiso saber con el ceño fruncido y ella sonrió avergonzada y negó con la cabeza.

—No... no... yo... estaba... —no sabía cómo explicarlo y se peinó unos mechones de cabello tras su oreja—... sentía... sentía mucho y no quise... quería esperarte y...

A él le dio un poco de trabajo comprender a lo que ella se refería en balbuceos, pero en cuanto lo entendió, una tierna sonrisa surcó sus labios. Sakura se avergonzó el doble, porque no sabía si había hecho lo correcto o no... creyó que tal vez no debería haberse alejado y eso la llenó aún más de vergüenza. Se puso de pie rápidamente y miró hacia todos lados sin saber qué hacer. ¿Lo había arruinado? Se llevó las manos al rostro presa del bochorno.

—Shaoran... yo...

Él se puso de pie, se retiró la ropa interior con un gesto desinteresado y caminó hasta ella con la muestra de su deseo por la joven, atractivamente pronunciada.

—No tienes que sentirte avergonzada por eso. Te agradezco que quisieras... esperar por mí. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora