Disputa

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Sakura pataleó en el aire, pero él no la bajó.

—¡Puedo caminar sola! —gritó, aún así, Shaoran no se inmutó. Continuó con ella todo el trayecto, hasta que la chica se cansó de patalear. En cuanto llegó al vagón, abrió la puerta con sus poderes y de igual modo cerró de un portazo. Lanzó a la chica a la cama y se puso en jarras con mirada furiosa.

—¡Cómo se te pudo ocurrir hacer algo así, Sakura! ¡Es que eres una niña que no sabe diferenciar la prudencia de la imprudencia! —le gritó con fuerza y ella, aunque en un inicio se encogió, lo encaró con actitud molesta y lo señaló.

—¡No le veo el problema! ¡Solo estaba tratando de relajarme! ¡Necesitaba sacarte de mi cabeza! —exclamó ella e intentó ponerse de pie, pero lo hizo tan rápido que se mareó y tuvo que volver a sentarse.

—¡No me importan las razones que tuvieras para hacerlo! ¡Fue una estupidez de tu parte ponerte a jugar con esos tipos!

—¡Es gente decente! ¡A diferencia de ti no van golpeando y rompiendo brazos por doquier! —soltó ella con los ojos entrecerrados—. ¡Y sé defenderme sola! ¡No necesito que me rescates!

—¡No puedo tomarte en serio con ese tipo de actitudes!

—¡No necesito que me tomes en serio! ¡No me importa lo que pienses de mí! ¡Quería sentirme bien por última vez en mi vida! ¡No quieres darme lo que te pido, bien, pero no me quites la oportunidad de obtenerlo de alguien más!

—¡A qué te refieres con eso! ¡Es que estabas pensando en estar con uno de esos sujetos!

—¡Y a ti qué mas te da! ¡Si me revuelco con uno o con diez! ¡No es tu maldito problema! —los ojos se le llenaron de lágrimas, pero se negó a dejarlas correr—. ¡Eres un idiota!

Repentinamente, se llevó una mano al estómago y parpadeó confundida. Todo comenzó a verse muy extraño y el mareo la atacó.

—Dios... me siento terrible —susurró y Shaoran se hincó frente a ella rápidamente y llevó sus manos a las mejillas de la joven.

—Debieron poner una droga en tu bebida —contestó él, preocupado.

Ella frunció el ceño y sintió que todo parecía moverse más rápido de lo que hubiese querido.

—Sha-Shaoran... no me sie-siento bien... —susurró ella y se sujetó a uno de los antebrazos del muchacho.

—Calma. Te ayudaré... relájate, ¿de acuerdo?

Ella asintió con las mejillas rojas y los ojos llenos de lágrimas.

Shaoran se concentró e intentó eliminar el alcohol y la sustancia que había ingerido mientras ella se aferraba a su antebrazo y apretaba su propio abdomen. Pocos minutos después comenzó a sentirse mejor y suspiró con tranquilidad cuando el mareo remitió.

—¿Ya estás mejor? —quiso saber él y le quitó el cabello del rostro para peinárselo tras las orejas.

—Sí —murmuró ella y sus mejillas se tornaron rojas por la vergüenza. Estaba segura de que muchas cosas de las que había dicho habían salido por culpa de lo que había ingerido—, fui... fui una tonta. No debí haberlo hecho, pero... me sentía muy mal.

Shaoran inhaló profundamente y asintió, se incorporó y se sentó al lado de ella en la cama, con los codos sobre las rodillas y los dedos de las manos entrelazados.

—Siento... haber reaccionado como lo hice.

Ella lo observó sorprendida y le sonrió solo un poco, pero él notó que la sonrisa se quedó solo en sus labios.

—Está... está bien. Soy muy importante para que puedas cumplir tu objetivo; entiendo que entraste en pánico por eso.

Ella se puso de pie lentamente y caminó en dirección al baño.

—Te equivocas —susurró él.

La chica se giró sobre las puntas de sus pies con lentitud.

—¿En qué parte?

Shaoran parecía no querer decirlo y, aún así, se puso de pie y se pasó una mano por el cabello antes de contestar.

—Yo... no actué así por eso. Actué de esa manera porque estaba celoso —dijo y se encogió de hombros como si hubiese dicho cualquier cosa. Sakura parpadeó y lo miró confundida.

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora