El ataque del lobo (Advertencia +18)

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—¿En dónde quedaron los otros números? —quiso saber cuando él se inclinó sobre ella con el latido del corazón pulsando en sus oídos.

—No existen —susurró.

Llevó una de sus manos a la nuca de la muchacha y la atrajo hacia sí colocando sus labios sobre los de ella con urgencia.

Sakura cerró los ojos y soltó un sonido gutural de sorpresa cuando él cubrió su boca con la suya y sintió el corazón latiendo tan rápido que creyó que en cualquier momento caería desmayada en el suelo.

Él rodeó con su mano libre su cintura y la pegó contra su cuerpo con ansiedad contenida. Ella seguía allí. Seguía allí de pie frente a él, sólida y hermosa.

Shaoran no podía comprenderlo; no entendía el grado de locura al que había llegado para realmente poder experimentar esas sensaciones a pesar de que sabía que era imposible. La joven, temblando como una hoja en el ojo del huracán, llevó las palmas de sus manos al pecho de él, sin saber qué hacer exactamente, sin saber en dónde colocarlas. Sintió el latido desmedido del corazón de Shaoran en su piel y gimió un poco contra sus labios, cuando ese latido intenso le provocó un sentimiento de emoción muy grande.

Sin pedirle permiso y sin aviso, él profundizó el contacto de sus labios e internó su lengua en la boca cálida de la muchacha que abrió los ojos sorprendida por eso. No es que no supiera que eso sucedía... sólo que... era nuevo. Se acopló a los movimientos exigentes de la boca de él y Shaoran colocó sus manos en las mejillas para alzarle el rostro un poco más.

Aunado al hecho de que estaba parada de puntitas, tenía las piernas como gelatina y estuvo a punto de caerse contra el suelo. Shaoran la alzó al darse cuenta de que perdía fuerza y la obligó a colocar las piernas alrededor de su cadera. Sakura se ancló a sus hombros y como había quedado ella más arriba, parecía ser su turno de controlar los movimientos, pero no sabía qué hacer. Se alejó de él solo un poco y observó su rostro regresándole la mirada con tanta intensidad que pudo notar el modo en el que su cuerpo se calentó. 

Se inclinó sobre él e introdujo una mano en su cabello. Shaoran cerró los ojos al sentir sus suaves dedos masajeándolo y acarició con la punta de su nariz el costado del cuello de la muchacha que tembló entre sus brazos de nuevo. Sakura cerró sus ojos y una corriente eléctrica la atravesó cuando él colocó sus labios en la piel sensible de su cuello.

No supo cómo ni cuando, pero, de repente, estaba acostada sobre el sillón, con él encima de ella, entretenido con su cuello. Sakura suspiró y se dejó llevar por las sensaciones tan nuevas e intensas que la recorrían y colocó sus manos a los costados del cuello de él que de inmediato regresó a los labios de la muchacha.

Shaoran casi ronroneó cuando ella mordió con suavidad su labio inferior. Era increíble poder tenerla de nuevo entre sus brazos... la había extrañado como un loco. En su obnubilamiento ni siquiera se percató de las suaves, tiernas e ingenuas respuestas de Sakura; quería saciar las ganas que tenía de ella, así que con una de sus manos recorrió el costado del cuerpo de la muchacha, sintiendo sus dedos pulsar ante el roce de su piel con la tela satinada del hermoso camisón corto. Se veía tan bella... ni siquiera reparó en que parecía más joven de lo que él recordaba, porque sus sentimientos habían tomado control sobre él. Necesitaba tenerla.
Metió la mano por debajo del camisón de la muchacha quien, sobresaltada, llevó su propia mano a la de Shaoran que ahora recorría la piel de su abdomen.

—Yo... yo...

Shaoran la silenció al besarla de nuevo y retiró la mano de debajo del camisón al darse cuenta de que, aunque ella regresaba su beso con intensidad, no le permitía avanzar. Sonrió en sus labios y continuó besándola profundamente, perdiéndose en su sabor y en las sensaciones que lo llenaban al estar con ella. Pocos minutos después, cuando la sintió relajarse contra él otra vez, deslizó su mano hacia arriba sobre la tela del camisón y la llevó directo a uno de sus pechos que, convenientemente, no estaba cubierto por un sujetador. Sakura chilló en la boca de él e intentó separarse, pero él no le permitió esa acción, mas sujetó ambas manos de la muchacha con las suyas y las llevó sobre su cabeza en el brazo del sillón, las apresó con una propia y con la mano libre regresó a la zona con la que se había entretenido. Sakura intentó zafarse, pero el amarre de él era, aunque suave, poderoso, y ella se sentía extasiada y llena con el toque de él recorriéndola en lugares que nadie había tocado antes. Intentó aferrarse a su sentido común porque sabía lo que todo lo que él hacía significaba. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora