Kentaro Shuji

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A la mañana siguiente Sakura fue la que hizo el desayuno con Shaoran pegado a su espalda, abrazándola. Mientras estaba listo el café ella apoyó su cabeza en el hombro de él y acarició los antebrazos que envolvían su cintura. Él se inclinó y la besó en la curvatura entre el cuello y el hombro y ella sonrió.

—Realmente se siente como... —y guardó silencio mientras se mordía el labio inferior porque supo que ese comentario estaba fuera de lugar.

—¿Como qué? —preguntó él contra su piel.

—Como si fuera una luna de miel. 

Shaoran rio suavemente en su cuello.

—A excepción de que no estamos casados y te persiguen un montón de hechiceros que quieren acabar con tu vida y yo tengo que llevarte con ellos. Es como una broma de mal gusto de la vida. Pero... si nos olvidamos de nuestro fatídico destino... se siente como dices. 

Shaoran la abrazó con más fuerza y ella sonrió divertida. 

—Es bueno que veamos las cosas de esa manera, de nada sirve que nos lamentemos —dijo ella y su sonrisa se amplió cuando él besó su mejilla—. Y al final... estoy segura de que todo saldrá bien, Shaoran.

—Siempre me preguntaba cómo es que sabías eso. 

—Porque siempre tuve confianza en ti y en mí —susurró la muchacha delicadamente y él pegó la frente al cabello de ella.

—Tendré que esforzarme mucho para no decepcionarte.

—Nunca me has decepcionado. Eres el mejor hombre que he conocido.

—No siempre fui un hombre —susurró en una sonrisa, pero ella negó.

—Siempre fuiste un hombre incluso cuando éramos niños. Hay hombres que se comportan como niños pero tú eras tan maduro; me salvabas y me apoyabas en todo... fui yo la que al final se comportó como una niña. Lamento haberte hecho sufrir.

—Estaba loco por ti... estoy... loco por ti. Cada momento contigo... fue especial. No lo cambiaría por nada.

Desayunaron juntos y continuaron platicando y pasándola bien. Shaoran había recuperado su antigua personalidad sin siquiera darse cuenta de ello. Sus ojos se veían diferentes, su rostro y sus expresiones se habían suavizado y relajado.

En seguida de que terminaron recogieron entre los dos y regresaron a la habitación. Shaoran la sujetó de la mano y ella se giró pues iba adelante.

—¿Qué? 

—Enséñame tus cartas nuevas —se interesó de nuevo. Sakura retiró la mirada de sus ojos y luego se encogió de hombros.

—¿Ahora?

—Tengo mucha curiosidad.

—¿Por qué? Te las mostraré, solo que ahora quisiera hablar contigo de algo más —dijo la muchacha pensando rápidamente en algo que preguntar. Shaoran alzó una ceja en señal de desconcierto pero asintió de inmediato. 

—¿Es algo serio? —se preocupó él.

—Sentémonos en el sillón.

—Bien.

El de ojos miel se sentó primero y ella se sentó sobre él después. 

—¿Qué quieres saber?

—¿Tienes algún... plan? Quisiera saber un poco más acerca de cómo serán las cosas. Siento que me falta información para mentalizarme.

Shaoran asintió y comprendió la obvia inquietud de la muchacha. 

—En cuanto lleguemos a la sede nos llevarán directo con el líder —dijo él sin mirarla—. Generalmente ese es el proceso.

—¿Cómo se llama ese sujeto?

—Shuji. Kentaro Shuji... era un... antiguo aprendiz de magia elemental.

—¿Era de origen japonés? —quiso saber ella y él asintió—. ¿Sabes por qué decidió hacer todo esto? ¿Lo conocías?

—No, pero trabajó por varios años en el concilio de hechiceros en el que mi abuelo era la cabeza. Mi padre era joven aún y no llegó a conocerlo porque Shuji renunció por una discrepancia que tuvo con la mayoría de los ancianos del concilio.

—¿Eso quiere decir que ese hombre tiene la edad de tu abuelo? 

—Es más joven, pero tampoco tanto. 

—¿Cuál fue la discrepancia que tuvieron? —quiso saber ella con los ojos entrecerrados.

—Shuji estableció la importancia de que los magos jóvenes aprendiesen las artes oscuras para poder pelear en contra de quienes ya las tenían dominadas. La misión del concilio siempre fue establecer el equilibrio y todos los hechiceros que lo formaban, hacían uso de magia elemental... nadie estuvo de acuerdo y después de eso decidió irse. Realmente nadie supo por qué se fue, pues no fue algo demasiado grave.

Sakura alzó la ceja en expresión de confusión. No le sonaba a una buena razón.

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora