El lobo de la flor II (Advertencia +18)

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Ella se retiró las manos del rostro sonrojado y le sonrió tímidamente. Sin decirle nada más, él la sujetó de la cintura, la atrajo hacia su cuerpo y la besó. Ella le rodeó el cuello con los brazos y se pegó a él. Con un brazo, Shaoran tanteó hacia la pequeña repisa en donde estaba la jarra de la cafetera, y el bote de crema y azúcar, y los lanzó al suelo, luego la alzó con facilidad y la sentó en ésta, le quitó las bragas, las lanzó al suelo y se acercó para colocarse entre sus piernas. La muchacha gimoteó cuando él se internó en ella y le mordió el hombro mientras se abría camino en esa nueva posición. Comenzó a moverse contra ella mientras la espalda de la joven golpeaba ligeramente contra la pared ante cada embestida de él. Shaoran la rodeó con un barzo y abrió su mano sobre su espalda, presionando puntos de placer entre los omóplatos de la joven, que le hicieron sentir escalofríos en todo el cuerpo.

La besó otra vez en los labios y ella le rodeó la cadera con las piernas para poder acercarlo aún más. Shaoran estaba fascinado con el modo en el que ella respondía a sus movimientos, era excitante la entrega y la intensidad con la que ella actuaba ante cada exigencia del cuerpo de él. Era como si estuvieran en una perfecta sincronía que parecía fuera de lo común.

El sudor y sus respiraciones se entremezclaron y el calor comenzó a subir de nivel dentro de sus cuerpos. Sakura ansiaba probarlo todo y darle todo lo que él quisiera; sin ningún tipo de prohibiciones, porque estaba segura de que él jamás la lastimaría; sabía que podía confiarle todo: su cuerpo, su mente, su corazón y todas sus emociones, justo como siempre lo había hecho. Él era la única persona en la que ella sabía que podía confiar ciegamente y lo quería... lo quería tanto que le dolía y le daba placer al mismo tiempo; un sentimiento ambivalente de haber encontrado lo que siempre se ha deseado y saber que es probable perderlo... y estuvo segura de que esa era la razón por la que sus emociones eran tan intensas. Tenía que aporvechar cada segundo a su lado... y eso haría.

Los minutos pasaron y él se apropió de su cuerpo; reclamó todo lo que ella tenía para darle y, a cambio, le entregó lo que ella le pedía con la voz entrecortada o en susurros contra su oído. Lo hizo todo para ella. Shaoran se movía de diferentes maneras y jugaba con el ritmo y con las partes más sensibles del cuerpo de la joven quien, con la cabeza echada hacia atrás, había perdido total atención al mundo alrededor de ellos y estaba entregada solamente a lo que él le hacía.

Se mordió el interior de las mejillas y cerró los ojos con fuerza cuando las sensaciones comenzaron a tornarse más fuertes que su control. Corrió en busca de los labios de Shaoran y lo besó antes de susurrar contra estos:

—Yo... ya... —dijo entre jadeos y se apretó a su cuerpo—. Ya no... puedo aguantar más —gimió la joven con la respiración entrecortada y él sonrió contra sus labios.

—Entonces no lo hagas —susurró con voz sedosa y grave. Con un movimiento profundo y fuerte, se introdujo por última vez en ella mientras la joven sentía que podría partirse a la mitad con su fuerza y no le importaría... no le importaría incluso quedarse hecha añicos, si era él quien la rompía.

Gritó y se contrajo de manera compulsiva alrededor de él, quien soltó una exclamación ronca de placer contra su cuello al sentir su liberación dentro del cuerpo delicado y hermoso de la joven. Permanecieron abrazados y entrelazados por unos minutos más, hasta que él besó su cuello, volvió a sus labios y mordió con suavidad el labio inferior, hinchado y enrrojecido por la actividad.

—Sakura... —susurró contra sus labios y ella lo observó con sus hermosos ojos que lo habían acompañado durante tanto tiempo en sus sueños y en sus recuerdos.

—¿Mmm?

—¿Conoces la expresión china ¨Yuan Bei¨?

—No —susurró ella con una pequeña sonrisa.

—La escuché alguna vez en mi infancia... los ancianos la usaban para describir una emoción que en ningún otro idioma se podía expresar con palabras.

El interés creció en la mirada de la joven que ladeó un poco su cabeza y pegó la nariz a la de él.

—¿Y qué significa?

Shaoran tocó con la punta de su naríz la de ella y sonrió.

—Algo que nunca creí que alcanzaría.

—¿Qué?

—La felicidad y la completa plenitud, eso significa. Sentirse lleno... tanto que... no hay lugar para nada más dentro de ti. Tú... tú eres eso para mí —dijo y volvió a besarla—. Lo eres todo. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora