Deseos incompletos

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Sakura le rodeó el torso con los brazos y apoyó su mejilla en el hombro de él. Sentía su piel contra la de ella y el calor que emanaba además de lo que le hacía sentir... era increíble. Era la primera vez que estaban piel con piel y a ella le encantó. Le gustó muchísimo. 

—Tampoco puedo... estar sin ti —aceptó ella—. La verdad, tenía miedo de lo que podía hacer si estábamos a solas... por eso siempre pedía que alguien estuviera conmigo. 

—¿Miedo? —preguntó él sin comprender.

—Creí que me convencerías de dejarlo todo... creí que me harías dejarte —susurró ella con los ojos llenos de lagrimas—. No quiero dejarte; no quiero irme. 

Se separó solo un poco de él y tragó con dificultad cuando el nudo le oprimió la garganta. Llevó una mano a la mejilla del muchacho y la acarició.

—Quiero estar contigo en cada paso que des y si debo morir... quiero que sea a tu lado. 

Esas palabras fueron las más difíciles que él tuvo que aceptar en su vida. Ella quería tomar ese riesgo y él debía entender... debía entenderlo por mucho que le doliera.

Shaoran llevó la mano libre de la muchacha a su pecho y la apretó contra sí.

—Bien. Entonces quédate conmigo y acompáñame a donde vaya.

Sakura parpadeó sorprendida ante las palabras de él y sonrió emocionada. 

—¿Hablas en serio? —dijo casi sin voz y Shaoran asintió.

—Hablo en serio.

Una exclamación de alegría se propagó hacia afuera de los labios femeninos; ella se puso de puntitas y lo abrazó con fuerza, feliz y llena de emoción.

Shaoran rio entre dientes y la apretó contra sí, besó de nuevo la zona entre el hombro y el cuello, y ella dejó salir una risita nerviosa. 

—Extrañé tus labios —le dijo al oído y él sonrió divertido. 

—No me lo pareció. Ya estaba a punto de volverme loco porque te la pasabas evitándome —susurró contra su piel. 

Sakura se sonrojó.

—Sabía que no podría negarme si comenzabas a hablarme como lo haces o a besarme —explicó con una mirada culpable en sus ojos. Ambos se contemplaron intensamente por unos segundos hasta que ella, al ver que Shaoran permanecía impávido, se acercó a sus labios, pero solo pudo tocarlos por una milésima de segundo, porque el de ojos miel se alejó de inmediato.

—Comencemos a entrenar juntos mañana, ¿te parece? —preguntó sin dejar de mirarla y la diversión refulgió en sus ojos dorados.

Sakura parpadeó confundida sin comprender el motivo de su violenta separación. 

—S-sí... claro —respondió la joven llevándose un mechón de cabello tras la oreja en gesto de incomodidad.

—¿Sakura? —preguntó Kero desde el otro lado de la puerta cerrada. Ella miró en esa dirección sintiéndose, de pronto, enfadada por la interrupción. 

—¡Ya voy! —dijo sin dejar de mirar a Shaoran que había metido una mano en el bolsillo del pantalón holgado deportivo. 

—Me ducho y te alcanzo en la piscina —le dijo él con una sonrisa incitadora. Se giró sin esperar su respuesta y se fue directo a uno de los cubículos. Abrió la regadera y se quitó la ropa para meterse al agua, encarando hacia la pared. 

Sakura avanzó hacia la puerta y sujetó el pomo; sin embargo, un diablillo interior la hizo girarse y caminar de puntitas hacia la regadera. 

Con cuidado se asomó solo un poco para poder observarlo desde detrás de la delgada pared de plástico duro y se quedó pasmada.

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora