El lobo en el pasado

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No podía terminar de entender la razón por la cual seguía parado en el mismo punto desde hacía más de una hora. La mirada perdida en la tela roja frente a él y el pulso desbocado. Siempre se había considerado un hombre con alto control y voluntad, pero parecía que el solo hecho de estar a menos de veinte centímetros de quien había sido su amiga y amor de la infancia... dejaba en el olvido todo por lo que había trabajado.

Con gesto cansado y molesto, se llevó la mano al rostro y se retiró la máscara para dejarla caer al suelo. No tenía manera de describir lo que le parecía que era eso; ¿una mentira?, ¿una broma?, ¿un error?, ¿un sueño?, ¿una pesadilla? No podía comprenderlo y seguramente... nunca lo haría.

Él había decidido ese camino porque tenía un propósito y por mucho que ella hubiese sido parte de su pasado, no iba a dejar que eso interfiriera. Él ya era alguien diferente; no era el mismo Shaoran Li de hacía trece años. La vida lo había cambiado y él no pensaba sucumbir ante la situación... no podía.

En definitiva, la suerte no había estado de su lado en mucho tiempo y ese día no era la excepción. Se percató de que había estado tan absorto, que no había notado que el vagón había comenzado a moverse.

Retrocedió, y al hacerlo, sintió que sus piernas estaban entumidas; la curvatura trasera de sus rodillas chocó contra el mullido colchón y se sentó sin dejar de ver la caja de cristal cubierta. Apoyo los codos en las rodillas y se llevó las manos a la cabeza en un gesto de frustración; sería difícil llevarla a su muerte, pero el cielo sabía que había matado a más personas que dedos tenía en las manos y no entendía cómo era posible que ahora estuviese teniendo dudas.

Se había dedicado por esos últimos cuatro años a asesinar aprendices de hechiceros y a hechiceros de magia elemental y blanca; los cazadores de hechiceros se dedicaban a quitar del mapa a las pequeñas molestias; magos cuyos poderes no eran muy fuertes o apenas despertaban; sin embargo, "las joyas", como solían llamar al grupo de hechiceros muy poderosos, eran arrastrados a la sede y servían de alimento para los de mayor rango en la organización. Se alimentaban de su energía mágica... y se habían vuelto terriblemente fuertes gracias a la cantidad de poder que succionaban de sus victimas hasta dejarlas en los huesos.

Ese sería el destino de Sakura Kinomoto.

"Una de las hechiceras más poderosas del mundo" recordó que su jefe había dicho.

Se pasó la lengua por el labio inferior y se dijo que tendría que haberlo adivinado porque, si bien habían perdido contacto y suponía que la joven no había practicado mucho su magia en esos años, siempre había tenido la sensación de que la magia de la muchacha crecía a pesar de no usarla; casi como si estuviera encapsulándose para luego liberarse con fuerza, y no era el único que lo creía así; Eriol también lo había pensado de ese modo.

Al parecer, las cartas Clow habían sido solo una fachada. Con las cartas, Eriol la había protegido, pues le hizo creer a la muchacha que sin ellas, es decir, sin objetos mágicos, ella no podía hacer mucho más; simplemente eso la convertía en una hechicera de nivel medio que podría pasar desapercibida hasta cierto punto. Eriol nunca le había dicho la verdad... porque sabía que algo malo sucedería después y que mientras Sakura no estuviese al tanto de la magnitud de sus poderes, ella estaría bien solamente manteniendo las cartas activas y usándolas de vez en cuando.

Se dejó caer de espaldas en la cama y negó con la cabeza. Luego de que se habían declarado sus sentimientos estúpidamente como los niños que eran y se habían separado, él había prometido regresar; sin embargo, nunca regresó. Después de tres años en los que estuvieron comunicándose, ambos habían decidido dejar sus sentimientos aparte; Shaoran sabía que para su familia sería difícil aceptar a un mago sin asendencia mágica ni renombre y que, en caso de haberlo hecho, Sakura la habría pasado difícil tratando de adaptarse ante la manera tan rígida que su clan tenía de vida. No volvieron a hablar... y luego, la tragedia se expandió sobre todo el mundo mágico sin piedad.

Entonces recordó algo... y las cosas comenzaron a conectarse en su mente. Se incorporó veloz y se preguntó una y otra vez cuál era la razón por la que Sakura no había sido capturada antes... y se contestó que solo había una respuesta. Solo podía haber una respuesta, y no era que Sakura se hubiese protegido a sí misma, no... imposible, porque ella no tenía idea de lo poderosa que era. La única manera por la que esa mujer había sobrevivido hasta ese día... era que alguien la hubiese protegido. Alguien poderoso, muy poderoso.

—Eriol —susurró con un tono mordaz. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora