Una flor herida

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Se abrió la puerta y él entró con la muchacha en brazos, sorprendido de encontrarse con una gran cantidad de personas. Contó más de cincuenta y supo, por lo que percibió, que eran hechiceros y magos muy poderosos.

En la parte posterior de la nave, había una tarima con tres individuos sentados en sillas sumamente estilizadas y Shaoran reconoció a Shuji, aunque no lo conociera. Era un hombre mayor, con bigote y pelo blanco. A su lado estaba sentado el tipo pelirrojo que los había recibido y al otro lado un hombre que podría haber sido unos pocos años mayor que él, de cabello negro como lo noche y gesto lleno de petulancia y fastidio.

Shuji se incorporó en cuanto él entró y se colocó al centro de la nave.

—¿El famoso lobo cazador? —inquirió y Shaoran inclinó la cabeza en un gesto de respeto—. Es un placer tenerte con nosotros, ¿has tenido un buen viaje?

—Sí —respondió el de cabello chocolate sin dar más detalle.

—Ha sido toda una sorpresa saber que quedaba una hechicera tan poderosa como ella. Creía que ya habíamos asesinado a casi todos los de nivel alto y aún así... tendremos un festín que hace mucho tiempo no disfrutábamos. Tu nombre es Lang, ¿cierto? 

—Sí, señor.

—Bien, Lang, mañana por la tarde se realizará el ritual. Coloca a la chica allí —dijo y señaló algo a la izquierda. Shaoran observó que se trataba de una jaula. Como si fuese una jaula para aves, pero de tamaño grande para una persona.

—Alto, tío —dijo el pelirrojo y Shaoran sintió que se le helaba el pecho—. La quiero. 

Todos comenzaron a reír y a murmurar entre ellos. Shuji observó a su sobrino con una ceja alzada.

—Es peligrosa —dijo el anciano y el más joven se encogió de hombros.

—La dejaré inconsciente si se pone ruda. Sin sus objetos mágicos no es nada... y tiene los grilletes puestos. Déjame tenerla esta noche —y aunque sus palabras podrían haber sido una petición, su tono sonaba a orden.

—Bien —dijo el mayor y Shaoran se quedó estático. Sakura miró al anciano con sus ojos verdes llenos de odio y Shuji sonrió divertido—. Tienes mucho espíritu, princesa... pero mucho me temo que para el día de mañana... tu espíritu se verá reducido a cenizas. 

El pelirrojo se incorporó y avanzó hasta ellos, estiró los brazos hacia la joven, pero Sakura se pegó contra el pecho del de la máscara, y Shaoran sintió que se quería morir en ese momento.

—Entrégamela.

Los pocos segundos que pasaron después de esas palabras, fueron los peores para el muchacho de ojos miel; su mente trabajaba a gran velocidad imaginando todo tipo de cosas y de situaciones. Tragó con dificultad y colocó a la joven sobre los brazos del sujeto.

Sakura se sujetó al cuello de su camiseta negra y comenzó a llorar. Shaoran sujetó la mano de la muchacha y la separó de él.

—¡No! —gritó la de ojos verdes ya en los brazos del pelirrojo y se removió, pataleó e intentó soltarse, pero él tipo la retuvo contra él con una sonrisa excitada.

—Oh, sí. Te divertirás conmigo.

—¡Suéltame, maldito imbécil! —exclamó ella y todos comenzaron a reír. 

El tal Tom alzó la mano para golpearla de nuevo, pero Sakura fue más rápida y llevó su dedo índice y el medio al rostro del tipo y le picó los ojos. El pelirrojo la soltó y ella se deshizo de sus brazos, tomó vuelo y arremetió contra el sujetó para tirarlo al suelo. El tipo gimió cuando ella comenzó a golpearlo con fuerza en el rostro.

—¡No te atrevas a tocarme! 

El pelirrojo sujetó las muñecas de la joven y con su fuerza la tiró a su lado y se colocó sobre ella para inmovilizarla, como estaba a horcajadas, pero no sentado sobre ella, Sakura elevó la rodilla y le dio un golpe en sus partes nobles. El tipo cayó de lado y se llevó las manos a la zona adolorida mientras todos reían divertidos por el espectáculo. Sakura se volvió hacia Shaoran que frunció el ceño confundido, corrió hacia él y sacó su cuchillo de la funda en su cinturón.

Corrió con éste y lo alzó con la intención de clavarlo en el corazón del pelirrojo pero éste se movió y ella lo acuchilló en el hombro. Un grito de dolor llenó la sala.

—Ya basta —susurró el anciano e hizo volar lejos el cuchillo de sus manos; éste cayó a los pies de Shaoran.

El pelirrojo, furioso, se puso de pie y la golpeó en la cara con tanta fuerza que la chica cayó de espaldas con la nariz llena de sangre. Tosió para no ahogarse con la cantidad de sangre que brotó de los orificios y se incorporó con dificultad.

—¡Puta! —gritó el tipo y se subió sobre ella para golpearla en el rostro a puño cerrado.

Shaoran dio un paso adelante y se hincó cuando Shuji lo observó con una ceja alzada. Alargó la mano hacia su cuchillo e intentó disimular el temblor, prueba del odio que sentía dentro de él. Escuchó los gemidos de ella proferidos ante cada golpe e intentó calmarse. Se incorporó lentamente con el mango del cuchillo en mano y no despegó la mirada del anciano ni un solo segundo.

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora